Capítulo V. El otro mundo

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¿Qué es el otro mundo?— interrogó el jade.

No lo sé, muy bien. No sé cuándo ni cómo empezó, solo sé que un día los niños que entraban en esa casa desaparecían de repente. Quizás fue algo reciente o quizás lo que está dentro del armario lleva siglos allí y encontró una forma de abrir la puerta hacia este mundo. El demonio crea un mundo donde los niños se sienten seguros, un lugar solo para ellos, su refugio. Pero es solo un engaño. Cuando los niños han perdido toda su humanidad. El demonio devora sus almas para mantener ese mundo.

¿Por qué estas tan seguro?— preguntó algo desconfiado.

Porque yo estuve allí— un brillo oscuro recorrió sus ojos rojos y su mirada se perdió en el paisaje tranquilo del campo.

Hace mucho tiempo cuando Wei Wuxian era un niño, aquella mansión pertenecía a una familia adinerada que usaba la estructura como una casa de acogida, un lugar de tránsito para niños huérfanos hasta que sean adoptados y encontraran un hogar permanente.

Wei Wuxian era un niño solitario y retraído de llamativos ojos rojizos, un pequeño travieso como todos, bien educado y dulce, pero las parejas que lo adoptaban terminaban regresando al orfanato arrepentidas y en otras ocasiones espantadas. Al principio el pequeño no entendía, por qué los niños y los adultos huían de él, pensó que era por el extraño color de sus ojos, más tarde comprendió que las cosas extrañas que sucedían a su alrededor no eran comunes. Ver fantasmas y hablar con alguien cuando no había nadie más en la habitación, no era una actitud "normal". La única persona que no rechazo al pequeño y entendió el don que poseía, era la anciana que cuidaba a los niños en la mansión, a quien Wei Wuxian llamaba afectuosamente abuela.

Yo también soy especial, puedo ver cosas que los demás no, al igual que tú— le dijo la mujer con su voz de arrullo, mientras el pequeño descansaba en su regazo.

Pero ellos me llamaron endemoniado— expresó la razón de su angustia con rastros de llanto infantil.

¿Te refieres a los otros niños?— preguntó sin muchas dudas al respecto y el pequeño asintió. — Los niños de su edad pueden ser muy crueles, ellos no pueden ver y ni oír lo mismo que tú, no entienden y eso los asusta, al final todos están temerosos, por ello tienes que ayudarlos, este don te permitirá ayudar a los demás, debes usarlo para cosas buenas.

¿Y si lo uso para hacer cosas malas?— preguntó con curiosidad bañada en inocencia.

También podrías usarlo para hacer cosas malas, pero eso depende únicamente de ti, aunque yo sé que este pequeño angelito no haría tal cosa— la anciana hizo cosquillas en el vientre del pequeño, causándole muchas risas, Wei Wuxian había olvidado su tristeza.

Basta, abuela. No puedo respirar— el pequeño dijo con dificultad, estremeciéndose de la risa y la anciana se detuvo. Cuando recuperó la respiración, preguntó algo que lo mantenía despierto por las noches — Abuela, ¿Por qué el último salón está cerrado con llave?

La mujer se quedó callada con un semblante pensante —Pequeño, prométeme que nunca vas a entrar a esa habitación— aconsejó. —Prométemelo.

Te lo prometo, abuela— prometió.

Buen niño— sobó su abundante cabello negro como consuelo.

Sin embargo, Wei Wuxian siguió sin poder dormir por las noches. Pronto rompió su promesa, robó la llave y se dirigió a la habitación. El salón no estaba iluminado, escasa luz entraba por una ventana sellada, la habitación estaba vacía, sin ninguna decoración, el único mueble dentro era un enorme armario de madera, de apariencia gastada y vieja, se acercó con sigilo hasta el imponente cajón decidido a abrirlo, pero al tocar la manilla dudó espantado por la energía que emanaba el mueble.

Fue aterrador el pequeño nunca había sentido algo similar, incluso varios años después de eso Wei Wuxian podía recordar la sensación de hormigueo recorrer su columna vertebral. El niño giró dispuesto a irse y abandonar su investigación, pero entonces el chirrido de madera que hizo la puerta al abrirse lo detuvo, su sangre y cuerpo se congeló al instante. El frío llegó hasta su cabeza desde la punta de los pies.

A su espalda dos voces familiares salieron del armario —Wei Ying... Wei Ying... — era la voz de sus verdaderos padres. El pequeño regresó la vista, dentro del armario era oscuro, un profundo espacio negro, tan aterrador que quiso huir, pero las voces seguían llamándolo, nombrándolo con anhelo, pero sabía que era imposible, sus padres habían fallecido muchos años atrás.

Wei Ying, ven con nosotros.

Aquí estaremos juntos, por siempre.

El sentimiento era tan real que estiró ambas manos deseando alcanzarlos, eran unos pasos, tan solo unos cuantos pasos y podría estar con ellos. No obstante, alguien lo había detenido sujetando fuertemente su cintura —¡No! ¡No entres allí!

Wei Wuxian fue abruptamente arrastrado fuera de la habitación por la anciana. Desde entonces muchas cosas extrañas pasaron hasta que finalmente fue adoptado por la anciana y la mansión fue vendida. Pero los niños seguían desapareciendo. 

|EL ARMARIO| - WangXianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora