Capítulo 2

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Llego a casa muy cansada. Necesito pensar y espero que todo esto no me afecte, no quiero tener problemas psicológicos ni nada por el estilo. Me pongo el pijama y me voy a la cama picando algo de la cocina. Después de todo lo que me ha pasado esta tarde, no tengo nada de ganas de salir con nadie. Ahora mismo quiero estar sola. Mañana será otro día. No paro de pensar en la mirada y el misterio que desprendía el detective, era muy atractivo. Intento disipar esa idea de mi mente, hasta que me quedo dormida.

A las 5 de la mañana, me despierto sobresaltada por una horrible pesadilla, en la cual el protagonista era mi secuestrador. No recuerdo su cara, pero sé que era él. Me toco la cara y tengo lágrimas en los ojos, estoy llorando debido al miedo. Y estoy sudando. Creo que lo mejor será ir a la cocina a beber un vaso de leche, espero que así se me pase esta angustia que me carcome por dentro. Bajo a la cocina, abro la nevera y cojo la leche. Cojo un vaso y me la sirvo, y cuando me la tomo me doy cuenta de que es lo mejor que podría haber hecho.

De repente suena el timbre. ¿Quién demonios es a las 5 de la mañana? Por un momento dudo si abrir, ¿y si es mi secuestrador? No creo... Me dirijo a la puerta en mi pijama rojo de Mickey y Minnie totalmente despeinada, pero si no quieren verme así no haber llamado. Abro la puerta y me encuentro de frente con el detective.

-De...detective, ¿qué hace aquí a estas horas? -es la última persona a la que esperaba ver.

Detrás del detective puedo observar dos hombres o gorilas. Parecen esos guardaespaldas que protegen a los famosos. Son dos hombres que podrían tirarme al suelo solo empujándome con el dedo meñique. Van de negro y con pinganillos. Tal y como los había imaginado, los he visto así en cientos de películas.

-Le dije que le pondríamos seguridad -bosteza. Tiene unas ojeras más que diferenciables a pesar de la oscuridad de la noche- y bueno, se la traigo. Chicos, pasad. -Me aparto dejándoles entrar en mi casa. Aún no entiendo nada- Le presento a su seguridad -sonríe tranquilo.

-¿Me pone seguridad a las 5 de la mañana? -le miro incrédula. Es entonces cuando puedo ver del todo bien las ojeras y la cara de dormido que trae.

-Sí es que...no quiero que le pase nada así que si quiere yo hoy estaré aquí también hasta que se acostumbre -mira a los guardias- son buena gente. Ellos se quedarán en la puerta -los guardias me saludan y se presentan cordialmente. Salen de la casa y se quedan en la puerta con ésta abierta.

-Detective, ¿ha dormido usted? -le miro a los ojos.

-Suelo dormir poco, no tengo tiempo...-se frota los ojos, parece muy cansado, sin haber dormido en varios días. Esta tarde no parecía así.

-Detective debe dormir más...esto no es sano. No quiero que por mi culpa no duerma, ya bastante tengo yo. ¿Quiere un vaso de leche caliente para relajarse?

-No hace falta -mueve la cabeza para espabilarse-. Vaya arriba y duerma un rato yo ya...me echaré un poco en el coche.

-No detective, tiene que dormir bien...duerma aquí. Si quiere tiene para elegir el sofá o...o mi cama es grande.

¿Esas palabras acaban de salir de mi boca? Sí que lo han hecho, sin pedir ningún permiso. No soy la típica chica que no sale con nadie, nunca sale con chicos y no ha tenido un rollo de una noche. Pero tampoco paso por mi cama a todo el que me encuentro. Es algo medio, aunque si habría que definirlo, lo mejor es decir que me gusta divertirme. Al fin y al cabo, le acabo de ofrecer a este hombre desconocido meterse en mi cama. Sólo para dormir.

Me mira a los ojos y se muerde el labio.

-No me importa dormir en el sofá...no quiero ser molestia.

Shoot MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora