8 años atrás…
El campo de visión negra se fue disipando lentamente a una luz clara pero luminosa. Mis ojos se abren con dificultad, pero siento como si estuviera acostado.
¿Ya morí? ¿Estaré en el cielo?
Ya con los abiertos, me doy cuenta de que aún sigo vivo. Estoy en una habitación blanca con tonos amarillentos y un ventilador giratorio en el techo bien acomodado. Aún sigo acostado, pero me veo con una especie de vestido y unas mangueras pegadas a mi brazo. Al parecer, estoy en el hospital. Me levanto con dificultad y puedo ver a mi madre dormida en el sofá al lado mío.
No tengo noción del tiempo. Lo último que recuerdo es que estaba en el auto de mi papá y moví la palanca para que el mismo rodara solo y recibiera el fuerte impacto del choque, dejándome inconsciente en el camino.
—¿Mamá? — digo con dificultad
Ella se despierta de inmediato. Puedo ver la tristeza en sus ojos y destrozada que debe de estar. La decepcioné. Decepcioné a mi madre.
—¡Evan, cariño! — dice ahogando un sollozo y me abraza fuerte, lo que me hace sacar un quejido
—¡Ay! No tan fuerte — le digo a mi mamá alejándola de mi lentamente
—Lo siento, cariño — dice secándose las lágrimas
Puedo ver sinceramente la tristeza que tiene. Extiendo mi mano con mucho dolor para limpiar las lágrimas que se salen de sus ojos. El dolor es insoportable.
—No hagas fuerza, cariño. — aleja mi mano de su rostro y lo coloca suavemente sobre la cama. No puedo aguantarlo más.
—Mamá. Lo siento. — empiezo a llorar — Lo siento mucho. — las lágrimas empezaron a salir como torrentes de agua, el dolor no puedo describirlo. Les causé daño a mi familia
—Ya hijo. — me calma la persona más increíble que existe en este mundo — Tranquilo. No pasa nada. — sé que ella no está bien, así que llora conmigo.
La sensación de causarles dolor y sufrimiento a tus seres queridos es algo que no se lo recomiendo a nadie. Mi mamá siempre ha estado junto a mí, Alice siempre hace subirme los ánimos y mi padre… no es que sea un mal padre o que sea descuidado, es que no he tenido una buena relación así de padre e hijo. No me extraña que no esté aquí, aunque tendrá sus razones.
Recibir ese abrazo maternal me hace sentir seguro, aliviado. Por lo que ya mis lágrimas se calman y vuelvo a recuperarme, aunque el dolor persista. De repente mi vista se dirije a tres mejores personas: Betty, Derek y Virgil.
8 años después…
—¿Cómo te has sentido últimamente, Evan? — me pregunta mi psicóloga, la Dra. Margaret Monroe, de cariño le digo Peggy.
—Ah, bien — respondo secamente
—Un “ah, bien” no significa que estés bien. — dice ella leyendo mi rostro, tan experta — Dime que pasó esta vez
—Podría decir que… — digo lanzando un suspiro y haciendo una leve pausa. Ella está escribiendo algo en un cuaderno — la mala suerte me está persiguiendo
—¿Puedes explicarlo? — dice ella reluciendo sus gafas que parece una hermosa nerd
—Últimamente, varias personas de mi pasado volvieron. Una fue mi interés amoroso en la secundaria, otra fue mi ex mejor amiga y otra mi… — hago otra pausa sabiendo el nombre que diré — mi ex novia de hace 5 años
—¿Y por qué dices que es algo malo? — pregunta la doc
—No dije que fuera algo malo. — le digo
—Puedo leer las expresiones humanas, Evan. — dice. Olvidé que tiene ese don
—Sí, cómo sea. — continúo— La cosa es que la primera me rechazó de una manera que no quiero decir. La otra me dejó de hablar junto con los demás y me dejaron a mi suerte. Y ella… — suspiro
—¿Ella qué, Evan? — pregunta la doc
—Fuimos pareja en la secundaria. Tenía cáncer en ese momento y… — No te desplomes, Evan, no te desplomes — causé un accidente de auto que casi la mata. Estuvo en coma y tuvieron que llevarla a San Francisco. De ahí no volvimos a retomar comunicación por 5 años.
—¿Y ella qué te hizo para que estés tan mal? — pregunta mirándome a los ojos, lo cual me incomoda
—Porque ella mantenía comunicación con mi hermana. Yo la di por muerta. Más nunca supe ella. Que me dijera ayer que estuvo al tanto de lo que yo hacía por medio de ella y no me dijera nada… no sé. No le veo sentido. — tomo un vaso de agua, ya que me estoy poniendo ansioso — Quizás exagero las cosas.
—Pero, ¿qué te molesta realmente?
Me quedé pensando un rato. Un silencio que si a mí me estresaba e impacientaba, a ella no. Empecé a ir a sesiones con ella después de haberme graduado, ya que la depresión y la ansiedad volvían cuando se les daba la regalada gana. Acepté la ayuda a regañadientes, no es algo que me guste hacer, pero si no quiero que mi madre me llame o escriba 5 o 6 veces al día, tenía que hacerlo.
—La verdad no lo sé. Creo que sería… el abandono. — lanzo un suspiro — Muchas personas lo han hecho. Un día están ahí contigo incondicionalmente y luego se desaparecen de la faz de la Tierra. — me puse demasiado intenso y ansioso, por lo que tuve que sacar un frasco en el bolsillo y tomarme una píldora antidepresivo
—Veo que no has dejado de tomarte los antidepresivos — observa la doctora
—No se preocupe. No pienso abusar de ellas. Solo los tomo cuando es necesario
—Humm, eso espero. — la duda ofendió — Debo hacerte otra pregunta, Evan
—Creo que sería malo que no lo hiciera — sabía adónde llevaba la pregunta
—¿Has tenido otra vez las pesadillas?
Temia que preguntase eso. La verdad anoche lo tuve y fue… feo, horrible. Revivir ese trauma que creí haberlo enterrado dos metros bajo tierra, me hizo volverme muy inquieto. Decirle a cada rato «hey Peggy, otra vez las pesadillas» me estaba cabreando.
—No, la verdad, no — mentí, aunque ella sabía que no era así
—No me mientas, Evan. Lo veo en tus ojos
Esas miradas fijas me incomodaban. Sé que ella es una profesional, pero a veces mi cerebro dice otra cosa. Aunque prefiero no prescindir eso. Tuve que fingir que era tarde viendo el reloj.
—Lo siento, Peggy. Es tarde, debo irme
Oigo que intenta detenerme pero en vano. Le dije que la vería la fecha acordada y salgo del consultorio. Nunca me gustó ir al psicólogo, pero ni modo, tengo que hacerlo. Preferiría no ir a qué me analizaran el cerebro. Solo fui al auto y me quedé un rato ahí. Pensando. Reprimiendo. Aguantando. Necesitaba estar con alguien que no supiera de mi situación, de mis problemas. Pensé en Soul. Pero aún no quería verla sin ninguna válida.
Agarré el celular y marqué un número que había recibido hace poco.
—¿Hola?
—Hola, Hope. Soy Evan
—Ah, hola Evan. ¿Qué tal todo?
—Va muy bien. Oye, ¿queda todavía en pie lo de la salida?
—Sí claro. De hecho, ahora mismo estoy desocupada. Si quieres podemos ir hoy.
—Claro, por supuesto. Me dices y te paso buscando
Acordamos en ir a buscarla e ir a un café que estaba cerca de Brooklyn. Cuelgo y suspiro profundo. Necesitaba relajarme. Con alguien que conocía desde hace años aunque las cosas fueron diferentes. Necesitaba. Necesitaba...
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Mi Maldición [SEGUNDA PARTE; EN CURSO]
Storie d'amoreDespués de los sucesos en Mi Perdición, Evan Brady ahora es un adulto independiente con su trabajo propio y nuevos amigos. A podido superar progresivamente sus problemas depresivos y aún sigue adelante. Ahora, cuando todo parecía ir bien, llega a su...