Capítulo 8.

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Jughead se despertó temprano. Rayos de sol atravesaban la ventana y los sonidos de los niños corriendo arriba y abajo del pasillo se amortiguaban a través de la puerta. Betty todavía estaba acurrucada contra él, su cabello rubio le hacía cosquillas en la nariz. Afortunadamente, ella se había quedado dormida después de tomar la medicina y él estaba seguro de que su estómago estaba volviendo a la normalidad. Se desenredó de ella, y salió rápidamente de la habitación en busca de cafeína. No se molestó en cambiarse de camiseta y sudadera. El pelinegro dio los buenos días asintiendo a Polly en el pasillo antes de llegar a la cocina. Alice y Hal ya estaban sentados en el mostrador. Hal lo saludó y Alice simplemente sonrió secamente, apretando los dedos notablemente en su taza de café.

—¡Te tengo!—Juniper chocó contra detrás del el pelinegro detrás y Dagwood hizo lo mismo. Cada uno de ellos se aferró a una de sus piernas mientras este se preparaba una taza de café—¡Mami dice que hoy iremos al muso!

—¿Oh sí?—Jughead agarró a la niña, volteándola sobre su hombro mientras continuaba arrastrando a Dagwood. Los gritos de alegría de ambos niños fueron prácticamente ensordecedores.—¿Y qué es un muso?

—Museo.—se rió Polly detrás de él, tomando a su hija antes de que él sirviera una taza de café. Dagwood todavía estaba sentado a sus pies.—¿Betty ya se ha levantado?

—En realidad, creo que Betty y yo nos quedaremos aquí hoy. Se despertó en medio de la noche vomitando. Creo que ya pasó, pero quiero que descanse.

Polly hizo una mueca comprensiva, pero antes de que pudiera decir algo, Alice intervino.—Honestamente, no sé qué vamos a hacer con ella.

Jughead sintió que los músculos de su mandíbula se tensaron. Tenía que seguir recordándose a sí mismo que era la madre de Betty y, a pesar de su maldad general, necesitaba comportarse.—Ella está enferma. No creo que tuviera mucho control sobre eso.

—No creo que sea nada serio.—respondió Alice, tomando un pequeño sorbo de su café. Jughead se sorprendió; Alice Cooper estaba expresando preocupación general por su hija.—Hoy mantendremos a los niños fuera de la casa para asegurarnos de que no sé contagien.

El pelinegro permaneció en la sala de estar por unos minutos más. Se soltó de Dagwood un par de veces más, consiguiendo que tanto él como su hermana se cansaran, antes de regresarse al dormitorio. Betty todavía estaba inconsciente, casi completamente escondida debajo del edredón. Él volvió a sentarse a su lado, con el libro de la noche anterior y el café en las manos. No pasó mucho tiempo antes de que Betty se diera la vuelta dormida, un pequeño brazo rodeó  el estómago del pelinegro, y sintió a la rubia acurrucándose contra él.

Jughead sabía que tenía una sonrisa estúpida en su rostro. No le importaba. Nadie podía verlo. Miró por unos segundos más los desordenados mechones de cabello rubio, y la boca entreabierta de la chica. Este se dio cuenta de que era algo a lo que podía acostumbrarse fácilmente.

( · · · )

Fue el sonido de la ducha lo que despertó a Betty. Ella se quejó contra la almohada, saboreando las secuelas del vómito en su boca. Sus piernas se sentían huecas y su estómago todavía se revolvía mientras rodaba en la cama, mirando alrededor de la habitación vacía. Podía sentir su piel sudada y sabía que su cabello era un completo desastre. Observó un paquete de medicina y un Gatorade en su mesita de noche, tomó un par de pastillas más y algunos pequeños sorbos de la bebida. Por unos segundos, su corazón se aceleró ante la idea de que Jughead fue quién salió a buscar las cosas en medio de la noche para ella.

Hundiéndose de nuevo en la cama, comenzó a preguntarse cómo iba a hacer este viaje para Jughead. No solo tenía que lidiar con su loca familia, sino que se había ido en medio de la noche a buscar pastillas solo porque ella estaba enferma. Fue algo lindo, como cuando él se había enfrentado a su madre dos noches antes. No tenía idea de lo que estaba pasando entre ellos. Fuera lo que fuese, parecía ser mucho más que fingir y ella se preguntaba hasta dónde llegaría.

One Week // Bughead.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora