10. A veces nieva en Abril

202 48 3
                                    

Dejé con cuidado la grabadora sobre la cama. Aún seguía sintiendo mía la habitación en la que estaba, parecía que JungKook no había tocado nada en ella y aquello sólo me confirmaba que seguía esperando que regresara y yo quería hacerlo más que nada en el mundo pero las ataduras a veces eran más fuertes que tus deseos.

Me acerqué a la mesa de noche, aquella que había sido testigo de las horas de insomnio intentando ponerle un nombre a lo que sentía; la encendí lentamente mientras me sentaba sobre ese extremo de la cama. Sabía lo que tenía que hacer; alejarme para siempre de él.

Jungkook se había ido colando lento y sólido en mis pensamientos, sólo podría describir lo que me hacía sentir como esa autora que me encantaba había escrito: "Su presencia en mi vida era enervante, de un modo que no acababa de entender, que él pareciera conocer mis motivos de un modo que nadie más hubiera adivinado"

Supe demasiado tarde que había caído despacio por sus ojos grandes en los que se reflejaban las estrellas, supe que necesitaba escuchar esa voz susurrante para poder conciliar el sueño al día siguiente de no haber vuelto a casa, supe de golpe que estaba enamorado de él así como también supe que nunca podríamos estar juntos.

La realidad es que en el interior seguía siendo tan cobarde como el día que me encontré buscando refugio en su casa. Irene se había presentado esa tarde y con cuatro palabras había desestabilizado mi pequeño mundo que se reducía a los lunares que se formaban en el rostro de JungKook. "Tu madre está enferma" había dicho ella y todos los cimientos que creía firmes se habían derribado.

-Créeme que venir a suplicarte que regreses es lo último que quiero SeokJin, pero ella se ha portado como mi propia madre y se lo debo - me dijo acusándome con la mirada.

-Estoy seguro que no es más que un chantaje Irene, estás cayendo en él ¿no te das cuenta? - le espeté con ácido en la voz.

-Chantaje o no, ambos podemos hacerlo. Si lo que dicen los médicos es real, podríamos darle una última alegría antes de...

Fue ahí cuando los orbes se le llenaron de agua y dejó de emitir palabras. Sabía a lo que se refería y no quería aceptar que aunque en el exterior tuviera una máscara de indiferencia, por dentro estaba temblando.

Estuve a punto de sacudirla por los hombros y desmoronarme frente a ella. Suplicarle que no terminara con el sueño que estaba viviendo, que me dijera que era una pesadilla y que no tenía que hacer nada cuando mi mirada se encontró con la de él y sentí como la chispa de mi corazón se apagaba.

Tenía que renunciar a lo que más deseaba en el mundo. JungKook.

Irene siguió el rastro de mis ojos y antes de dar un paso atrás para irse pronunció las palabras que más temía que dijera.

>>Somos bastante mayores como para hacer cosas por placer, espero que tomes la decisión correcta.

Al día siguiente volví a casa de mi madre.

Había pasado una semana, me había dado ese plazo; si mi madre no mejoraba en una semana entonces haría lo que ella esperaba de mí. No lo había hecho. Por el contrario, la luz en sus ojos seguía apagándose.

"Cáncer de páncreas" habían dicho los médicos, el tipo de enfermedad que siempre se detecta en fases terminales, tan terminales como cualquier rastro de esperanza de volver a ese sueño en el que había vivido los últimos cinco meses.

Para este punto era consciente de que quizá el hombre del que me había enamorado inesperadamente ahora me odiaba, porque lo había bloqueado de mi vida, no sólo en las redes sociales, ni en el celular, también había impedido que mis emociones siguieran creciendo.

Sobre la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora