Carta 16: Ver El Mundo A Tu Lado

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Hoy puedo decir que tengo un escrito totalmente diferente para ti, se trata de una pequeña parte de mi, que a veces por las noches cuando no puedo dormir, comienzo a imaginar diferentes escenarios en los que nos encontramos tu y yo.

Este tiene algo de especial porque a medida que iba imaginándolo, lo iba escribiendo y aquí esta:

Era de noche y esa noche habíamos conversado un largo rato, y durante ese tiempo observé todo lo que nos rodeaba, los árboles sin follaje, el acero de los barandales que proveen la seguridad frente a esa caída que pudiera ser fatal, la torre de comunicaciones a unos 50 metros que se alzaba por sobre las viviendas y tenía esa luz intermitente que parecía estar tomando fotografías de nosotros, la calle principal con su ajetreado movimiento lleno de historias que se entrecruzan, los vidrios comenzando a empañarse, el cielo envuelto en nubes... Y esa pequeña parte de nuestra platica:

—¿Puedes ver lo que nos rodea?
—Si.
—¿Qué observas?
—La calle y la serenidad que aparentan las casas, el cielo que me parece gris pero se ve bonito, las luces que brillan distinto, esas bancas que invitan a ser ocupadas para apreciar de cerca los cambios en las pendientes del paisaje, los cambios de topografía en la ciudad que parecen agradables al ojo humano, tus ojos, la quietud de las rocas esperando a ser movidas por una fuerza externa y rodar hasta encontrar otro lugar donde reposar.
—¿Te parece bonito esto?
—Si.
—¿Porqué te lo parece?
—¿Cómo?
—Si... Esto te parece bonito, ¿porqué?, ¿Qué tiene este lugar, qué lo hace bonito?
—No lo sé, tal vez el vidrio del auto o... tal vez sea el café que voy tomándome...
—Mmmm... He estado pensando y creo que no es eso.
—¿Ah no?, ¿y entonces qué es?
—Esto, platicar contigo, tu compañía, que tú estás aquí, ver el mundo a tu lado. Vuelve a observar lo que me dijiste, las luces, el comportamiento de la topografía, la torre de comunicaciones, los árboles sin follaje, el cielo gris, las luces, todo.
—¿Qué tiene?
—Si no estuviéramos juntos ¿podrías decir lo mismo?; el cielo por ejemplo, está nublado y no parece pintar nada bien junto al frío que hace afuera, si estuvieras solo, ¿se vería igual?
—No, se vería triste—respondiste luego de unos segundos en silencio.
—A eso me refiero. El mundo se ve distinto contigo, el frío no es frío...
—Las luces brillan diferente...
—Los árboles tienen un atractivo visual, el paisaje parece hermoso, aun la calle principal parece impávida... Y eso es lo que me entusiasma para estar contigo, que puedo ver el mundo de una forma totalmente diferente, más vivo, aunque el cielo esté opaco, a tu lado, está reluciente como en un día de verano.

Tus ojos se clavaron en los míos con esa profundidad que hacía tiempo no sentía, pusiste tus dedos entre los míos, me quede inmóvil ante la conexión que sentía contigo, mi voz irrumpió en mis pensamientos diciendo:

—Extraño tus manos y el olor de tu piel... En ocasiones deseo olvidarme de todo y comenzar de cero en otra ciudad. Vivir feliz, que tú seas feliz y que yo viva sin tu recuerdo; a veces, como hoy, me bastan tus ojos para sentir que nada me falta—mis palabras resonaron fuerte en tu cabeza, lo pude notar, solo pudiste guardar silencio y pensar, acomodar las siguientes preguntas.
—¿Y qué si aquí es donde debes estar?, ¿Qué si tu lugar es a mi lado y el mío junto a ti?, ¿Qué si estamos diseñados para el otro?, sería en extremo infausto para ambos qué tú te fueras y la felicidad se esfumara para siempre.

Entonces esa sonrisa y esa mirada tuya al terminar de decirme eso, lo cambiaron todo.

Mil Cartas A Tú NombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora