Les repito, no soy médico, por lo que quiero encarar este capítulo con especial cuidado, sin hacer ningún tipo de recomendación salvo uno: hagan caso a su médico o psiquiatra y no se automediquen o se den de alta pensando que están mejor.
Encararé este tema desde el punto de vista de lo que sentí y los efectos colaterales que produjeron en mí los medicamentos que he estado tomando estos últimos años.
Cuando tuve mi primer ataque y visité al psiquiatra que describo en mi primer capítulo, por primera vez en mi vida fui prescrito con medicamentos tranquilizantes de manera regular.
Los medicamentos que me dieron fueron Rivotril (Clonazepam) y Aropax (Paroxetina). No me pregunten bien cuáles son sus características. Se puede leer mucho sobre ellos en varios libros. Yo les voy a describir lo que sentí.
Ausencia: me sentía ido, tranquilo en exceso, a veces mareado, torpe, lento, y sin demasiadas ganas de hacer las cosas que habitualmente me producían satisfacción.
Sudor nocturno: con un olor muy característico.
Una especie de resaca matutina
Baja de la libido.
Cuando me dieron la primera dosis, estaba muy torpe, supongo que me habrán dado una dosis inicial más fuerte para así parar rápidamente el pánico.
Cuando noté que se me caían las cosas de las manos y cierta torpeza motriz, hablé con el psiquiatra, quien me rebajó un poco la medicación y a partir de allí estuve un poco mejor con los movimientos.
Perdí la noción del tiempo: el pasado parecía haber ocurrido todo en el mismo momento y me volví olvidadizo y perdí las costumbres obsesivas de orden y limpieza. Mi ansiedad disminuyó notablemente.
Así también mi capacidad de sentir...
Seguí toda la primera etapa de mi enfermedad (cuando digo primera etapa me refiero a la etapa anterior a ver al especialista en pánico 07/01), con esta medicación.
Cometí un error muy grave que menciono en el principio de este capítulo, me di el alta solo, reduciendo la medicación a mi manera sin seguir las instrucciones del médico. Y no lo hice una vez, sino muchas.
¿Por qué?
Mi orgullo y ansiedad me engañaron, no podía ser que un medicamento fuera necesario para poder estar bien. El "súper yo" me decía que no tenía que seguir tomando medicación, que solo iba a poder salir de esto.
Resultado: recaídas por abstinencia.
La primera y segunda fueron directamente una vuelta al pánico, la tercera, más adelante se las contaré, fue distinta.
¿Cómo superé esta parte de mi súper yo?
Tratando de ser más comprensivo, menos exigente conmigo mismo, leyendo, tratando el tema en mis sesiones.
Entendiendo que esto es una enfermedad, tomando como o parámetro distintas comparaciones como ser:
Un diabético toma insulina toda su vida, y nunca se le ocurriría dejar de tomar su medicación por autoconvencerse que no es insulino -dependiente. Se moriría.
Un operado del corazón tiene que tomar anticoagulantes toda su vida, esto es mejor que morirse, ¿o no? A ningún enfermo de estas características se le ocurriría pensar que deja de tomar la medicación, porque piensa que su orgullo debe ser más fuerte que le enfermedad. Es una estupidez...
Esta enfermedad no es muy distinta.
Es una enfermedad comparable a las que comparo anteriormente. La diferencia que hasta cierto punto los síntomas físicos son menos notables (o más depende desde que punto de vista se vea). Hasta que no asumí esto y que quizás debería medicarme durante mucho tiempo, hice estos estúpidos intentos por mi cuenta de dejar la medicación indicada por los profesionales que me atendían.
Por otro lado ¿qué es peor?
Tener pánico y lo que eso significa, o tomar una medicación que me permita vivir normalmente.
No hay que temer a la medicación y tampoco sentirse más débil por tomarla.
Sin medicación, no hay salida para lograr la calma física necesaria para hacer la terapia necesaria y descubrir los orígenes de la enfermedad.
La tercera recaída fue reciente y fue más leve que las anteriores por un simple motivo, la terapia me había curado el pánico.
Entonces lo que me ocurrió fue un simple síndrome de abstinencia.¿Saben lo que hice? Sin preguntarle al médico, como me sentía mucho mejor, comencé a reducir la dosis. Una semana tomé media pastilla menos, la segunda semana salteé una ingesta y así hasta llegar a cero.
Les digo la verdad, descubrí un nuevo mundo de sensaciones, volví a sentir cosas que no sentía hace años...EL aire, el entorno, en mis relaciones era todo distinto. Era como si me hubiesen conectado a 220V.
Corría, andaba en bicicleta, estaba a full.
No podía parar.
Hasta que un día caí en una depresión tremenda.
No me podía mover de la cama.
Estuve dos días en cama sin ningún síntoma, solo un decaimiento general y no podía moverme. Era como un zombi. Fue una de las peores experiencias que viví.Casualmente fue la segunda semana después de mi autorización de suspensión de la medicación.
Nadie puede decir que no soy persistente...
y cabeza dura. Lo repetí en tres oportunidades.
Sin comentarios. Pero me encontraba ya creído que como había descubierto todos los síntomas de mi pánico y me sentía curado, podía tranquilamente dejar la medicación.
NO ES ASI. Hay que hacer primero un programa de mantenimiento y disminución de las dosis en conjunto con el médico por lo menos entre 8 meses y un año.
El control es para verificar que, al retirar los medicamentos, no se vuelvan a producir los síntomas de la enfermedad.
Tardé en entenderlo y en comerme mi orgullo.
Tanto como tardé en pedir ayuda a un profesional, (yo puedo), tardé en darme cuenta que necesité la medicación para curarme.
Y que quizás, dado el momento o el caso, la precise el resto de mi vida, regular o no regularmente.Hoy pasado mucho tiempo y a la distancia sigo pensando que los psicofármacos son una porquería.
Porquería necesaria para poder soportar determinadas situaciones, pero que dejan secuelas imborrables.
Creo que a veces los psiquiatras medican "ligeramente" y que van experimentando con los pacientes (quizás dado que el efecto depende de cada individuo sea así) las diversas medicaciones y los efectos colaterales o secundarios de las mismas son tremendamente negativos. Quizás peores que la propia enfermedad.
Mi experiencia con los psicofármacos fue nefasta.
Hago todo el esfuerzo del mundo para no repetirla.
Si me siento triste, agarro la bicicleta, las zapatillas y salgo a correr o a caminar. No me quedo tirado y hago ese clic y es suficiente para sentirme mejor de inmediato.
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El Pánico
Non-FictionEsta es la historia de una persona como cualquiera de Uds. que un día camino a su trabajo sufre un ataque de pánico. En esta breve historia cuento como fue ese momento, tratando de describirlo lo mas claramente posible, y cómo cambió mi vida y la de...