Capitulo 8

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Artemisa siempre había tenido mala suerte en prácticamente todo y tenía el don de saber cuando algo iba mal, ese sexto sentido que le indicaba que algo pasaría y no sería bueno, o al menos no para ella

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Artemisa siempre había tenido mala suerte en prácticamente todo y tenía el don de saber cuando algo iba mal, ese sexto sentido que le indicaba que algo pasaría y no sería bueno, o al menos no para ella. Suspiro pesadamente al mismo tiempo en que colocaba a Harry en su cuna y sobó sus hombros con nerviosismo. Se colocó en el marco de la ventana y contemplo la luna. 

Había tenido una infancia difícil, teniendo que valerse por si misma desde que tenía tan solo cinco años. Albus Dumbledore fue un gran apoyo para ella y siempre se ofreció a cuidarla, educarla, mantenerla...y amarla. A pesar de esto, ella siempre se negó. Artemisa pecaba de orgullosa y no le gustaba depender de nadie, incluso a una tan corta edad, por lo que vago por el mundo en completa soledad pero con la obligación de presentarse con Dumbledore cada seis meses para mostrarle que estaba viva y que seguía por el buen camino.

Ella le debía mucho a Dumbledore y por esa misma razón se había convertido en la protectora de la familia Dumbledore, y aunque había pagado con creces todo lo que Dumbledore ha hecho por ella, Artemisa siempre le estaría eternamente agradecida. Por esa misma razón es que había accedido a proteger al bebé Potter.

Mirando dormir tranquilamente al pequeño Harry, Artemisa se cuestionó que habría sido de su vida si nunca hubiera aceptado ese gran favor que le solicitaba Dumbledore sobre cuidarlo. Muy probablemente ahora seguiría en misiones suicidas y durmiendo en su feo departamento, comiendo comida rápida y mirando la luna. Al menos esta ultima parte si la continuaba haciendo.

En un principio se había negado rotundamente a cuidar de Harry Potter: ella odiaba los niños, no estaba para tolerar a hombres llorosos por su corazón roto y en general detestaba estar en núcleos familiares; pero termino aceptando por la intervención de Aria, quien se lo había rogado, y también porque ella misma sabía que si el niño moría, Voldemort no tendría quien lo detuviera.

—Soy Tom, Tom Riddle, un placer.

Artemisa sentía como si hubiera sido ayer cuando conoció a Voldemort con su verdadero nombre y le solicito unirse a el. Voldemort la odiaba desde ese día, Artemisa estuvo a punto de matarlo si no fuera porque el Sol pegaba cada vez con más fuerza y ella ya llevaba más de una hora en terreno expuesto.

Tomó entre sus manos su collar con dije de media luna y lo acaricio mientras seguía contemplando la luna en el cielo. Aquel collar era una reliquia regalo de su madre, se lo regalo al nacer y le permitía estar una hora en el sol. 

Su madre...hacía mucho tiempo que no pensaba en ella.

Ya ni recordaba su rostro.

—Arte.—llamó James ingresando al cuarto con sigilo para no despertar a Harry.

—Mande.

—Dumbledore esta aquí, quiere vernos.—informó.

Artemisa asintió y bajo junto a James. En la sala se encontraban Dumbledore, Sirius, Marlene, Aria, Remus y sus respectivos bebés. James se sentó a lado de Artemisa y todos miraron a Dumbledore.

—Espero que hayan podido disfrutar de las fiestas decembrinas.—dijo Dumbledore con una sonrisa cansada.—Sin embargo, tengo dos noticias que darles, la primera es que lamentablemente debo pedirles a Sirius, Remus y Artemisa que partan a una misión, mientras tanto pensé en dejar a Marlene, Aria y los bebés con James y Harry.

—¿No puedo ir yo en lugar de Arte?—pregunto James con seriedad.

—No.—intervino Artemisa.—si Dumbledore quiere que vaya yo es por una buena razón.

—Es que no quiero que te pase nada...—murmuro James.

—Awwww que bonitooooo.—dijo Aria con una enorme sonrisa y Marlene soltó un bufido de fastidio.

—¿Y cual es la segunda noticia?—pregunto Sirius.

—Bueno.—miró a James.—tenemos un infiltrado entre las tropas principales de Voldemort, gracias a esa persona es que debo mandarlos de misión. Si todo sale bien...pronto podremos acabar con todo esto. A cambio de su trabajo como doble espía, me ha solicitado la protección suya y de una persona más.

—No me diga que es...—dijo Marlene con los ojos abiertos.

—Sí.—asintió Dumbledore.— Severus Snape es el infiltrado y Lily Evans su protegida.

Un silenció incomodo se cernió en la sala. James se notaba tenso y apretaba sus puños y mandíbula con fuerza. Sirius, Aria y Remus tenían el ceño fruncido y se notaban molestos. Marlene sonreía encantada y Artemisa...ella sintió una punzada en su corazón que prefirió ignorar.

—¿Cuándo y a dónde iremos?—pregunto Artemisa rompiendo el silencio.

—De inmediato, yo los llevare, así que deberán despedirse. La batalla final esta próxima a llegar.—indicó Dumbledore.

Mientras todos se levantaron para despedirse, Artemisa fue hasta el cuarto de Harry y rapidamente comenzó a colocar el doble de protecciones. James ingresó al cuarto, viéndola verificar y proteger más a su hijo.

—Si algo muy grave ocurre, puedes enviarme un patronus. Vendré de inmediato este donde este, pero solo si es de vida o muerte, ¿de acuerdo?—dijo Artemisa con seriedad.

—De acuerdo.—murmuro James y camino hacía ella.—Arte...—ella lo miró.—Ten mucho cuidado, por favor.

—Este bien, Potter.—aseguró Artemisa.—no sería la primera vez que hago algo arriesgado.

Sin decir nada, James la abrazo con fuerza y Artemisa correspondió el abrazo pasado unos segundos. Se separaron despues de unos minutos y Artemisa se dirigió al cunero, donde ante la atenta mirada de James, le dio un beso en la frente a Harry.

—Arte.—volvió a llamar James.

—¿Sí?—lo miró.

—Ella ya no es nada para mí.—dijo James con firmeza.

—Cuídense.—dijo Artemisa.

 Bajaron de regreso a la sala, donde Marlene los miraba furiosa y Aria encantada. Artemisa y Aria se dieron un pequeño abrazo y al final los tres jovenes se colocaron junto a Dumbledore, quien miraba con una sonrisa el hecho de que James se mostrará tan preocupado por Artemisa.

—Volveré mañana.—anunció Dumbledore.

—Arte, te lo encargo.—dijo Aria con una sonrisa y Artemisa asintió.

—Nosotros te la cuidamos, cornamenta.—sonrió Sirius señalando a Artemisa. James se sonrojo y rió.

—Hasta pronto.—dijo Dumbledore.

Artemisa y James compartieron una ultima mirada y lo siguiente que paso fue que ella junto a Dumbledore, Remus y Sirius, aparecieron en lo que parecía ser una sala bien iluminada.  

De pronto, Artemisa, quien estaba un poco más atrás que los demás, contuvo la respiración al sentir como era amenazada con algo filoso contra su cuello. Chasqueo la lengua con rabia al mismo tiempo que los otros tres hombres se giraban a verla. Dumbledore permaneció tranquilo, pero Sirius y Remus levantaron sus varitas amenazando a la persona tras ella.

Se trataba de un hombre alto, fornido y de unos profundos ojos negros que contrastaban con su cabello rubio dorado. 

—Ha pasado un tiempo, Artemisa.—saludó apretando más el cuchillo contra su cuello.

—Lo mismo digo...Apolo.


Just Artemisa [James Potter]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora