ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ɴᴜᴇᴠᴇ

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El hermoso paisaje que nos acompañaba a mi hermano y a mi, hizo que mi corazón quisiera llorar

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El hermoso paisaje que nos acompañaba a mi hermano y a mi, hizo que mi corazón quisiera llorar. Me sentía culpable por todos los problemas que mi pueblo, mis padres, pero sobre todo mi reputación estaba pasando por mi comportamiento infantil. Huitzilopchtli me contó que, luego de abandonar mis dominios, mis padre y mis hermanos (en especial Tezcatlipoca), tenían que enfrentarse a diario contra otros dioses que intentaban atacar mis dominios. Por supuesto, ellos estaban conscientes de que debía volver.

-¡Lo... lo siento! -dije al limpiar mis ojos. Mi hermano me miró algo extrañado y luego dijo.
-¿Por?, no tienes la culpa, mi hermana algún día regresara y estoy seguro que vendrá con mas fuerza a gobernar

Hundí mi cara entre mis piernas. Honestamente desee con todas mis fuerzas ser fuerte para enfrentar ese pecado, pero seguía siendo la misma inútil que siempre. Como cuando Tezcatlipoca hizo todo el trabajo pesado con Cipactli, al cortarse la pierna como señuelo. Él debió de merecer la mayor parte de los elogios de mi padre, no yo.

-¿Pasa algo? -dijo mi hermano al acercarse más.

Me quede pensando una excusa algo creíble. Hasta que, una idea algo "tonta" me vino a la mente. Y venía más influenciada por las palabras de la gran Frigg.

Me di cuenta que me iba a meter en un gran lío de lo que ya estaba. Pero era por el bien de mi gente y la paz de mis dominios, estaba dispuesta a mentir.
-Ella esta muerta -dije al levantarme para mirarlo- Quetzalcóatl era mi amiga, pero esta muerta.

La cara de mi hermano cambio a los pocos segundos que le dije aquello.
-¡¿Qué dijiste?! -dijo al levantarse para sujetarme de los hombros.

-¡Ella murió!, Quetzi era mi amiga, pero... ella murió mientras peleábamos contra un gigante.

-¡Mientes!, ella no era débil -recalco mientras apretaba mis hombros.

-¡Duele!, suéltame -le suplique, pero sus manos se encajaron un poco más en mi piel.

Era evidente que iba a reaccionar así, ellos amaban a su hermana pequeña sobre todas las cosas.

Sin embargo, a los pocos segundos una lanza lo atravesó del hombro, pero sobre todo, aquella voz varonil del humano que golpee se hizo presente.
-¿Cómo te atreves a dañar a una dama? -grito LuBu.

-Mi señor LuBu, dio justo en el blanco -dijo Chen Gong.

Al verlo, me sorprendió mucho, no solo porque era un humano. Si no que, caminaba muy normal en la tierra de los dioses.
-¡Y quien lo dice! -grite molesta. Pero conociendo a mi hermano lo iba a matar al instante.

En un abrir y cerrar de ojos me lleve a LuBu y al acompañante lejos de ahí. Oculte mi fuerza y los obligue a permanecer quietos.
-¿Qué hacen aquí? -le susurre.

-Nosotros... simplemente caminamos la colina mas alta del valle y seguimos las luces. El señor LuBu fue el primero en verla a usted, señorita -dijo Gong.

La emplumada amada del dios del trueno (Thor X Quetzalcóatl)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora