35

32.9K 1.8K 60
                                    

Eleonor.

La casa estaba a solas, no sé hacia donde se había ido mamá pero ella no estaba, después de nuestra pelea se desapareció y pues, papá todavía estaba en el bufete trabajando. Yo iba de salida hacia la biblioteca, cerraba a las nueve por lo que me tomé un café antes de salir.

Al cerrar la puerta, me tomó de sorpresa ver a Michael fuera con su auto encendido. Nuestras miradas chocaron pero, de inmediato la esquivé y me hice como la que no ví a nadie, tratando de ignorarlo. Aún continuaba dolida con él.

Sin embargo, lo vi analizarme y antes de que pudiera abrir mi coche para subirme, caminó hacia mí con paso apresurado y me cargó por las malas como un saco de papas.

—¡Suéltame! ¿Qué haces? ¡Bájame! ¡Suéltame! ¡Bájame idiota! — empecé a gritar sin importar que me escuchara todo el vecindario pataleando en su agarre.

No me dijo nada, a la fuerza me subió a su auto y me colocó el cinturón de seguridad, dio la vuelta al coche, tomó el volante y arrancó de allí a muy alta velocidad.

—¿Qué diablos te ocurre jodido boxeador? ¿Bájame! — le grité en el pequeño espacio incluso lastimando mis propios oídos.

—Tenemos que hablar— a penas me contestó.

—A donde me llevas? Yo no quiero hablarte! — le volví a gritar.

—No me importa si no quieres hablarme. Yo soy tu hermano y me vas a escuchar. Lo primero es que he sido un jodido cabron, me comporté como un idiota. Sentí celos de mi propio amigo y dije palabras que no tenía por qué decir. Me sentí excluido de tu vida y adolorido porque tenía que aceptar que ya no eres una niña y que aunque para mi sigas siendo una nena, ahora eres la nena de Ever. Fui egoísta porque todo lo que me pasaba era malo, y a ti te estaba pasando una etapa muy bonita en tu vida. Y lo siento, te ofendí con una palabrota que me hace saber que estuvo bien merecido el puñetazo que me dio Ever. Ya sé que me comporté como un niño, pero es que te amo porque eres mi hermanita, y joder... no me gusta ser tan sentimental pero en verdad lo siento. Vuelve a mi vida con tus mensajitos, tus regaños, tus berrinches. Te extraño como nunca enana y me jode saber que estás enojada conmigo, perdóname — su voz angustiada y apagada, su cara triste... sus palabras. Los ojos se me aguaron cuando lo escuché hablar.

Tuve que llevarme las mano a los ojos, porque en verdad me parecía muy sensible este momento. Tenía tantos dolores conservados en mi corazón que lo mejor que podía pasarme es que cada uno fuera liberándose.

—No llores, tan solo dime algo pero no llores — su voz volvió a ponerme melancólica.

—Nunca pensé que fueras a reaccionar así — fue lo único que pude decirle.

—Fui un idiota pero te adoro, eres mi sangre y quiero verte feliz. Tu eres muy importante para mí y no quiero que nada malo te suceda, si quieres tómate tu tiempo para pensar si perdonarme o no, porque es entendible que no quieras darme respuesta inmediata. Me comporté como un cabron y no solo contigo, también con Ever. Ustedes fueron los únicos que me apoyaron en todo momento y yo no les di ese apoyo que merecían, por ende hoy he ido a pedirle perdón, me enteré de que han peleado, no he querido saber el motivo porque ya me comprometí a no meterme en su relación, pero le quiero ayudar a que tú le perdones por lo que sea que te hayas molestado. Ever es un tremendo tipo, es... él resulta ser guapo para las chicas — al decir estas palabras primero lo pensó y tartamudeó, creo que su orgullo de hombre le impedía decirlo del todo sincero. Normal. —Es muy inteligente, activo, intelectual, interesante, buena persona... tiene muchas cualidades que lo hacen ser un buen hombre y creo que lo que sea que haya pasado entre ustedes solo ha sido cuestión de los momentos que se han estado atravesando luego de que intentaran secuestrarte, cosa que no tiene ya por qué afectarles. Por eso él te está esperando, Eleonor— después de hablar por un largo rato mientras conducía se detuvo en un lugar solitario, donde estaba aparcado el auto de Ever, quien cuando Michael le tocó el claxón de su coche se bajó de su BM y sin dejarme contestarle nada a mi hermano abrió la puerta del lado del copiloto en donde estaba sentada.

—Muchas gracias, Michael— Ever le dijo a mi hermano tomándose el atrevimiento de desabrocharme el cinturón de seguridad. Yo los miraba sorprendida por tal coordinación que tenían, en parte me alegraba que volvieran a hablar. Hacen un buen dúo.

Pero volviendo hablar de Ever se me erizó la piel cuando lo sentí cerca de mí y cuando su aliento chocó con mi rostro. Y tal vez dirán, ¿todavía te sigue ocurriendo esa tontería ante su cercanía, Eleonor? Y les contesto que sí, él despierta en mi todos mis sentidos. Además, no verlo estos días me estaba volviendo loca, no escuchar su voz, no sentirlo tocándome, no sentirme bellaca por sus seducciones... eso era un martirio.

—Me la cuidas. Eleonor pórtate bien y escúchalo — mi hermano como siempre, diciéndome que hacer.

—No quiero ir con él— le dije a Michael sin mirar a Ever.

—¿Segura? — mi hermano me cuestionó.

Maldito...

—Mírame Eleonor, déjame mirar tus ojos, quiero que sean ellos quienes me lo confirmen— les juro que escucharlo decirme aquellas palabras me puso los pelos de punta. Se me hizo imposible no mirarle.

Conecté con sus ojos negros, los cuales se apaciguaron cuando le correspondí la mirada. Pestañeó varias veces indagando en mi interior con una mirada fijamente.

—No hagamos las cosas más difíciles, hablaremos y tan pronto como terminemos yo te llevo a tu casa si no quieres estar mucho tiempo a mi lado. Pero al menos escúchame, tus ojos me dicen que si tienes ganas de oírme — me habló.

¡AH! ¡Joder!

—Te escucho y me voy— traté de sonar determinada.

Él asintió y me brindó su mano para ayudarme a bajar.

—Yo puedo sola—

La nena del boxeadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora