¿Ya no volveras?

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Jess esa mañana había salido a trabajar en su editorial después de haber desayunado con Sarah y comentarle la rutina de hoy mientras la joven se quedaría en casa escribiendo o haciendo un poco de ejercicio, algunos días salía a caminar y pasar saludando a los que ya conocía.

El teléfono de Jessica sonó sobre su escritorio leyendo del nombre "Mon cherri", su sonrisa se hizo enorme — Buen día — río bajito

Sarah mordió su labio al oír esa voz — Termine el libro, es oficial. Y recordé cuando hablábamos por llamada muchas horas, estás ocupada?

— ¡felicidades cariño mío! Estoy lista para leer otro increíble libro, estoy muy contenta — su voz se oía emocionada y feliz por Sarah — en realidad no mucho, re leía unos contratos por aquí, por qué? Necesitas algo?

Sarah río bajito moviendo sus manos sobre el sillón — aparte de ti, nada. Solo quería comentarte lo que había hecho durante toda la mañana — suspiró sintiéndose deseosa por tener a Jessica y no podía esperar.

— Oh, ¿Te aburres? ¿Quieres venir? — propuso Jess escuchando la respiración de Sarah, algo pausada pero un poco fuerte. Eso la hizo sentir escalofríos — ¿qué pasa? — pregunto intrigada

— Mmm... — Sarah soltó una risa coqueta — nada, solo te extrañó y me aburro un poco — mordió su labio deseando algo -más- de Jess y la conversación, así que decidió ser honesta — Voy a decirlo, si no quieres venir entenderé, Ms Phyllis Lange, muero porque vuelva a casa y podamos hacer el amor, ¿que tan indecente le suena esta propuesta? — preguntó

Jessica sintió su corazón salta con fuerza y una sensación deliciosa bajo por su vientre hasta su intimidad haciéndola reír nerviosa, sonrojada — Uhm, Catharine... no me es ninguna indecente propuesta, agradezco su sinceridad porque el deseo es mutuo, mi deseo hacia usted es intenso. Tan intenso que ahorita mismo estoy tomando mi bolso y yendo tras de usted.

— siempre tan poética y mágica, estoy ansiosa de ti — dijo sin más, colgando el teléfono.

Jessica giró la llave para abrir la puerta del apartamento buscando a Sarah con la vista para ubicarla, no se dijeron absolutamente nada. Ambas se acercaron una a la otra para besarse con pasión y placer.

— te extrañe — susurró Jess

— yo te extrañe mas — contesto Sarah.

Jessica tomaba La cintura de su _amada_ caminando con ella hasta pegarla a un amueblado subiéndola sobre él mientras Sarah enredaba sus piernas en la cintura de Jess en suaves gemidos y jadeos deseando aún más.
Sarah traía una bata la cual ya iba bajando por sus hombros con cada beso que Jessica le proporcionaba sobre su cuello y pecho sintiendo que le quemaba la piel por la excitacion y emoción del momento, las manos de la mujer mayor no se estaban quietas, recorrían su cuerpo en caricias y apretones haciéndola sentir en las nubes, su corazón palpitaba con fuerza haciéndola arquearse deseando más. Jessica no espero un segundo, sus manos se posaron en la intimidad de Sarah tocándola con lentitud para torturarla, moviendo sus dedos en círculos mientras Sarah movía sus caderas al mismo ritmo...

El sonido del teléfono hizo que Sarah se levantara algo rápido, Jessica estaba a su lado desnuda y dormida haciéndola sonreír pícara, se levantó rápido tomando su celular y encerrándose en el baño para contestar, sabía quien era.
— hola... — dijo Sarah mordiéndose la uña

Hola, puedo preguntarte algo? Algo rápido... se honesta conmigo como siempre lo hemos sido — dijo Pedro al otro lado de la línea, posiblemente no quedaba nada de aquel matrimonio pero necesitaba una confirmación para poder dejar de torturarse con aquello

Sarah trago en seco con un nudo en la garganta —Seré honesta contigo... pregúntame — dijo sabiendo que lo haría

¿Ya no volverás cierto? ¿Por qué?— Pedro hizo una pausa —¿fue algún error mío, yo cause que quisieras irte?

No, no.... jamás digas eso, no fue ningún error tuyo, es una decisión que pensé durante mucho tiempo... a veces yo sentía que sin mi estarías bien, yo me volví loca un tiempo, la ciudad me asfixia, no tuvo nada que ver contigo — dijo Sarah algo desesperada odiando que Pedro se sintiera culpable por sus decisiones y sentimientos.

Hubo un silencio enorme entre los dos, Sarah sentía sus lágrimas calientes rodar por las mejillas mientras Pedro apretaba el teléfono — no se que decirte, suena a muchas excusas las cuales no tienen tanto sentido, yo era o soy tú esposo Sarah y te he dado tiempo, he tenido paciencia pero tú no haz querido ni siquiera hablar, qué haces en Paris?

— Estoy terminando un libro, sigo con Jessica ella tiene una editorial, quiero sacarlo desde aquí, lo siento... no he tenido el valor de regresar — dijo Sarah.

— ¿están enamoradas? — preguntó Pedro

El corazón de Sarah se aceleró y sintió sus mejillas calientes — No... — dijo tocando su Cadena del pecho sintiéndose mal por mentir

— entonces vuelve... haz tu libro aquí. Necesito que hablemos, quiero una explicación, una valida — Pedro suspiro fuerte — hasta luego Sarah...

— Por favor! No me cuelgues, déjame hablar — alzo la voz algo estresada dando un salto como niña caprichosa, respiro hondo con un nudo en la garganta mientras trataba de calmarse, se sentía enojada por mentirle a Pedro y por ocultar a Jessica, pero a la vez porque nadie parecía comprender lo que sentía y deseaba de la vida.
Después de unos minutos se animó a salir del baño notando que Jess ya se había levantado para preparar un aperitivo según lo que lograba escuchar. Fue hasta la cocina y se sentó en una silla para ver a su mujer bata caminar de aquí para allá tarareando una canción francesa.

— ¿todo bien? — sonrió sabiendo que no estaba todo bien pero no iba a presionarla así que le paso unas tostadas con nutella y Fresitas — vino o soda?

Sarah sonrió un poco más tranquila al ver a Jess — Soda... muero de sed. Eres incansable — bromeó mordiendo sus tostadas para jalar a Jess de la bata y darle un besito llenándola de chocolate en los labios — mmm... — río contra sus labios.

— eres necia! — dijo Jess alejándose para abrir una coca cola y atraer a Sarah de nuevo hacia ella dándole besos mientras la sostenía de la cintura — quieres contarme qué pasó? — rozó sus narices tiernamente.

I can be that woman Donde viven las historias. Descúbrelo ahora