Capítulo VIII. Sombras

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La risa del niño se volvía más fuerte, pero también se escuchaba más distorsionada, ya no parecía la risa de un niño, sino de algo más, algo desconocido.

De esta manera Lan Wangji llegó al final del corredor, donde solo quedaba una puerta cerrada. El jade estiró la mano dispuesto a entrar para investigar, pero antes de poder alcanzar la manija un tacto frío en su hombro lo detuvo. La sorpresa lo hizo retroceder, encontrándose con el rostro indiscreto de Wei Wuxian.

Es un demonio, los demonios utilizan apariencias amigables para llamar el interés y hacer bajar la guardia de las personas— mientras hablaba su voz sonaba más y más entusiasta.

¿Por qué estas tan emocionado?— cuestionó algo escéptico el jade, solo Wei Wuxian podía emocionarse con algo así.

¿Abrimos la puerta?— consultó.

El jade alzó los hombros, que más podían hacer en esa situación.

La puerta fue abierta de par en par, el interior estaba iluminado por la luz de varias velas. Las llamas temblaron como si bailaran con la brisa fría, pero en la habitación cerrada, era prácticamente imposible. Sin embargo, Wei Wuxian tenía una duda más en mente ¿De dónde salieron las velas? le susurró a Lan.

La figura del niño llamó la atención de Lan Wangji. El infante estaba de espaldas frente al gran armario. Quieto, helado y muerto. Lo miraron con precaución. Lentamente ambos adultos ingresaron a la habitación y tras ellos la puerta se cerró.

¿Quién eres?— Wei Wuxian se dirigió al ente.

Entonces, este se giró revelando su apariencia, piel blanca, ojos oscuros y pupilas blancas. Era el mismo fantasma que atormentó a Lan Wangji en su pesadilla.

Pero fue Wei Wuxian quien lo llamó por su nombre —¡¿A-yuan?!—. El niño lo miró y lentamente formó una línea torcida que aparentaba ser una sonrisa. Esta versión si era muy diferente al pequeño niño de sonrisa tierna que vio en el retrato familiar. Su sonrisa era exageradamente larga.

A-yuan— esta vez quien lo llamó fue el jade. Inmediatamente, el niño cambió, le gruño evidentemente molesto. Luego, las puertas del armario se abrieron y A-yuan corrió dentro.

¡A-yuan!— gritó el jade, dispuesto a seguirlo dentro del oscuro armario. Pero Wei Wuxian ágilmente lo detuvo. —Espera, no entres.

Entonces, desde la oscuridad del armario, una extremidad alargada similar a una mano hizo aparición, la extensión oscura con un movimiento brusco los empujo y ambos se estrellaron contra la pared. La mitad de las velas se apagaron por el impacto.

Wei Wuxian se incorporó, estaba adolorido y aun así sonrió. Se detuvo frente del armario, desafiándolo. El brillo de sus ojos rojizos se encendió como el fuego. El armario también se manifestó, el aura verde y negro que emanaba desde su núcleo incrementó, visible incluso para Lan Wangji retirado a un lado suficientemente influenciado por la energía negativa.

La tensión en el cuarto alcanzo niveles aterradores.

Deo Patri sit glória, Et Fílio, qui a mórtuis Surréxit, ac Paráclito, In saeculórum saécula— recitó Wei Wuxian con rapidez, sus palabras fueron inentendibles para Lan Wangji.

(Traducción: Padre, por los que murió y se levantó, para siempre.)

Tras unas pocas palabras en latín Wei Wuxian comenzó el ritual. Con firmeza sostuvo una flauta de madera negra frente a sus labios y sopló para que la afilada melodía debilite a la entidad que poseía el armario, olas negras eran impulsadas hacia el exorcista, pero ninguna lograba tocarlo, era como si las notas se abrieran paso danzando en medio de la oscuridad.

La lucha feroz se extendió hasta que las sombras se esfumaron hasta desaparecer por completo. Entonces, a sus ojos las puertas del armario se abrieron, mostrando una espesa niebla blanca, la entrada hacia lo desconocido. 

|EL ARMARIO| - WangXianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora