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Capítulo 9: ~La última planta~

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~Alanna


El color rojo reina en el lugar y una sensación de placentera comodidad me invade, las pequeñas bolitas de luz se extienden por todos los rincones de la habitación dando vueltas por las paredes, gracias a la bola de disco giratoria que cuelga del techo. Mis ojos recorren fascinados las paredes de un cuarto que solía ser acogedor, y que ahora se ha convertido en una sala de tortura. Todo es rojo, un rojo muy intenso que combina a la perfección con la luz blanca de la bola de disco.

Me tiro contra el colchón, hundiéndome al instante entre las sábanas y cierro los ojos disfrutando de las sensaciones que se apoderan de mi cuerpo, dándome la libertad de disfrutar del silencio y olvidando todo lo que ocurre a mi alrededor. Pero ese silencio es interrumpido por un ruido irritante, que no me deja disfrutar de la tranquilidad, por lo que termino sentada en la cama resoplando con molestia.

-Ya está por dios, relájate- su voz suena agitada por la continua discusión con el revoltoso cuerpo de la asustada morena- ya casi estoy, quédate quieta- exhala con un impaciente deseo de arrancar ese insufrible matojo que tan estresada la tiene- solo este trozo. ¡YA! - exclama con voz victoriosa y alegre.

-Joder- Luce se levanta con rapidez de la silla mientras se tapa la zona adolorida, la morena maldice sin parar y un pequeño sollozo se escapa de entre sus labios. Me levanto acercándome a ella y sobo su espalda intentando reconfortarla, cosa que no sirve de nada.

-Venga, sino es para tanto- la rubia resopla quitándole importancia a la situación y mueve el pequeño trozo de cera delante de la cara de Luce.

La escena es digna de una película, Sam baila contenta con el trozo de cera entre sus dedos, sonriente por su gran logro, mientras que Luce no deja de sobarse la zona del bigote maldiciendo por lo bajo a mi mejor amiga.

Al principio fue difícil convencer a Luce para que dejase que Sam la arregle, sin embargo, después de mucho insistir y frases como "ese chico especial no podrá resistirse a ti", Sam como siempre, lo consiguió.

-Ven anda- agarra su brazo obligándola a sentarse en la cama- te pondré un poco de crema, tienes piel sensible- Sam se acerca a la cómoda agarrando un bote verde, después vuelve a posicionarse delante de Luce para untarle un poco de crema en la zona rojiza. Luce suspira de placer, cerrando los ojos y echando su cabeza hacia atrás- levanta, te enseñare mis conjuntos. Seguro que alguno te gustará- Sam desaparece en su vestidor dando pequeños brincos y dejándonos solas.

Luce me mira dudosa e insegura, debo admitir que no la recordaba así, ella era incluso más segura que Sam, y eso ya es decir mucho.

-Tranquila- digo sentándome junto a ella- sabe lo que hace, créeme-le doy un pequeño abrazo y eso parece reconfortarla.

-Eso espero- se levanta resoplando y arrastrando los pies, perdiéndose ella también dentro del vestidor.

Me quedo sentada en la cama y mi mirada se pierde entre los pocos árboles de la calle que se ven por la ventana. A mi mente vuelve la gélida mirada con la que Luce me observó hace unas horas, una mirada que nunca había visto en ella y que es tan típica de Angelo y de Damián, que logró atemorizarme. Esa es una pequeña parte que los hermanos Caduto comparten y es que siempre que se enfadan surge ese potencial que hay en ellos, uno que puede petrificar a cualquiera; un potencial siniestro.

Unos ojos grisáceos llegan a mi mente robando el protagonismo, como siempre. Y eso me lleva a divagar aún más en ellos, llenándome de agonía ante la idea de no volver a verlo nunca más.

La maldición del deseo, Angelo Caduto. [ 1º Trilogía Caduto]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora