Solo son planes

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—¿Hola, Sarah? Vamos.—Pedro insistió por tercera vez en la cena, suspirando con fuerza. Estos últimos días, Sarah había pasado horas hablando con aquella mujer de Francia, al levantarse la veía aún pegada al teléfono o la encontraba en el estudio con el mismo en sus manos, a veces en plena llamada, y al regresar del trabajo, era la misma historia.

—¿Qué pasa?—Sarah susurró, frunciendo el ceño.

—¿Qué hay de cenar?—Preguntó, se sentía triste, era otro día en el que su esposa no lo saludaba con un beso y un cálido abrazo como solía hacerlo. Muy poco duraron los meses de felicidad en donde creía que todo estaba empezando a ser como antes.

—Compré comida china, sírvete.—Le contestó, lo cual sonó más como una orden.

Pedro rodó sus ojos. A él le había tocado cocinar también durante este tiempo, no le molestaba e incluso le relajaba, porque era una oportunidad para seguir aprendiendo, sin embargo, debía admitir que extrañaba degustar los platillos que Sarah preparaba con tanto amor, la extrañaba a ella, pero últimamente, cuando a Sarah le tocaba cocinar, simplemente ordenaba comida de algún restaurante y lo dejaba sin abrir en la barra de la cocina, era como si no quisiera ni tomarse el tiempo de destapar la comida y no hacer nada más que hablar y hablar con esa mujer. Deseaba que Sarah nunca la hubiese conocido.

—Cuéntame más, ¿a dónde me llevarás en Navidad?—Escuchó a Sarah decir.

—¡¿NAVIDAD?!—Pedro susurró-gritó, completamente pasmado. Antes la Navidad era cuestión de celebrar en grande y compartir muchísimo, esperaba que ese día fuese una oportunidad para que ambos recuperaran lo perdido, pero a cómo iban, probablemente se trataría de Sarah hablando hasta tarde con la francesa y Pedro comiendo comida de afuera o la comida que él cocinó y Sarah ni se molestó en probar.

Jessica río al oír a Sarah como niña pequeña exigiéndole a donde la llevaría para navidad como si ella fuera a venir. Ya no lograba entender hacia dónde iban con las largas llamadas, las horas eternas de risa o dormir en línea con la otra, eran semanas tras semanas las que habían pasado, ¿era un coqueteo o solamente lo estaba confundiendo todo? No sabía, pero era lindo. Así que se atrevió a algo más — Uhm, yo... quizá te llevaría cuando obscureciera al mercadito navideño que ponen abajo de la Torre, podríamos comprar comida y luego podríamos caminar al rededor para ir a la pista de patinaje, aquí es lo mejor — río mordiéndose el labio — tomaría tu mano para que no te cayeras en caso de que no sepas patinar, ¿qué opinas? — preguntó sintiendo algo en su bajo vientre — Paris es una ciudad romántica y reina siempre el Amor con la música y el ambiente de alguna manera es lindo saber que podrías estar aquí.

Sarah parpadeó con lentitud imaginándose algo así, y sonrió sintiendo sus mejillas sonrojarse de manera tierna incluso su rostro se tornó calientito, su respiración parecía pausaba — New York no es tan romántico, es caótico. Moriría por un poco de romanticismo — susurró tocando su cabello hasta que Pedro se acercó nuevamente haciéndola saltar y salir de su trance

— Hello? — dijo algo sarcástico y alto, que incluso Jess pudo oírlo, y sintió demasiado extraño. — vas a dormir hoy también o seguirás hablando de París? — se cruzó de brazos

— perdón... — dijo Sarah algo irritado odiando que le hablara así, pero sabiendo que tenía también la culpa — si voy a dormir, llego en un momento por favor — suplico deseando que se alejara y por suerte así lo hizo, Pedro subió refunfuñando y Sarah no quiero ya decirle nada — lo siento... — susurro a Jess en una risa.

— está bien, debes dormir — dijo en serio sabiendo cual era su posición con Sarah, ella tenía a su esposo. — anda, ve... hablaremos cuando despiertes y cuando a mi me toque dormir, ojalá algún día dejemos de soñar nuestros días y podamos cumplirlos — suspiró Jessica algo sacada de su centro y sin esperar a que Sarah contestara, colgó.

Sarah bajo en celular de su oído para subir y tratar de aligerar la tensión que vivía en casa, al entrar a su habitación miró a Pedro leyendo un libro y se acercó — estaba buena la comida? — preguntó en voz baja acercándose para acostarse a su lado y acariciar su brazo — no quiero preparar nada, no tengo ganas...

Pedro asintió — olvídalo, no lo hagas. No estoy molesto — mintió cambiando de página sin decir más

— ¿Pedro? — dijo Sarah algo nerviosa y lo movió para que él pudiera verla — mírame — suplicó un poco hasta que el intercambio miradas con ella, y no hubo vuelta atrás, se lo dejo ir como balde de agua fría — quiero ir a París en navidad, faltan unos pocos días... quiero ir — dijo segura como nunca y Pedro optó por no decir más nada.

I can be that woman Donde viven las historias. Descúbrelo ahora