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Ever.

Me levanté muy tarde hoy. El día de ayer no había sido fácil y necesitaba estar lo suficientemente descansado para iniciar el día. Lo primero que hice al abrir mis ojos fue responder los mensajes de Eleonor, con quien no había dejado de soñar toda la noche, ni siquiera puedo creer que ni en mis sueños yo pueda ser capaz de no estar totalmente apegado a ella, porque no diré obsesionado ya que no lo estoy. Yo quiero que ella sea muy libre y propia de sí misma sin ningún control compulsivo de mi parte, pero también me siento con la necesidad de saber de ella siempre y de protegerle en todo momento.

La verdad es que no puedo describir con palabras totalmente descriptivas lo que sentí ayer cuando vi que ese maldito se la llevaba como si fuera un objeto. Creo que el corazón se me detuvo, ni siquiera puedo recordar lo que se decía en ese momento, si había bulla o no, si me miraban o no, yo solo sé que dejé de escuchar, tan solo en mi cabeza se reproducía la voz de ella que me decía que la salvara. Y no, no estoy creyéndome ser un superhéroe, claro que no, pero me hace sentir bien conmigo mismo saber que le partí la cara e impedí que me la quitaran.

A pesar de no ser un hombre romántico anteriormente, yo siempre he sabido el valor de la mujer, he aprendido que cuando dicen que no es que NO. Que nunca se debe obligar a una mujer a NADA y me emputa que otros no sepan actuar, no sepan respetar. Por eso puedo decir que se me metió el diablo al ver a mi chica totalmente indefensa siendo llevada a la fuerza por un extraño que quién sabe si era violador, asesino, o drogadicto. Y ya sé que Eleonor es una mujer muy capaz, de carácter fuerte, de agallas, pero tengo la suficiente seguridad de que se hubiera vuelto nada ante una situación que ni siquiera me quiero imaginar. Yo sé que no hubiera sabido cómo reaccionar, que se hubiese roto en llanto, y tan solo pensar en que ella estuvo muy cerca de pasar por un momento horrible en el que lo más probable era que la violaran y la golpearan me volvían loco, o más bien, eso fue lo que me enloqueció y provocó que le diera tantos golpes como pude. Y eso, que yo podía pasarme horas golpeándolo allí en el suelo porque ganas y fuerzas nunca me iban a faltar, pero corrió con la suerte de que me separaron de él.

Ni siquiera estaba siendo consciente de qué Eleonor estaba ahogándose en su propio llanto creyendo que lo iba a matar. Viviendo una agonía cada segundo que pasaba mirándome entrarles a puñetazos limpios a otro hombre, y solo por ella dejé las cosas como estaban, solo por ella para que no presenciara esa parte de mi tan fea, solo por ella hasta que Michael empeoró las cosas.

Ni siquiera pasaron dos minutos, ni siquiera me pude relajar, no pude respirar hondo, no pude mirar bien a la cara a Eleonor y abrazarla para confirmar que estaba conmigo. Él nos cayó encima reclamándonos sin piedad alguna, sin esperar, sin darnos un chance a pestañear para pasar de hoja... no me dio tiempo a enfriarme y con las palabras que dijo mi puño no tardó en golpear su mejilla. Desde ahí todo se volvió un desastre y terminamos en la casa de los padres de Eleonor, donde allí también ocurrieron cosas que no me molestaron en lo absoluto, al contrario, en parte las palabras de Eleonor si fueron bastante dolorosas, por ejemplo que ahora es su decepción, eso me dolió demasiado, como si fuera a mí. Y la otra razón es por como habló de mi frente a su familia dándome mi lugar le gusten o no.

Ya me encontraba cómodo porque las cosas se han aclarado a la perfección y no habitan secretos.

Pero bien, ahora no me encontraba con Eleonor, pero si con mi madre. Pues luego de esta mañana levantarme tarde en casa, almorzar y entrenar, quería entretenerme unos cuantos minutos antes de que Mamá se fuera trabajar.

—Esa pelea de anoche te dejó noqueado— mamá me miró los nudillos. Los mismos que habían sido curados por Eleonor anoche en la cocina de su casa donde en todo momento no hice más que mirar lo hermosa que era, mientras la tentación me carcomía por dentro al querer comérmela justo en cualquier encimera de esas que adornaban el espacio.

—Al menos gané — traté de disimular un poco.

—No me extraña— fue lo que contestó antes de que tocaran al timbre.

Ella se puso de pie y fue a abrir la puerta un poco extrañada porque a nosotros nadie nos visitaba. Los vecinos de al lado de vez en cuando porque asisten a la misma iglesia que mamá y ahora, mi novia. Pero yo era consciente de que no sería Eleonor, ella me avisaría antes.

—Buenas tardes, señora. ¿Acaso se encuentra Ever Rutherford? — esas palabras fueron las que escuché proveniente de la puerta, así que de inmediato me levanté del sofá y me topé con la sorpresa de que la policía me buscaba. Dos hombres uniformados estaban frente a mi madre con la placa en mano.

Mamá me miraba sin entender, podía ver su miedo en sus ojos.

—Soy yo— emití automáticamente.

—Tiene usted una orden de arresto por agresión al señor José Márquez al que agredió en la noche de ayer y hoy está grave de muerte— uno de los oficiales habló mirándome fijamente y mostrándome unas esposas.

—¿Qué? — mamá llevó sus manos a su boca y sus ojos se aguaron.

—Yo estoy dispuesto a entregarme. — les dije mostrándole mis manos para que las esposaran.

—Mamá, todo va a estar bien, te lo prometo. Llama a Eleonor, ella sabrá qué hacer — le dije por último besando su frente mientras los policías me tomaban y me sacaban de mi hogar para llevarme a la comisaría.

Me partió el alma verla totalmente roja, pasmada, asustada, sin saber qué hacer, ni cómo actuar. Pero calmada supo quedarse quieta y no empeorar la situación impidiendo que me llevaran. Yo no esperaba menos, sabía que en cualquier momento podían mandarme a buscar, pero era las consecuencias de mis actos.

Actos que no me arrepiento de haber cometido. Por mi se puede morir ese infeliz y no me voy a retractar. Nadie toca lo que es mío, mucho menos a mi nena. Todo en esta vida tiene un precio, el pagó por querer quitármela.

La nena del boxeadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora