5. Otra vez vinieron tus ojos a buscarme

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-¡JunKook! - gritó ella con la voz desesperada. Sus llamados eran inquietos, como cachorrillos que intentan salir de una caja de cartón - ¡ven aquí ahora mismo! - continuó y su voz pasó de la urgencia a la angustia.

No sabía que estaba espiándola desde detrás del árbol de cerezo que vivía en el terreno abandonado frente a casa. No sabía que podía verla colocándose una mano sobre la frente a modo de visera para buscarme. No sabía que se me desbordaba el corazón de amor sólo de saber que me esperaba con inquietud.

Me eché a correr como un potrillo salvaje y cuando no podía verme porque estaba de espaldas a mí , me aferré fuerte a sus piernas.
-Te atrapé- le dije con un susurro.

Sus manos desordenaron mi cabello dulcemente.
-Mi pequeño- pronunció despacio, del mismo modo en el que abres los ojos por las mañanas -No vuelvas a asustarme así- dijo levantando el dedo índice.

>>- Vamos, se acerca una tormenta y es mejor estar a salvo - declaró, al mismo tiempo que extendía una mano para que yo se la tomara.

-¿Cómo sabes eso mamá? - le dije sin comprender de qué manera era posible que estuviera enterada.

-¿Ves esa nube oscura? - señaló el cielo gris y de pronto mis sentidos cobraron vida. Fui consciente del aroma a humedad que bailaba despacio en el aire, tenía notas a tierra mojada y a hielo, de ese que se empieza a acumular sobre los ríos. Delgadito y delator.

Asentí consciente de esos pequeños detalles que a un niño de ocho años le pasan inadvertidos.

>>Además ya el aire se ha convertido en viento fuerte ¿puedes escucharlo aullar? - preguntó colocándose una mano cerca de la oreja izquierda.

-Tienes razón - le respondí sorprendido.

Se detuvo delante de mí y al acuclillarse a mi altura me cerró el suéter botón por botón.

-Cuánto más vayas creciendo más irás distinguiendo cuando una tormenta se aproxime y debes estar preparado para ello. Protégete mi amor, siempre hazlo.



Mi mente evocó el recuerdo y las sabias palabras de mi madre, porque los ojos avellana de SeokJin sólo podían indicar una cosa: Tormenta.

-Hola Jin- fueron las únicas dos palabras que atiné a decir porque sonaría pésimo recibirlo con un "Estuve a dos minutos de salir corriendo de aquí porque no soporto ver cómo rehiciste tu vida sin mí"

-Hola- dijo bajito, con cuidado, como si esa sola palabra pudiera fragmentarse en  pedacitos de cristal que nos desaparecieran de ese plano.

Estaba escuchando su voz, la que por tantos meses se había quedado guardada en el cajón de mis recuerdos, la que me había dicho "te quiero y te deseo" entre jadeos contenidos, la que después pidió que lo entendiera  porque se había casado por deseos de su madre, pero doblegando los suyos.

Quizá estaba alucinando. Era claro que no había aprendido a leer a SeokJin, así que podría estarme equivocando garrafalmente al pretender que sentía que él también estaba nervioso porque ¿Cómo un hombre tan exitoso como él podría estarlo? ¿Cómo un hombre como él que había preferido tirar todo a la basura en lugar de seguir a su corazón podría siquiera atreverse a dudar un instante?

Y de nuevo las miles de interrogantes comenzaron a asomarse por la superficie de mi piel, mis dudas, mi tristeza, las noches en vela, el sentimiento de no ser suficiente, la furia que había acumulado contra él y el amor que aún le profesaba.

-En realidad nosotros tenemos que irnos, me dio gusto verte- dije y comencé a moverme un poco para que JooHyuk entendiera que tenía que salir de ese maldito lugar de una vez por todas, pero él se limitó a arremangarse la camisa y moverse muy despacio en mi dirección.

Sobre la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora