ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ᴄᴜᴀᴛʀᴏ

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Pude sentir como todo se detuvo a mi alrededor con ese simple, pero muy desconcertante beso

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Pude sentir como todo se detuvo a mi alrededor con ese simple, pero muy desconcertante beso. Ni con mi antiguo prometido me sentí tan protegida como en ese momento me sentí con Thor.
Al terminar el beso, mis ojos se centraron en los suyos.
-Estoy... bien, Muchas gracias, Thor

Sujete con mis manos las mejillas pálidas del pelirrojo y le mostré una sonrisa sincera.
-Es algo inesperado nuestro re encuentro, pero me alegra que pasara -agregue a dar un paso hacia atrás.

-Ansiaba verte de nuevo, ven con nosotros -dijo con esa mirada de pocos amigos. Como si estuviera obligándome a aceptar.

-¿Por que quieres que vaya contigo?, y encima mientes sobre nosotros

-Ahora nosotros somos... -dijo, pero lo interrumpí.

-Nosotros no somos nada, el echo de besarnos no significa algo. Ni siquiera sabes mi nombre.

Cuando dije eso, Thor me miró en silencio un rato. Eso me dio a entender que tenía razón. Pero al estar por responder me interrumpió.
-Eres Quetzalcóatl, una diosa menor azteca. Hija de Ometecuhtli, dios de la creación Mexica

Me quede en silencio mientras baje la mirada, honestamente no sabia que responderle.
-¿Qué hace una diosa tan importante del otro lado del mundo? -pregunto al sujetar mi barbilla.
Hice una mueca, pero no me aparte de su lado.

-Hice cosas que no debía, además fui... muy confiada con uno de mis hermanos y termino lastimándome. Es lo único que te puedo decir

-Entiendo, no preguntaré nada más, ten por seguro que no te traicionare. Ahora somos una familia

-Y dale con la familia. Escucha... esta bien, me quedare con ustedes -dije al quitar mi barbilla de su mano- pero no pienso casarme contigo. Ahora no mires, me vestiré y tratare de arreglarme un poco.

Thor no dijo nada, solo se volteo y dejo que me aseara. Fue lo más rápido que pude y al terminar, salí del agua para vestirme.
-Gracias -dije al ir a su lado.
Le entregue su capa, pero de inmediato la tomo y la volvió a colocar a la fuerza en mi cuerpo.

-¿Ahora que? -pregunté frunciendo el ceño.

-Esas ropas son muy reveladoras.

No le veía el caso su comentario, las diosas de este lado del mundo exageraban a veces con sus finos, costosos y estorbosos atuendos.

Honestamente la mayoría de dioses del lado oeste del mundo, nos centrábamos más en otras cosas que en nuestra vestimenta, y cuando era el caso, se usaban pocas prendas y eso, con un vivo detalle de un animal.
-¿Qué hay de malo con mi ropa?

-Solo... no enseñes mucho -dijo al comenzar a caminar.
Mostré una sonrisa al percatarme de sus celos tan evidentes. Así que, después de todo terminaría acostumbrándome a su estilo de vida.

La emplumada amada del dios del trueno (Thor X Quetzalcóatl)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora