Capitulo 16

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Pasaron unos días y por fin pude volver al Club más recuperada de los piercings y la paliza que me habían dado Diego y sus dos amigos el día que tiraron conmigo desenfrenadamente. Allí me encontré con Martha en el sauna, quien a pesar de estar con siete meses de embarazo, seguía yendo al Club a practicar los ejercicios recomendados por su médico para facilitar el parto. Nos saludamos de beso y como estábamos sin ropa, me vio todo el cuerpo y me dijo que estaba divina; que me veía más flaca y que le gustaban mucho mis nuevos piercings y el tatuaje de mi cola.

Después de hablar un rato, le conté que nuestro ginecólogo de cabecera quería que nos acompañara a Cuba una semana. Obviamente le advertí que si aceptaba tenía que estar dispuesta a que el degenerado de Diego le hiciera lo que le diera la gana así estuviera embarazada. Le dije que por su marido no se preocupara, que le dijera que se iba con una amiga a descansar unos diítas. Logré convencerla y salimos del Club por la tarde a un bar para encontrarnos con su esposo y presentarme. Se llamaba Juan y era un tipo de unos 45 años y bastante gordo. Le comentó a Martha que no sabía que tuviera amigas tan jóvenes y modernas. Entonces ella aprovechó para contarle que le gustaría irse conmigo una semana a Cuba, que íbamos a estar con mis papás y le iba a venir muy bien relajarse de cara al final del embarazo. Juan me miraba embobado todo el cuerpo, los tatuajes y sobretodo el piercing de la lengua. Haciéndome la tierna lo empecé a molestar, diciéndole que la dejara ir.... Y claro que dio el visto bueno!.

El efecto de mi cuerpo en los hombres era y es demoledor. Al otro día, en el Club, le dije a Marta que Diego quería que ella cumpliera una serie de normas durante el viaje, y que si no las cumplía no podía ir. "No te preocupes ´Pau´, haré lo que toque hacer con tal de ir  ", me contestó. Las normas eran:

• Primera: Que se pusiera un par de piercings, pero como estaba en embarazo no podía en los pezones y el clítoris, le tocaba en la lengua y el ombligo. Además tenía que ponerse un tatuaje sobre la cola como el mío.

- "Está bien, pero cómo le explico eso a mi marido?!", respondió.

Le dije que le explicara que le había dado un ataque de celos por cómo me miraba él el día que nos conocimos, y que se había dado cuenta que le gustaban mis piercings y tatuajes. 

• Segunda: Que se vistiera ignorando su embarazo; es decir, que mientras estuviéramos en Cuba usara la misma ropa que antes de estar embarazada. Nada de

ropa de maternidad. 

-  "Pero me he engordado 10 Kilos y no sé si esa ropa me quede", contestó. Le dije que sí le iba a quedar, pero que todo el tiempo tenía que andar con la barriga afuera porque sólo podía ponerse Tops, mientras que las faldas y los pantalones tendría que abrochárselos por debajo del estómago. Que en definitiva Diego lo que quería era que una mujer madura embarazada llamara la atención por donde pasara.  - "Me va a dar pena ajena, pero que lo voy a hacer", concluyó Martha.  Salimos del club directo al sitio donde me hicieron los piercings y tatuajes. El tipo que atendía estaba medio alucinado ver que una mujer madura y embarazada, quisiera hacerse todo eso. Martha quedó en ropa interior encima de la camilla para que le tatuaran una rosa igual que la mía en la espalda... Estuvo muy incómoda porque con la barriga no se podía poner boca abajo y le tocó ponerse de medio lado. Cuando le pusieron los aretes de la lengua y el ombligo se quejó del dolor pero aguantó.   Por último le pedí al empleado del lugar que le pusiera otro piercing en la nariz, así que le puso uno que quedaba como una bolita metálica en una aleta de la nariz. Me calenté muchísimo al verla con los piercings para la edad que tenía... Además yo llevaba como dos meses sin hacerlo con una mujer. Después del proceso, le dije a Marta que Diego me había pedido que me hiciera trenzas para el viaje, así teníamos que irnos rápido a un Salón de Belleza.

HISTORIA DE UNA ESPOSA EJEMPLAR Por: Paulina ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora