Capítulo 4 Dolor por la muerte y presiones

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Este capítulo es muy fuerte para mí.

Sufrí mucho dolor.

Toda mi vida viví con un cierto respaldo, tanto emocional como económico (muchas veces más el segundo que el primero).

En solo unos meses, se murió mi padre, mis dos mejores amigos se fueron a vivir lejos, me asaltaron, me mudé (tomé un crédito para hacerlo que me hacía sufrir diariamente) y cambié 3 veces de trabajos en 2 años.

Todo el dolor inicial de esa pérdida, más las presiones de las situaciones que les detallé en el párrafo anterior, hicieron que mi vida fuera casi imposible.

Mi tranquilidad desapareció y fue reemplazada por ansiedad anticipativa desesperante.

Perdí la capacidad de concentración, la memoria temporal, las cosas que siempre me gustaron hacer no me satisfacían, siempre quería estar en el escalón siguiente y no podía disfrutar NADA.

Esto generaba más dolor y más dolor, presiones y más presiones.

Cuando murió mi padre no pude soltar una sola lágrima. Estuve cerrado con ese dolor dentro, por mucho tiempo, en los que mis sentimientos se escondían detrás del muro más alto que se puedan imaginar.

Comencé a trabajar sobre estos temas. Tratar de analizar el porqué. Esta fue la parte que más me costó superar y expresar.

El Dolor.

No lograba amigarme con la imagen de mi padre, no podía mirar un viejito a la cara, porque todo me recordaba a él.

Cuando veía a alguien enfermo o viejo le escapaba, huía lo más lejos que podía.

Me hablaban de duelo, y yo no entendía lo que me trataban de decir...

Todas las cosas de mi padre me daban rechazo, desde los recuerdos que me había dejado, hasta la ropa, los olores: todo.

Quería tener la imagen de él lo más lejos posible.

Cuando comencé a leer sobre el pánico y las crisis de ansiedad, me asombró leer como muchas veces el origen de estas enfermedades, eran la muerte de un ser querido. En mi caso, nada más exacto.

Fue el antes y el después.

Me costó muchos años asumirlo, y ese fue el principio de mi mejora.
En cuanto me amigué con la imagen de mi padre, y lo enterré definitivamente, allí comenzó todo a cambiar.

La falta de su presencia, me generó un vacío tremendo, y fue el gatillo disparador de la inseguridad que les detallé en el capítulo anterior.

Es bastante extraño, porque siempre estuve muy solo. Mis padres no fueron exactamente por su formación y por la generación a la que pertenecían, personas muy cariñosas y apegadas a mí.
No recuerdo ninguna salida que hayamos hecho juntos "como padre e hijo", como "compañeros". Nunca al cine conmigo, nunca a dar una vuelta manzana en bicicleta.

No estoy reclamando, esa etapa ya la pasé (la del reclamo), y creo que no aporta nada positivo hacerlo o lamentarse.
Ya es tarde, si había algo para hacer o reclamar debería haberlo hecho en su momento.

Es una suma de comentarios que explican mejor el cuadro total de la situación.

No lo culpo, él me crio según sus parámetros y quizás según lo que él había pasado en su propia infancia.

Sin embargo, su lenta enfermedad y su falta, me hizo un daño muy profundo, el cual me empujó a caer muy hondo, tanto que tardé todo el tiempo que les conté en recuperarme y me llevó directo al pánico.

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