Capitulo 3

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Llegó la navidad, época en la que me tocó verme con mis papás y mis suegros. No me veían desde hacía meses, y se quedaron sorprendidos con mi look y mi manera de comportame. Sobretodo mi mamá, que me preguntó desde cuándo fumaba y quedó aterrada de la forma cómo tomaba trago... También me dijo que estaba gorda y que yo siempre había sido muy flaca. Yo, simplemente, le dije que me había cambiado el metabolismo después de la operación que me habían hecho. Eso sí, los hombres de la familia coincidían en que estaba espléndida. Por otra parte, mi marido que vivía histérico por mi ritmo de vida se aguantaba que no cuidara el niño, que me gastara todo el sueldo y que llegara a la hora que me diera la gana, por mi cambio en la cama, ya que me comportaba como una puta y le hacía cosas que jamás le había hecho. Típico de los hombres, con tal de tener buen sexo se calman... Es que todos piensan con el pene y no con el cerebro. Cuando pasó diciembre y sus festividades, pedí cita con Diego. Eso fue un 8 de enero y cuando me vio entrar por la puerta se rió satisfecho de ver su obra. Ese día tenía una blusita que transparentaba el wonderbra negro y dejaba el ombligo al aire, además llevaba un descaderado que me marcaba la raja de la cuca. La ropa era dos tallas menos y me marcaba al máximo tetas, culo y cuca. En fin, el hecho es que me mandó a desvestir con el mismo gesto que se le dice a una puta. Una vez desnuda del todo, me pesó.

Había engordado 12 kilos en tres meses, había pasado de 54 a 66 kilos. Me tomó las medidas y los 75-45-75 se habían convertido en 95-65-78. Me confirmó que el tratamiento hormonal me había cambiado el metabolismo, y que ahora era una mujer con curvas pero que no debía subir más de peso. Me hizo toser diciendo que ya tenía la tos clásica de fumadora. Las pulsaciones habían pasado de 60 por minuto a 75. Me tomó la tensión, había pasado de 11.6 a 13.8. Me dijo que todos los cambios eran por la dieta, el cigarrillo y el alcohol. En definitiva estaba comprobando si había cumplido todas las pautas que me marcó. La enfermera (que por cierto estaba buenísima) me sacó sangre para comprobar mi nivel hormonal. Luego me dijo que pasara con la enfermera al baño, para darle una muestra de orina y aplicarme un enema, pues quería verme con los intestinos limpios. Pasamos al baño y delante de ella me puse el frasco entre las piernas y con mucha vergüenza lo llené de orina. Después me metió un tubo de plástico por el culo, el cual me abrió con sus dedos, utilizando guantes de látex, y desde una pera me metió agua templada en mis tripas.

Yo notaba como me entraba el líquido caliente y se me hinchaba el vientre. Después de meterme un par de litros de agua, me dejó acostada en una camilla en el baño y me dijo que antes de evacuar esperara un rato. Me dejó sola como unos 15 minutos. Yo estaba toda llena y desesperada por evacuar, no podía aguantar más. Cuando volvió me dijo que ya podía cagar. Yo la pregunté si me podía dejar sola, pero me contestó que Diego le había ordenado que tenía que estar ahí todo el tiempo. Así que toda desnuda y con ella en frente expulsé todo el agua mezclada con mis excrementos. Luego me acompañó a donde estaba Diego. Cuando salió la enfermera, él me dijo que me recostara en el sillón ginecológico abierta de piernas.

Comprobó la dilatación de vagina y culo, y me felicitó por cumplir los deberes con los consoladores. Luego empezó a chuparme mi cuca depilada (con la depilación láser ya no me ha vuelto a salir pelo en esa zona) durante un rato... Cuando terminó me había hecho llegar dos veces. "Tu cuca sabe a perra en celo", comentó. Acto seguido, se abrió la bata y se bajó la cremallera, ordenándome que le mamara la verga. Se la empecé a lamer como una zorra, mirándolo siempre a la cara, y me sentía feliz de sentir cómo se le iba endureciendo en mi boca. Me agarró la cabeza y empezó a meterla y a sacarla como si me estuviera comiendo por la garganta... Casi no podía respirar!. Cuando estaba saliendo el líquido previo a la eyaculación, me la sacó de la boca, me tiró al suelo, se puso atrás y de un empujón me la clavó en el culo; me dolió menos que la primera vez porque mi culo ya estaba bastante dilatado, me culeaba con fuerza, como si quisiera hacerme daño.

HISTORIA DE UNA ESPOSA EJEMPLAR Por: Paulina ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora