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Eleonor.

Vernos sentados a todos en la mesa me hacía sentirme muy contenta. Era como que había recuperado mi familia. Los problemas se habían resuelto, ya no había cabos sueltos y lo que sea que viniera ahora ya se sabría como entrarle y enfrentarle. Mientras tanto solo me quedaba disfrutar.

—Puedes conseguir trabajo cuando quieras, tienes una excelente carrera finalizada — papá hablaba con Ever.

Ya sabían sobre él todo lo que ya ustedes saben. Su profesión, su fanatismo con el boxeo, habló sobre su preparación física, y contestó todas las preguntas a las que mis padres le hicieron respecto a sus gustos y su vida personal.

—Ya se lo he dicho muchas veces— Lucia apoyó a mi padre.

Mi suegra, había traído una ensalada rusa riquísima. Es su especialidad y quiso agradarnos con ese gesto amable para el almuerzo.

—Mi hermanita sabía que no podía juntarse con un loco, supo escoger bien—Michael intervino.

Sonreí.

—Qué fue lo que más te gustó de él, Eleonor? — mamá comenzó con sus preguntas.

Yo lo miré. Nos habíamos sentado juntos, su mano estaba entrelazada a la mía, tuve que soltarla para poder prepararme para hablar y hacer mis acostumbrados gestos.

—Bueno, lo primero que vi obviamente fue su físico — Michael sonrió cruzándose de brazos, Lucia rió por debajo, Ever sonrío airosamente, mamá me miró asintiendo pícaramente y papá tenía los ojos clavados en mi ante esas palabras.

—Ya sabía yo— emitió mi hermano. Todos rieron.

—Déjala hablar, shshs— mamá lo mandó a callar.

—Lo vi y en realidad me sorprendió ver lo grande y fuerte que era ante mí. Se comportó como un completo idiota llamándome nena, lo vi tan arrogante, con grandes aires creyendo ser el mejor en ese lugar y eso no me agradó. Tuvimos roces conflictivos de inmediato pero, cuanto cambió mi perspectiva sobre él cuando lo conocí, cuando lo traté y cuando lo tuve completamente para mí. Me di cuenta que aunque la gente lo creyera un monstruo, tenía el corazón más lindo de todo el mundo. Cuando Michael estuvo en la cárcel fueron sus brazos los que me llenaron de calma y no saben lo mucho que eso me chocó. Sentí paz junto a él, me di cuenta de lo noble que era su corazón y que aunque no fuera para nada romántico, lo intentaba todo solo por mí. Me llenó su manera de cuidarme y de hacerme sentir especial, en realidad yo siento que soy su centro de atención. Y ni hablar de lo mucho que me respeta, no es machista, no es obsesivo, no es violento. En síntesis, me gusta su forma de ser, su manera de mirarme, su manera de tratarme, su manera de quererme. Me gusta la capacidad que tiene para hacerme feliz. Me enamora su madurez, su porte, su sonrisa... por Dios ya, que no acabaré hoy— todos hicieron gran algarabía, me dio un poco de vergüenza así que me refugié en Ever sintiéndolo apechugarme.

—Confirmo, he perdido a mi hija, repito, la he perdido— papá siempre de bromista hizo un comentario que hizo reír a todos mientras que mamá y Lucia nos miraban sonrientes.

—Por favor, papá! Sigo siendo tu niña— traté de no hacerlo sentir celoso.

—Ever cambió muchísimo. Yo tengo que admitir que duré varios días dándole mente a las actitudes y el semblante distinto de mi hijo. Con la llegada de Eleonor a su vida él estaba más alegre, se mostraba más tranquilo, sin tanto peso en las facciones de su rostro. Luego de casi explotarme las neuronas conocí a la hermosa Eleonor, donde me di cuenta de que ella era la razón de la felicidad de Ever. Y cuanto me alegra, no sé quién está más feliz, si yo u él— Lucia dijo unas conmovedoras palabras que me hicieron sentir muy contenta. Me alegra haber llegado a mejorar su vida.

Ever besó mi frente.

—Y pues yo ni hablar de Eleonor, siempre andaba más de prisa que un cohete y no tenía idea que se trataba de un muchacho, hasta que la vi llegar en un BM una noche, diciéndome que había sido un taxi, mentira que no me creí por más ingenua que me crea. Allí comenzaron mis sospechas, ya me temía que estaba enamorada. — mamá habló.

—Escapaditas con el boxeador... que cosas eh? Mi hermana es una traviesa. Pero mejor dinos tu Ever, que le viste a la insoportable Eleonor? —

Me reincorporé para verlo hablar. Que no había comenzado y ya yo tenía los dientes fuera.

—La primera vez que la vi en aquel pasillo de la guarida, desorientada buscando a Michael, pensé que era una nena ingenua, por eso la molesté, porque tenía una carita muy inocente, desprendía mucha delicadeza y se me hizo imposible no querer molestarla o asustarla, pero creo que me salió el tiro por la culata, resultó tremendo mujerón, tremenda leona que me desafió sin ni siquiera imaginarse que era un boxeador. Pequeñita pero muy grande a la vez. Ella tiene la sonrisa más pura que he visto en toda mi vida. Sus dienticos alineados y muy pequeños como si fueran de leche. Sus labios carnosos, su melena cobriza que tanto me llamó la atención desde que la vi. Esos ojos verdes que me matan y que disfruto ver agrandarse cuando discute conmigo... Y saben qué? me causó mucha rabia darme cuenta de que estaba siendo dominado por una nena de cinco pies y tres pulgadas como mucho. Yo mismo me quise golpear cuando vi que no podía controlarme ante ella. Desde que nos dimos nuestro primer beso, desde ese Entonces me amarré yo mismo, me hechicé. Por ese primer beso me convencí de que quería todo de ella. La chica con el corazón más noble que conozco, y la que verdaderamente me irradia paz, la que no me juzga, la que me envuelve de su cariño. Mi Eleonor, a quien pienso cuidar y proteger sobre todas las cosas. Ella es tremendamente atractiva, y no hablo solo de su cuerpo, sino también de su mentalidad. Y eso, eso vale por mil—

—Rayos sí que está enamorado! — papá exclamó aplaudiendo.

Yo no pude hacer más que volverlo abrazar sentados en la mesa. Esto era de lo que yo les hablaba chicas. Los hombres si cambian cuando quieren a una mujer, ESO SI OCURRE.

—Siento hasta envidia— Michael se cruzó de brazos haciéndonos reír a ambos.

—Hacen una pareja preciosa. Me hace querer llorar escuchar a mi hijo hablar así — Lucia emitió.

—Mamá por favor— Ever le dijo entre sonrisas.

—Fueron palabras muy hermosas. Yo espero, o mejor dicho, les deseo lo mejor del mundo. Ya están pensando en que quieren para su futuro? En lo que pueden ofrecerse mutuamente? — mamá habló.

—La verdad es que quería comentarles que, Michael y yo como hemos decidido dejar el boxeo como carrera, abriremos un gimnasio de entrenamiento de boxeo. Será un proyecto grande, muy grande. No queremos iniciar pequeños, queremos hacer un boom. — en la mesa tras sus palabras se pusieron muy contentos. Hicimos gran algarabía, un beso en su mejilla planté con delicadeza.

—Caramba! Me gusta la idea— Mamá se alegró.

—Deseo para ustedes mucho éxito. Me pone contento saber que quieren ser sus propios jefes. Y ustedes ya tienen una gran ventaja, conocen muchas personas de su mismo vínculo que pueden llevar a otras, ya sea conocidos, familiares o que hagan la recomendación de su gimnasio. Es muy buena la idea ya que así no tendrían que ir a uno ilegal. Los felicito— papá emitió con gran visión y buena vibra.

—Yo ni tengo que hablar, nadie más que tu sabe de negocios, Ever. Estoy seguro de que tú y Michael se apoyaran uno en el otro con sus dones y llevaran su proyecto a la cima. —

—Felicidades a ambos, los hombres de mi vida trabajando juntos... es muy seguro que brillen en lo alto. Confío en que lo que tienen en mente se les dará exitosamente. —

Ambos me sonrieron, Ever entrelazó otra vez su mano a la mía y me dio una de esas miradas con la que me besaba.

—Brindemos por la vida de estos jóvenes, para que siempre estén llenas de luz—

Y no hubo mayor felicidad para mí que esta, al final mamá y papá habían hecho las paces con Michael, y pues yo también. Finalmente nuestra familia volvía a parecer lo que un día fue cuando éramos muy pequeños. Las sonrisas sobraban y ahora con dos integrantes más. Mi Ever y su madre, la suegra más dulce del planeta.

En el pecho no me cabía tanta alegría. El amor había tocado mi puerta para quedarse, uno muy bello, puro y sano. Estaba agradecida con la vida por haberme topado con Ever ese día en la guarida, amo que fuera ese día, a esa hora y en ese pasillo. Él me cambió la vida, como yo le di vuelta a la suya.

La nena del boxeadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora