Just Artemisa [James Potter]

Capitulo 22

Escuchar todo lo que Artemisa había tenido que pasar fue bastante tormentoso. Incluso antes de nacer, ella había estado destinada a sufrir solo por el hecho de ser hija de Gellert Grindelwald. James, quien sabía que claramente ella tenía un pasado difícil, no pudo evitar sentir ira e impotencia por no poder hacer más por ella.

—Entonces...—hablo Remus, rompiendo el silencio.—¿Apolo y Aria eran...?

—Primos.—respondió Artemisa.—Apolo obtuvo el apellido Dumbledore pero jamás lo utilizo, por eso su hijo si se apellida así. A mi también me ofrecieron dármelo pero yo me negué, preferí iniciar mi vida desde cero.

Nadie hablo. Todos se mantenían en silencio. 

—Y...¿qué pasara ahora?—pregunto Sirius y todos lo miraron.—¿Qué harás? La guerra ha terminado al fin.

—Cuidare de Albus, tal y como prometí a Apolo.—respondió con seguridad.—Viviremos aquí y bueno...intentare que sea la infancia más feliz posible para el. 

—¿Y qué hay de Harry?—intervino James—¿Qué hay de...mí?

—¿Y de Lyall?—inquirió Remus.

—Me puedo quedar como mascota.—dijo Sirius con una pequeña sonrisa.

—Bueno...—Artemisa se aclaro la garganta.—Todos somos jovenes aún. Ustedes son recientemente viudos—dijo mirando a Sirius y Remus— pero eso no significa que no puedan ser felices con alguien más y en cuanto a los niños—miro furtivamente a James— siempre podrán venir a verme o yo visitarlos. 

—No me has respondido, Artemisa.—dijo James mirándola3 con seriedad.—¿Qué hay de mí? ¿Qué hay de todo lo que hemos pasado juntos?

—Mi misión era proteger a  Harry...

—¡Tu bien sabes que ya no lo hacías por la misión!—grito James molesto.

Todo volvió a quedar en un incomodo silencio. Remus codeó a Sirius y ambos se levantaron del sofá, mirando a James y Artemisa de un lado al otro. Al final, Remus fue quien hablo:

—Nosotros...eh, los dejaremos solos para que hablen. Arte, ¿Dónde podemos...?

—En el segundo piso, la habitación del fondo. Compártanla. 

—De acuerdo, gracias.—Remus le brindo una sonrisa incomoda.

—Yo quería escuchar el chisme.—murmuró Sirius haciendo un puchero. 

—Cállate y vámonos.—gruño Remus.

Llevándose a rastras a Sirius, Remus y el desaparecieron al cabo de unos minutos. Artemisa se levanto y con un movimiento de cabeza le indicó a James que la siguiera. Salieron de la casa y caminaron hasta quedar a la orilla del lago. Habían hablado durante tantas horas que la madrugada ya había caído y el frío golpeaba sus cuerpos como un balde de agua helada.