Perturbado

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Las cosas no tendrían un final, ahora que la situación empeoraba, había un debate entre lo correcto y lo incorrecto ¿tendría Kenneth que matar a Misa y a Narey para obtener su salvación o dejar todo atrás con el fin de proteger a su pequeña? Eran constantes preguntas que redundaban en su mente, pero algo tenía claro, no dejaría que nadie se acercase a la única razón que tenía para seguir viviendo. Hani era aquello que lo mantenía estable en todos esos momentos de horror, llegar a casa y ver su pequeña sonrisa era suficiente para olvidar cualquier perturbación que estuviera en su cabeza y el tenerla en sus brazos era su alegría por que era eso lo que evitaba que siguiera causando daño a la gente, algo que el nunca deseó más no tenía otra opción si quería mantener a la pequeña a su lado.

Todo seguía igual, el tiempo transcurría y parecía calmarse, al menos se podía sentir un poco de alivio en aquella sala de hospital donde se encontraba Narey al lado de su amiga, en su interior, sentía culpa por lo que esta había tenido que pasar, de no haberla conocido ella podría estar a salvo ahora y no en una cama sedada debido a las heridas que tenía, cada vez parecía que su vida se venía abajo pero también tenía un incentivo para seguir adelante, Misa, su preciado alfa y el bebé que pronto tendría, el sueño de la familia que siempre deseo tener finalmente se volvería realidad, poder estar al lado de alguien que lo amara y lo cuidara, que lo valorase tal y como es y estuviese con el pase lo que pase, todo eso era lo que había podido encontrar en Misa. Aquellos recuerdos de cuando estudiaba en el instituto invadieron su mente; el primer encuentro entre él y Misa, acompañar a sus hermanos, estar con sus amigos ¿qué había sido de Sorena? La chica con la que compartió una amistad tan hermosa que para protegerla tuvo que pedirle que se fuera de la ciudad junto con Akemi a un lugar donde no corrieran peligro, lo último que logró saber de ella, fue que finalmente era feliz y tenía todo lo que siempre quiso, y en todo ese recorrido, Narey no estuvo para apoyarla.

Habían momentos en los cuales Narey solo deseaba regresar a aquellos años en donde todo parecía estar estable en su vida, donde su único problema eran sus hermanos; divertirse y compartir con ellos era lo que más disfrutaba, esas noches de pláticas y risas, pasar tiempo con su madre, molestar constantemente a Adrián y a Damián, bromear con su hermana Aria y luego ser regañados por Zelaya, eran cosas que posiblemente jamás volvería a tener ahora que se había alejado de ellos, aunque le doliera, estaba haciendo todo lo necesario para protegerlos y que nada les llegase a ocurrir.

—Cariño ¿en qué tanto piensas?— unas manos suaves fueron colocadas en la espalda del omega para masajearla levemente, Narey soltó un suspiro y recostó su cabeza en el vientre del alfa para poder verle a los ojos y llevar su mano al rostro de este, le regaló una sonrisa y lo acarició con lentitud.

—Recuerdos, solamente eso.— respondió el menor para luego volver a enderezarse sin soltar la mano de su amiga, eran tantas las emociones que sentía en esos momentos que solamente quería llorar, gritar, esconderse entre las sábanas de su cama por más bobo que sonará, pero solo deseaba escapar. Misa se sentó a su lado y recostó la cabeza del menor en su hombro para luego recostar la suya sobre la contraria.

—¿Has llegado a arrepentirte de algo?— preguntó el mayor mientras observaba la condición de la chica que tenía enfrente, también le costaba digerir todo lo que estaba ocurriendo y no podía creer a tal punto que había llegado este juego de la mentira, por una parte no dejaba de sentirse culpable por todos esos sucesos que tuvo que pasar tanto Narey como él, aquellas acciones horribles que tuvo que cometer, las vidas que arrebató; todo iba tan rápido que tenía poco tiempo para poder olvidar aquellas cosas, pero todo eso era lo que podían hacer ahora, empezar a sanar.

—De algunas cosas en realidad, aunque son bastante insignificantes ¿pero sabes de qué no me arrepentiré jamás? De haberte conocido, hasta el día de hoy, eres lo mejor que he tenido en mi vida y lo que siempre tendré, te amo Misa, te amo demasiado...— elevó su cabeza para poder tener mejor vista del rostro del contrario para luego regalarle una dulce sonrisa pero que reflejaba detrás melancolía, habían muchas cosas que era mejor olvidarlas, pero que no era tan fácil como se pensaba, pero ahora tenía que aprender a vivir en el presente costara o no, esa era su vida ahora, y estar con el alfa era lo único que iluminaba su vida por completo.

Todo estaba tan cómodo en aquellos momentos solamente para los dos, un espacio seguro en el que se dedicaron a compartir su amor, viéndose a los ojos de una manera inigualable, parecía que a pesar de las adversidades, lo único que era inquebrantable para ellos era su mismísimo amor, el cual no tenía límite, y menos si se trataba de ellos dos, pero aquella calma se rompió tan pronto la omega contraria se despertó, haciendo que Narey se sorprendiera y se fijara inmediatamente en ella. La chica aún se hallaba un tanto aturdida por lo ocurrido y apenas podía mantenerse consciente, lo primero que hizo fue enfocar su mirada en los contrarios mientras que también sujetaba la mano de su amigo, su mirada perdida demostraba todo; nadie era capaz de superar la situación anterior.

—Narey... ¿C-cómo esta Sehyun?— fue lo primero que pregunto la omega al poder hablar, y era cierto que debía agradecerle al mayor por haber sido él quien la defendiese en aquella situación, incluso poniendo su vida en riesgo para poder salvarla, pues no le importó recibir los golpes del contrario durante el ataque, aunque no hubiese podido detener lo que ocurrió.

—Él está bien, por suerte no tiene heridas graves, se encuentra afuera en estos momentos... Está avergonzado y se culpa de lo que pasó... Pero algo deben saber y tener claro los dos, y es que esto no fue su culpa... Perdónenme a mí por haberles causado esta horrible situación, el simple hecho de que ustedes estén junto a mí... No no, con solo conocerme, les he traído demasiados problemas, perdóname Jihyeon... Esto es mi culpa...— el omega empezó a llorar cubriendo con una de sus manos su propio rostro, Misa se agachó a su altura para poder acariciar su espalda y abrazarlo levemente tratando de consolarlo, mientras que la contraria permanecía en silencio, sin saber que decir, pero queriendo gritar millones de cosas en aquellos momentos, nunca creyó que todo esto iba a ocurrir.

Sujetó la mano contraria con fuerza haciendo que el contrario elevase su mirada para poder ver la de su amiga, quien también estaba llorando, sin soltar la mano contraria, mientras que llevaba la otra para limpiar las lágrimas de su compañero, y le regalaba una pequeña y corta sonrisa.

—Yo... Yo sabía que todo esto pasaría... Nunca llegué a creer que mi hermano había muerto cuando era joven... Era incapaz de creerlo, nada encajaba y por más que tratara de aceptarlo, simplemente no podía... Pero llegó un momento en el que simplemente dejé de buscarlo, hasta que... Fue él quien me encontró a mí...— la habitación se quedó en un silencio bastante abrumador, no habían palabras para poder responder ante aquella situación, incluso después de todo lo ocurrido, era algo que simplemente querían olvidar.

Narey se levantó en silencio y se acercó a su amiga para poder abrazarla, aquello era mejor que cualquier palabra que pudiese decir. Se aferró a ella con la intención de transmitirle paz, aunque esta no existiese, él solamente quería que Jihyeon se sintiera bien. Misa entendió lo que su pareja quería hacer, por lo que rodeó a ambos omegas con sus brazos, envolviéndolos en un abrazo que reflejaba protección. La contraria dejaba salir leves lágrimas ante aquella acción, siendo eso todo lo que necesitaba para sentirse apoyada, sabía que ellos nunca iban a dejarla sola nuevamente.

Al cabo de unos momentos, tanto el omega como su pareja salieron de la habitación para dejar descansar a su amiga, dirigiéndose finalmente a la salida, era tarde y los dos necesitaban volver a casa para poder descansar, esas situaciones de estrés no eran buenas para el menor, quien hace poco acababa de cumplir 3 meses de embarazo, por lo que debía cuidarse más para evitar cualquier tipo de complicaciones. Saliendo del hospital caminaron directamente hacia su auto, pero antes de que Narey pudiese subirse dentro de este, Misa lo abrazó, escondiendo su cabeza sobre su pecho, no estaban solos.

Necesito hablar con ustedes...

Nuevamente, Kenneth se encontraba frente a frente con la pareja, pero ahora era distinto, ya que no estaba solo, su pequeña hija se hallaba sobre sus brazos durmiendo pacíficamente, su rostro reflejaba temor y nerviosismo, estaba perturbado por volver una y otra vez a esa situación, quería acabar con todo ya.

—Necesito que me ayuden... Por favor...—

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⏰ Última actualización: May 16, 2023 ⏰

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