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Narrador omnisciente.

Muchas sensaciones y sentimientos habitaban dentro de Ever y de Eleonor. Luego de haber dormido juntos anoche, la nena del boxeador tuvo que regresar a su casa con las sospechas más grandes de sus padres sobre que su hija les mentía. Ellos sentían que su familia se estaba desmoronando, su hijo se había ido de casa y no de bonita manera, no porque se casaba, no porque se iba a vivir a otro país para estudiar o emprender una nueva vida, les dolía que fuera porque ellos no asimilaban del todo que se dedicara a ser boxeador. Les dolía que los años estudiando en la preparatoria y los de la universidad no le llamaran la atención, ni le convencieran de dedicarse a algo que no tentara contra su vida. Y su hija, la niña de la casa, la estrella de sus cielos, el sol de sus días, ella estaba totalmente del lado de su hermano y últimamente llegaba a casa tarde, nunca estaba y defendía con uñas y dientes la reputación de Michael sin darle importancia alguna a pelearse con su madre, a la mujer a la que siempre estuvo apegada cuando niña.

Sin embargo, esta mañana tan pronto como llegó a casa, se volvió a marchar. Eleonor tenía prisa, tenía que pasarse la mañana en la universidad y trabajar en la biblioteca hasta las cinco, para a las siete de la noche estar presente en la pelea de Zeus, quien hoy tendría el día muy ocupado porque se dedicaría a entrenar arduamente.

A Eleonor no le gustaba la idea de que peleara, se preocupaba por él a pesar de ser consciente de que es todo un monstruo en el boxeo y por supuesto, ella no le había tocado el tema de que dejara a lo que se dedicaba, sabía perfectamente que ganaba dinero por ello y era su manera de mantenerse y no sentirse un niño de mami. Todos conocemos a Ever, es cerrado y se abre lento solo con su novia en estos momentos, pero él se mantiene a la perfección con lo que gana en cada pelea. Lo que menos le gustaba a Eleonor es que la pelea es ilegal, lo que le encantaba a Ever, pues pagaban grandes cantidades de dólares al ganador y de diez peleas, es posible que el ganara las mismas. Sin embargo, el peligro radicaba aquí, aquí radicaban factores que no le parecían nada buenos a Eleonor, la salud de Ever, que en cualquier emboscada la policía allanara el antro y se lo llevaran preso y sobre todo, que sus frustraciones nunca dejen de atormentarlo como para dejar el boxeo.

Pero vamos, no quiero hacerlos esperar. Pasemos a lo bueno. Cuando Eleonor llegó a la guarida ya Ever la esperaba en la puerta. Un largo beso se dio en la misma entrada captando la atención de muchos que estaban en el lugar. La música era muy alta y había mucha gente de todo tipo, fumadores, drogadictos, alcohólicos, violadores, prostitutas, por lo cual el la situó donde siempre pudiera verla. Tenían la ventaja de que Michael estaba en la universidad, por lo que podían exhibirse libremente.

Eleonor ni siquiera le dijo muchas cosas a Ever antes de empezar la pelea, ella no quería verse como una exagerada novia loca. Tan solo se dieron un corto beso, un abrazo a medias, y las mismas palabras de siempre "No hables con ningún cabrón", a sabiendas de que era capaz de salir del ring volándose las cuerdas y matando a golpes a quien fuera que le molestara su chica.

La campana sonó y el primer round fue muy sencillo para Ever, había recibido algunos que otros golpes, pero no tenía sangre en su rostro. Su contrincante era muy parecido a él en base al cuerpo, pero le faltaba estatura. Eleonor se acercó a su novio para pasarle la mano por su pelo chorreado de sudor y decirle de manera reconfortante que podía derrotar su contrincante como con todos los demás.

Unos que otros espectadores y hablantes del público comentaban que esta era una de las peleas que más había tardado Ever en ganar. Eleonor no hizo caso omiso y continuó pensando sin duda alguna de que su novio ganaría la pelea.

Volvió a sonar la campana. Ever salió confiado y tomó la iniciativa pero su adversario bloqueó todos los golpes. Después fue quien dirigió un ataque fulminante a la cabeza de su contrincante dejándole completamente descolocado. El mantenía el equilibrio por instinto pero era obvio que estaba medio grogui. Sacaba la izquierda de vez en cuando queriendo aparentar normalidad, pero aquellos golpes no tenían fuerza ni coordinación. Ever le tanteó un instante con algunos movimientos fugaces y cuando lo vio más claro reponiéndose de los anteriores golpes que no pudo bloquear, le lanzó con todas sus fuerzas un derechazo a la mandíbula que lo mandó directamente a la lona. El árbitro comenzó la cuenta pero su contrincante ni se movía. Viendo el panorama el árbitro dejó de contar en el 2 y dio el combate por finalizado. Cuando lo levantaron lo llevaron a su rincón y subió el médico. Le examinó con atención fijándose en sus pupilas y tomándole el pulso mientras le colocaban una mascarilla de oxígeno. Al mismo tiempo subió corriendo al ring Eleonor quien le abrazó y le besó todo sudoroso apretándolo con fuerzas. El público gritaba eufórico y algunos que otros tomaban fotografías. Aquello era buena carnada para el público. Ever se acercó allí para comprobar el estado de su rival. La escena le pareció tan lamentable que volvió a dar media vuelta y regresó sobre sus pasos. Después saludó al público y bajó del cuadrilátero camino del vestuario en compañía de su equipo mientras aquel con el que había peleado seguía allí arriba en mitad de todo aquel circo.

Trataron de pasar dentro de todo el montón de gente que se lanzaba sobre Ever queriendo abárcalo mientras su equipo trataba de que lo dejaran en paz, sin embargo Ever enloqueció cuando de pronto sintió que tiraron de la mano de Eleonor soltando el agarre que estos dos tenían, en ese momento el boxeador de detuvo en busca de su novia pero no la veía entre el montón de gente, su corazón que no dejaba de latir muy rápido todavía empezó a ponerse peor, su respiración no podía controlarla y sintió una punzada en su lado izquierdo que le decía que Eleonor estaba en peligro.

—¡ELEONOR! — dentro de toda la bulla, la música alta, la gente vociferando y gritando "Zeus campeón" se escuchó claramente al boxeador gritar como nunca el nombre de su novia al lograr ver la cabellera roja ser sacada sobre un hombro como si fuera un saco de papas.

Nunca en su vida él había tenido tantas ganas de matar a nadie como justo en este instante donde sentía que su vida estaba en peligro... y no, no la de él, claro que no. Estamos hablando de ella, Eleonor es su vida.

Sin importarle nada ni nadie corrió entre toda la multitud siguiendo en todo momento lo único que se veía de ella, su cabello.

La nena del boxeadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora