Capítulo III. Un hombre extraño

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Al dirigirse a la dirección apuntada en el papel, encontró un pequeño restaurante de comida rápida ubicado en el centro de la ciudad. Dentro había parejas y grupos de amigos cenando juntos. Durante su inspección la figura solitaria de un hombre sentado al fondo del establecimiento llamó su atención.

Se acercó hasta la mesa y se sentó frente a él. Sin embargo, el extraño ni siquiera levantó su rostro del tazón de fideos que estaba devotamente absorbiendo. Lan Wangji dudó por un momento. Y si todo era una broma, si esta persona no era a quién estaba buscando.

Después de un tiempo, el hombre extraño elevó su semblante para observar a Lan Wangji, el jade también lo miró, era un hombre con una apariencia normal, tez blanca y cabello negro, pero lo más inquietante de su aspecto eran un par de ojos color rojizo como la sangre.

El extraño le mostró una sonrisa juguetona, como si se burlara de él —Así que en realidad viniste. Felicidades, eres un padre filial. 

Lan Wangji no tenía dudas, era el hombre que buscaba —¿Dónde está?— preguntó con nula paciencia.

¿A quién buscas?— cuestionó el extraño con una sonrisa aún más grande.

¿Dónde está?— repitió con un golpe en la mesa que espantó a medio restaurante.

No deberías hacer estas escenas, por eso la prensa no te deja en paz— aconsejó el extraño que sin perder el apetito seguía comiendo sus fideos.

Lan Wangji tuvo un nuevo pensamiento, si esto no era una estafa, era un secuestro —Se trata de dinero, ¿Cuánto quieres? Tengo dinero, puedo darte lo que quieras— ofreció extremadamente serio. Pero el hasta ahora supuesto secuestrador ni siquiera se inmuto, tranquilamente terminó su tazón de fideos e inmediatamente después soltó una carcajada.

Lan Wangji se levantó dispuesto a irse. Pero el extraño se apresuró a detenerlo —Espera, espera. Se donde está, pero nunca dije que lo tenía conmigo. No soy un secuestrador.— Lan Wangji fue empujado hasta su asiento.

Entonces, dime ¿Dónde está?— insistió.

En el armario— respondió lleno de confianza.

"..."

Lan Wangji se volvió a levantar, y el extraño volvió a detenerlo.

Dices que mi hijo ha estado en el armario por un mes— bufó molesto.

Solo escúchame, está bien. Si tienes alguna pregunta puedes hacerla al final— empujó a Lan Wangji hasta su asiento.

La desaparición de tu hijo no es la primera desaparición misteriosa que ocurre en esa casa— habló mientras colocaba sobre la mesa un grueso libro, llenó con volantes de desapariciones, el rostro de niños y niñas hizo aparición en cada página —Su hijo Sr. Lan es la victima número veintinueve. Desde el año 1950 los niños que habitaron esa casa han desaparecido sin dejar rastro, puede que esto se escuche imposible, pero no lo es— a continuación el libro mostró imágenes esqueléticas, trazos oscuros y casi ancestrales formaron una figura oscura, alrededor de ella el alma de muchos otros niños se desprendían de su cuerpo hasta unirse con aquella masa negra —Se trata de un demonio, un alma perdida que atrae a los niños infelices hacía su mundo, por un tiempo los niños siguen siendo humanos, pero después de pasar mucho tiempo en el otro mundo se transforman en demonios y sus almas nunca encuentran el descanso. Debes traer a tu hijo devuelta aproximadamente en 48 horas o lo perderás para siempre ¿Alguna pregunta?

No— resuelto —Ya entendí, eres un estafador después de todo— acusó Lan Wangji.

¿Qué? ¡No escuchaste nada de lo que dije incrédulo!— se quejó a la espalda del jade. 

Nunca debí venir aquí— suspiró abatido y abandonó el establecimiento sintiéndose más derrotado que antes de entrar.

|EL ARMARIO| - WangXianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora