Otra historia

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Sarah fue casi todo el camino pensando en su libro, y también que podían cenar esa noche con Pedro para celebrar, esperaba que él estuviera ahí. Porque a pesar de todo el era su esposo, y sus triunfos eran compartidos, Pedro siempre se alentaba por las cosas que hacía y Sarah siempre lo alentaba a ser mejor en cada cosa, era una pena que en muchas cosas no estuvieran siempre de acuerdo.
Bajo con su bolso y camino notando que la luz de la habitación encendida así que se apresuró a entrar

— ¡volví! — Alzó la voz quitándose sus zapatos para caminar descalza encontrando a Pedro colocándose ropa cómoda — hola... como te fue? — se acercó para quitar su saco y ayudarle con la corbata

Pedro le dio un suave pico y acarició sus mejillas riendo notando su efusividad — alguien trae mucha energía hoy — río bajito abrazándola con fuerza — increíble, todavía tengo cosas que revisar pero lo dejaremos para mañana, cenamos en casa hoy? — preguntó haciendo a Sarah asentir emocionada

— muero por ensalada de champiñones y nuestro vino favorito, me voy a cambiar y podemos bajar — suplico alejándose un poco para quitarse su vestido — las preguntas hoy estuvieron bastante normales, fue siempre tan emocionante ver a los jóvenes acercarse a mi con curiosidad, algunos me contaron que querían ser escritores también y les di mi mail para que pudieran enviarme sus escritos — hablaba Sarah colocándose su bata cómoda mientras Pedro se sentaba en una de las sillas escuchando hablar a su esposa con una tierna sonrisa en el rostro

— siempre eres la mejor, Paulson.... ¿que les pareció martha? La mujer aún me eriza la piel — confesó haciendo caras de miedo mientras tomaba la mano de su esposa y bajan por la enorme y silenciosa casa

— Solo es en este libro... no le digas así a mi conciencia — dijo divertida.

La cena fue siempre lo mismo, hablar de trabajo con algunos chistes de ambos, en realidad era Sarah quien más hablaba y opinaba de todo como buena escritora, cualquier anécdota que tenía Pedro ella tenía un comentario o algo para bromear al respecto, no era una conciencia incómoda en ningún sentido.

Pedro le dio un último beso y suspiró un tierno "te amo" mientras Sarah copiaba sus acciones, volteó su cuerpo abrazandose a una almohada y cerró sus ojos, su respiración se sentía pesada y sus pensamientos bastante lejanos, su cuerpo se relajó aún más haciéndole esbozar un suave suspiro, no supo en qué momento su cabeza calló sus pensamientos y su cuerpo cruzó una realidad distinta.

— ¿sabes lo que es esperar por ti, una eternidad? — dijo la misma voz, la mujer mujer de ojos bonitos detrás de Sarah, haciéndola voltear con la mayor sonrisa

— ¿Sabes lo que es esperar por ti todo un día? — bromeó como si en realidad supiera de qué hablaba, hubo un silencio reinando entre las dos, solo mirándose a los ojos, no era algo incómodo, parecía más como si sus miradas quisieran gritarse algunas cosas de las cuales Sarah no sabía, y quizá la otra rubia si supiera.

— Si lo sé... — susurró con una sonrisa triste y un poco cansada, al mismo tiempo mirando hacia sus costados para que Sarah visualizara el panorama, uno más antiguo, con personas vestidas como si fueran a conciertos de rock, haciendo que ambas se rieran al unísono —

Sarah se dio un vistazo a ella misma algo divertida por la ropa que usaba, parecía a algo que jamás usaría. O qué tal vez uso de joven, no podía descifrarlo bien, levantó la vista notando como la rubia se alejaba y fue tras ella casi corriendo, cuando todo pareció ponerse tormentoso y obscuro. — no te vayas! — suplicó Sarah tocando su rostro con lágrimas

— tú no deseas estar conmigo! — gritó la rubia al borde de una ventana con la respiración agitada y el maquillaje corrido por todo el rostro

— te amo!!! — dijo Sarah desesperada sintiendo verdadero miedo de ver a la mujer saltar, se acercó a ella a paso lento — te amo... ven conmigo — suplico levantando su mano para que la tomara y que pudiera bajar.

— ¿lo prometes? — preguntó la desconocida. Una desconocida la cual Sarah sabía quién era, pero nunca preguntaba su nombre.

La rubia se bajó con cuidado tomando la mano de Sarah acercándose a ella un poco sin dejar de mirarse a los ojos, con una conexión única que solo ambas podían poseer, sus dedos se entrelazaron y sus cuerpos tomaron una distancia mínima, Sarah entrecerró sus ojos y se empinó para llegar al rostro de la otra mujer, deseando besarla, probar sus labios y hacerle saber que era suya. Faltaban milímetros, incluso podían sentir sus respiraciones, sus pulsos acelerados y la adrenalina corriendo por todo su cuerpo.

El cuerpo de Sarah saltó sobre la cama despertándola de aquel extraño sueño, se tocó el pecho agitado notando que estaba transpirado y negó suave preguntándose qué haría esta vez. Sus sueños jamás habían sido tan claros como esa noche, y los sentimientos que tuvo al sentir que iba a besar a su 'conciencia' la enloqueció de buena forma. Una sonrisa casi sadica se formó sobre sus labios haciéndola levantarse de un salto y correr a su lugar seguro, el cual era su computador, donde solía escribir todo quedándose despierta toda la madrugada maquinando una historia de amor, una nueva que podía imaginarse, una parte de Sarah estaba enamorada de esa misteriosa mujer que la llevaba a mundos desconocidos. Pero no estaba lista para admitirlo en voz alta, no estaba lista para decirse a ella misma que estaba enamorada de alguien que no existía. ¿O si?

I can be that woman Donde viven las historias. Descúbrelo ahora