5. Antes de desayunar

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Eran cerca de las once de la noche cuando el timbre sonó. Llevaba cerca de veinte minutos yendo de arriba abajo en la sala del departamento y ahora era momento de detenerme y responder al llamado.

SeokJin estaba frente a la puerta sosteniendo una maleta pequeña, con la mirada perdida y los ojos enrojecidos producto seguro de un llanto poderoso, pero en esta ocasión no iba a preguntarle nada. Lo invité a pasar con un movimiento de manos.

Su presencia se sentía fría como el clima de la ciudad, simplemente estaba ahí plantado en medio de la sala sin moverse, el único ruido que indicaba que estaba vivo era su respiración agitada.

Me paré frente a él y descubrí el tenue color rojo que le coloreaba la mejilla izquierda. Hacía mucho tiempo que no me sentía tan empático con alguien, pero al parecer, la vida se empeñaba en arrastrar ante mí a un hombre roto que juagaba a ser un adulto.

No quería decir nada que lo alejara, o que le hiciera creer que sentía compasión por él y aunque me picaban las manos por tocarlo y atráelo a mis brazos, lo único que hice fue guardarme las manos en los bolsillos de los jeans.

-Lo lamento- dijo él rompiendo el silencio con la mirada clavada en el suelo.

-No te estoy pidiendo una disculpa – respondí, porque sabía que él lo estaba haciendo por el incidente de hacía unas horas.

-Gracias- y al tiempo que pronunció esas palabras su mirada se encontró con la mía.

-No hay de qué, puedes quedarte el tiempo que necesites – en sus ojos podía leer dolor, coraje, agradecimiento y ... miedo.

>> Te enseñaré tu habitación – le dije intentando mejorar el ambiente que se respiraba.

Me siguió de cerca pero sin pronunciar palabra hasta el cuarto contiguo al mío. El Jin risueño y juguetón que había estado conmigo en el roof garden a medio día se había esfumado.

-Siento que sea tan simple, en realidad no la ocupaba, pero cuenta con lo básico – le señalé la cama a la que le había cambiado las sábanas y él dejó la maletita a un lado de ésta.

-Muchas gracias JungKook- dijo y el escuchar mi nombre completo saliendo de sus labios y no el familiar JK me hizo sentir como si SeokJin por primera vez notara que yo había crecido.

Asentí con la cabeza y me di vuelta para salir de la habitación. Sabía que él necesitaba su espacio y yo no quería estorbarlo más.

- ¿Puedes quedarte? -preguntó y me congelé en la entrada -quizá ahora que seremos roomies, necesites saber unas cuantas cosas antes de pedirme amablemente que desaloje la habitación- intentó reír pero el sonido que le salió de la garganta fue un quejidito ahogado.

La mirada que encontré en su rostro sólo me indicaba que él de verdad necesitaba ser escuchado. Me recordaba a mí en muchas maneras, éramos como casas rotas.

Jin se sentó en la alfombra del piso con la espalda pegada a la cama y yo tomé lugar a su lado abrazándome las rodillas.

-Procuro comprenderla ¿sabes? ha pasado por tantas cosas y estoy seguro de que su estilo de crianza radica en que quiere lo mejor para JiMin y para mí – yo sabía que se refería a su madre, porque ella era la raíz de la persona en la que él se había convertido.

>> Es sólo que es tan difícil para mí complacerla – se río con esa cadencia grave que emitía cuando fingía alegría -y al mismo tiempo quiero que se sienta orgullosa. JiMin es mucho mejor que yo en ese sentido. A veces creo que si yo no fuera el hijo de su matrimonio fallido las cosas serian distintas, pero no puedo cambiar eso.

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