1. No quisiera que pensaras que no te pienso porque no te escribo.

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La primera vez que recibí un beso pensé que eso de sentir mariposas en el estómago era una mentira. Había sido sólo un contacto, un simple roce contra la piel, un acto que no había despertado ninguna terminal nerviosa en mi sistema.

Los besos que vinieron después fueron evolucionando. Mi larga trayectoria de conquistas me hacía sentirme un experto en la materia. Hasta el día en el que besé a un hombre. 

Y no sólo por ser alguien de mi mismo sexo sino porque se trataba del chico del que me había enamorado sin proponérmelo.

Recordaba todo sobre el primer beso que había compartido con JungKook. El sudor en mis manos, el titubeo de mis dedos al enredarlos en sus largos cabellos, la desesperación de mi lengua que buscaba abrirse paso en su boca, la manera en la que mis dientes se hincaron en la suave piel de su labio inferior y hasta el gusto a hierro de la sangre que brotó entre nosotros. 

Este beso no le hacía justicia a mis recuerdos. 

Aunque había habido fuerza en el mero acto de acercarme a él,  cuando nuestros labios se volvieron a encontrar no se sintió como una colisión sino más bien como una caricia. 

Mentiría si dijera que no estaba nervioso porque aún parecía un sueño, pero realmente besaba al amor de mi vida, porque eso representaba JungKook para mí aunque me hubiera tomado tanto tiempo admitírmelo a mí mismo.

Me puse de rodillas para estar más cerca de él, como si no fuera suficiente ya el nulo espacio que había entre nosotros. 

Nada parecía raro, era como si todo el tiempo hubiera sido así, mis manos sobre su regazo, las suyas envolviendo mi nuca y mi cabeza, sus largas pestañas haciéndome cosquillas sobre los pómulos y la nariz, y sobre cada rincón de piel que tocaran. No supe en qué momento mis piernas ya no se encontraban en el piso sino que estaba completamente a ahorcajadas sobre él en el sillón donde hasta hacía unos minutos había estado sentado. 

Sus hábiles dedos deshicieron cualquier duda que hubiera podido experimentar antes al deslizar con suavidad cada botón por el ojuelo, sus dientes caminaron despacio por el contorno de mi mandíbula.

-Jin...- gimió por lo bajo y pude sentir como sus manos comenzaron a sacar el resto de mi camisa del pantalón y a tocarme la espalda baja. 

Estos besos eran apremiantes, necesitados, pero al mismo tiempo cuidadosos y precisos. Sólo había besado de esta forma a JungKook en mis mejores sueños y esperaba con toda el alma que él también lo hubiera hecho así conmigo. 

El roce de sus labios corrió por la extensión de mi cuello y la camisa que me cubría se deslizó en un segundo al piso de su oficina. Definitivamente se sentía tan irreal que tuve que recordarme que JungKook era quien me sostenía por la cintura con un fuerte brazo y que eran su boca la que había dejado huellas mojadas sobre mi pecho. 

En un instante me cargó y me dejó en el suelo, sin deshacer un beso intenso llegó a la hebilla de mi cinturón y lo desabrochó por completo. 

-Sabes que si vamos por ese camino ya no podremos parar ¿verdad? - le dije con la voz más amortiguada de lo que me gustaría mientras me ayudaba a salir de mis pantalones y se ponía en pie mirándome con hambre en los ojos. Algo que no había visto aún en él pero que hacía que el pecho me explotara. 

Él también me deseaba. 

No lo mereces  canturreó mi voz interna al mismo tiempo que lo veía dar un paso atrás. 

Fue como si en ese momento hubiera recibido un golpe de realidad, como si todos mis pecados le hubieran explotado en la cara. 

El estar casi desnudo delante de él o la situación en la que nos veíamos no me importaba. Todo lo que realmente tenía sentido era el dolor que reflejaba el rostro de JungKook. Ahí dónde había habido deseo ahora se alzaban muros. 

Sobre la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora