Capítulo 9 El entorno y la familia

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Esta debe ser una de las enfermedades más difíciles de entender para el que no la padece.

Las reacciones pueden ser múltiples.

Primero la incomprensión: recuerden que esta era una enfermedad casi desconocida cuando comenzaron mis síntomas. Si yo que era el que la padecía estaba confundido, imagínense mi querida esposa y el resto de la familia.

Eso sí, sin él apoye siempre constante y paciente del amor de mi vida, nunca hubiera podido superar estas difíciles etapas.

Esta es una enfermedad que, según toda la bibliografía existente, al incapacitar al que la padece, genera inconvenientes financieros, que producen severos quiebres en la calma familiar.

En mi caso tuve la suerte que no me incapacitó y pude seguir normalmente trabajando (salvo algunos cortos períodos).

Me imagino lo que debe sentir una persona que se vea incapacitada de trabajar y no pueda mantener a su familia.
Es un peso adicional para su familia.

Les digo que varias veces tuve temor de sufrir consecuencias o discriminación por esta enfermedad, pero por suerte, siempre dije la verdad en mis trabajos y fui bien tratado.

El entorno y la comprensión de esta enfermedad es fundamental para poder lograr descubrir los orígenes y mejorar.

Por otro lado, está la terapia. La primera etapa fue un revoltijo de mi pasado.

Hurgué por toda mi infancia buscando culpas en todos los que me rodearon, menos en mí mismo.

Recorrí mi infancia, todo lo que me faltó, lo que recibí en exceso, todos los errores que cometieron mis padres, que yo seguramente los cometeré de otra manera con mis hijos.

Pero no voy a negar que me fue útil para reflexionar y descubrir muchas características de mi persona, de las que nunca me había dado cuenta.

Una persona que objetiva y sanamente y te ayuda a ver "la película desde afuera" ayuda y mucho a descubrir los orígenes de la enfermedad.

Si reconozco que es muy importante descubrir a la persona adecuada. Una persona no adecuada puede producir mucho daño, dado que su poder sobre el enfermo es enorme porque el mismo se encuentra absolutamente indefenso. Y puede darse que actúe exclusivamente por lo que le diga su terapeuta y eso es muy peligroso.

Una persona debilitada es muy manipulable.

Allí también debe ayudar el entorno y la propia intuición sobre si a uno le gusta o no la persona con que se está tratando. Si no están seguros, prueben y prueben con distintos profesionales hasta que se sientan cómodos, libres y no dominados.

Hay muchas personas que los pueden ayudar y que son sanas y están dispuestas a hacerlo.

En mi caso, nunca oculté y siempre hablé muy naturalmente del tema a quien quisiera escuchar.

Siempre fui muy franco y descriptivo con los síntomas que sentí y aconsejé a todo el que pude.

Cuando empecé a contar, empezaron "mágicamente" a aparecer compañeros de trabajo lo que demuestra cuanto se oculta esta enfermedad y el miedo que da hablar de ella por el temor a ser juzgado entre otras cosas.

Hubo quienes noté me comenzaron a evitarme luego de enterarse de mi enfermedad, por desconocimiento obviamente.

Noté en seguida como me dejaban de prestar atención y me esquivaban cada vez que podían.

Otros se preocuparon por mí, debo decir que la gran mayoría, lo que me hizo sentir muy bien.

A la distancia hoy sugiero ser muy selectivo con la persona que se hable del tema. Hace años que no cuento a nadie sobre esta experiencia (10 años al menos). Ni en el ámbito personal ni en el laboral (menos en este).

Creo que es mejor.

Muy poca gente realmente entiende y te tratan de una manera diferente a partir del momento que saben esta información.

Solo con personas muy puntuales y de manera muy pero muy selectiva.

Mi familia política ayudó también mucho, sobre todo mis suegros, con los que tuve en esos momentos una excelente relación.

Mi madre, creo que no entendió nada o entendió en parte, o no se quiso hacer cargo de la parte que le corresponde. No la culpo. No soy de echar en cara las cosas. Las digo o no, pero si pasó el tiempo y no las dije, son parte del pasado.
Creo que mi madre apenas podía con lo suyo. Era difícil que además me cargara a mí.

Padecía de problemas de depresión y de temperamento (que vienen de origen familiar) que sin duda heredé. En los últimos 7 años de su vida padeció Alzheimer, enfermedad que la imposibilitó durante sus últimos 3 años de vida. Falleció victima del COVID en el 2020.

Mis pobre hijos, no creo que se hayan dado cuenta demasiado de lo que pasaba.

Fueron mi gran objetivo. Estar bien por mi esposa y por ellos.

Si no hubieran estado estos tres individuos, no sé cómo habría sido el final de la historia.

Los amigos, o los que puedo llamar amigos, y me refiero a quienes me conocen de toda la vida, siempre estuvieron al lado mío y me acompañaron y se preocuparon por mi estado.
Puedo decir que tengo gente de mucha entereza y gran corazón cerca de mío.
Ninguno de ellos me hizo sentir "raro" o distinto. Creo que me trataron de entender y ayudar desde donde pudieron hacerlo. Inclusive tuve demostraciones mediante ofrecimientos que me dejaron realmente sorprendido.

El entorno y su soporte es FUNDAMENTAL. No quiero pensar lo que hubiera sido este dolor en soledad, sin el consuelo de mi esposa o la compañía de mis amados hijos.

Creo que todas las razones para mejorar hubieran desaparecido.

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