la bella durmiente

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Changbin se adentró a su hogar, aún sosteniendo a un pequeño rubio que se negaba con todas sus fuerzas a separarse de su novio. Cuándo finalmente el pelinegro pudo depositar a su pareja en la cama, ambos soltaron un suspiro lleno de relajación, no había mejor cosa que llegar a casa luego de un estresante día.

El apartamento dónde ambos habitaban era hermoso, de colores blanco y negro muy neutros, lo más maravilloso de aquel espacio eran dos grandes vitrinas, una que contenía todos los premios que Changbin había ganado durante su carrera cómo boxeador y la otra, los trofeos y medallas que el australiano había ganado en competencias de danza. Cabe recalcar que ambas estaban muy, pero muy llenas.

— Bebé, ¿cómo te sientes? - apenas ambos quedaron en el silencio del apartamento, Changbin no tardo en deshacerse de la incómoda chaqueta de cuero que portaba, para ponerse cómodo y acurrucar a su pequeño a su pecho.

— Binnie quiero adelgazar. - insistió Lee, cambiando al instante el semblante sereno del pelinegro.

Aún así, intento mantener su compostura.

— Felix, ¿realmente deseas bajar de peso?.. - preguntó con cuidado, acariciandole la mejilla con delicadeza.

— Sí.. sí quiero.. - asintió, sin pensarlo demasiado.

— Bien, estarás a dieta, pero comerás correctamente y todo sera controlado por mi, ¿oíste? - Changbin al ser un boxeador, estaba al completo familiarizado con todo tipo de dietas, suplementos y proteínas necesarias para el cuerpo, siendo este un atleta de alto rendimiento, la nutrición era fundamental. — ni se te ocurra que dejarás de comer o alguna de esas bobadas. - exclamó. No es que no confiara en su pareja, confiaba muchísimo en Felix, pero no en sus amistades, los amigos de Lee eran peligrosos.

Sobretodo Jeongin. Cuándo Changbin lo conoció, pudo averiguar al instante que el pelirrojo tenía un problema al verlo contar todas y cada una de las calorías que ingirió en un plato de ramen, Seo no podía quedarse callado al ver un inminente desorden alimenticio frente a sus ojos, teniendo en cuenta que Yang tenía tan solo catorce años en ese entonces.

Sin embargo, cuándo intento prestarle una mano al menor, esté lo mando, textualmente, a la mierda, le dijo que su vida no era de su incumbencia y podía meterse su ayuda por.. lugares que no desesba volver a repetir.

Luego de eso, Seo decidió dejar de insistir y por lo que sabía, Jeongin aún seguía en lo mismo.
Y eso era lo que temía, que mal aconsejara a Felix y este cayera en un desorden de alimentos terrible.

Por eso, si Felix quería hacer dieta, la haría bajo su supervisión.

— Lixie. - llamó por lo bajó el más grande al notar que su camiseta empezaba a humedecerse. — ¿Lixie te sientes pequeño? - preguntó con delicadeza, intentando no asustar a quién estaba sobre sus piernas.

Sin saber si era el Felix de dieciocho años o el de tres.

— No.. - murmuro en respuesta el rubio, dejando de morder la camiseta de su novio. — quiere pero no puedo.. - lloro, nuevamente partiéndose en lágrimas.

— Amor tranquilo, vamos con calma.. - acarició su espaldita.

— Estoy queriendo entrar a mi little space desdé hace demasiado y no puedo Binnie, el estrés me consumé aún más que mis ganas de ser pequeño, mis responsabilidades me persiguen y yo no puedo darme el lujo de ser un bebé, no ahora.. - sollozó bajándose de las piernas del más grande.

— Bebé, vamos lentito, ¿sí?, no te fuerces, no es necesario que estés pequeñito para recibir mimos y ser tratado cómo el príncipe que eres, lo haremos igual, tal y cómo si estuvieras chiquito. - exclamó Seo, alzándolo para recostarlo en la cama. — te prepararé un delicioso biberón con leche de vainilla y luego te contaré un cuentito, ¿oki?

balletⴰ༢ ( hyunin )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora