XVI

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Tú solo dame el café; ya luego yo me encargo de cambiar al mundo, realizar proezas inimaginables, mover montañas, separar mares a tu paso. Pero ese café al despertar, con el primer cigarro de la mañana y tu sonrisa somnolienta es inviolable, porque hace que el día valga la pena.

Nicotina, Café y Letras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora