estoy tocando fondo

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A Jisung no le había quedado de otra que contarle a Jeongin lo que había sucedido con Seungmin y el peligro que corría el secreto de Felix. Yang ni siquiera se inmutó, simplemente fue directo a Seungmin y le citó en un restaurante callejero de ramen.
Estaba intentando no ponerse la vida más complicada de lo que ya estaba.

En fin, viernes por la tarde, estaba al principio de las escaleras que guiaban a la academia, sentado con su libreta entre las manos, estaba esperando a Seungmim, con quién había quedado a esa hora para irse juntos al dichoso restaurante.

Mientras le esperaba, tomaba las medidas recurrentes en su libreta. No iba a engañarse a si mismo, estaba consiente de lo mal que estaba haciéndole a su cuerpo al no comer, al vomitar, al vivir de chicles de cereza, sin embargo no le importaba, si en algún momento moría, deseaba que fuera de inanición.

Tomaba las medidas de sus muñecas utilizando sus dedos, rodeando aquellos al rededor de su articulación, sonriendo satisfecha al observar cómo esta no lograba llenar sus dedos.

Se sentía cómo volar, cuándo en realidad sabía que era la sensación de morir lentamente.

Aun así no le importaba el hecho de estar tocando fondo de a poco, en algún momento caería a lo más profundo de aquel hoyo asqueroso, en el que la llamada vida lo había arrojado, y si lo hacía, y si moría, ¿quién lloraría por el?, nadie.

Al menos entré los fantasmas, sería el más hermoso de todos.

Se rió suave por sus absurdos pensamientos.

— Hey, ¿que haces ahí?

Jeongin elevó la cabeza, Seungmin le estaba compartiendo una agradable sonrisa.

Kim Seungmin no era feo, de hecho era muy guapo, si la situación que le llevó a estar en una cita con el no hubiera existido, probablemente si le hubiera tomado un verdadero peso a salir con el chico y hasta se fijaría en el con el afán de entablar algún tipo de relación.

Sin embargo sabía porqué estaba ahí, tomandole la mano.

Porqué estaban bajo amenaza.

— ¿Nos vamos? - suspiro el pelirrojo, ya levantado.

— Claro, hermoso. - Kim se acercó a depositar un beso en la delgada mano del menor.

Yang simplemente lo vió sin mucha expresión.

Ninguno noto la presencia de cierto mecánico trabajando a su lado. Hyunjin solo frunció el ceño de tan solo imaginarse a Jeongin con otro chico en las mismas situaciones en las que ambos estuvieron.

Jeongin y Seungmin siguieron avanzando, Yang no era imbecil, le citó a aquel restaurante con todo un plan ya hecho en su cabeza, conocía el menú, conocía las calorías de todo el menú, tenía un límite ese día, no podía sobrepasarse.

400 calorías y nada más.

Changbin estaba muy feliz, había logrado finalmente deslizar a Felix a su pequeño espacio luego de casi seis meses sin poder lograrlo, lastimosamente, no fue en el mejor lugar del mundo

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Changbin estaba muy feliz, había logrado finalmente deslizar a Felix a su pequeño espacio luego de casi seis meses sin poder lograrlo, lastimosamente, no fue en el mejor lugar del mundo.

Seo había decidido por su cuenta no dejar que Felix fuera a sus clases de ballet del día, ya que el menor se sentía muy adolorido de las piernas, por lo que lo llevó al gimnasio con el para que le acompañara un rato, sin embargo, el pelinegro no contó con que Felix entraría a su little space ahí, en medio del gimnasio.

Tuvo que armar un plan entre el, su padre y sus compañeros, corriendo de un lado a otro para buscar cosas con las que podrían alimentar al ahora bebé.

Felix tenía entre dos a cinco años mentales cuánd se deslizaba.
El de ojos negros desde que lo vió en little space ese día le dió definitivamente tres años, el bebito a penas y podía caminar bien.

Finalmente pudieron conseguir uno de los biberones de Lix que tenían en la cafetería de aquel lugar, se les había quedado olvidado hace meses en el gimnasio, sin embargo lo llenaron del jugo de manzana favorito de Lee y le llevaron un par de galletas.

Ninguno podía atenderlo en ese instante, ya habían perdido un montón de tiempo buscando cosas para alimentarle y realmente debían entrenar.

Aún así, el entrenador no se hizo problema, el padre de Changbin cargó a Felix mientras dirigía el entrenamiento y le daba de beber de su bonito biberón celeste.

Sungtae perdía completa autoridad al tener a un bebé entre sus brazos, meciéndolo mientras obligaba a jóvenes a pelear con fuerza, llamándoles la atención con aquel ceño fruncido que le caracterizaba.

Lixie ya había acabado su biberón, ahora observaba con atención a su suegro, aquel hombre gritaba demasiado, ya le dolían las orejitas de escucharlo soplar aquel silbato que se encontraban colgando de su cuello.

Cansado, puso su dedo índice sobre los labios del hombre, obligándole a callar, con su ceño fruncido, Felix emitió un "shhh", suficientemente fuerte para que aquellos que aún estaban en el ring le escucharan y rieran.

— Oh.. si, lo siento, haré silencio. - Sungtae se disculpó con el menor, apenado. — bien, suficiente por hoy, vayan a lavarse. - demandó a los chicos, mientras el se alejaba de los luchadores y se sentaba en un banquillo con Felix en sus piernas. — lamento haber estado gritando tanto.. - se disculpó nuevamente.

— Hablas mucho.. - balbuceó el bebé, metiendo un dedito en su boca por la marcada fijación oral que tenía. No tenían sus chupetes a la mano ya que todo fue una sorpresa para su novio/cuidador.

— ¿Hablo mucho?.. - el mayor le vio con el ceño fruncido.

— Sí, ruidoso. - volvió a balbucear, jugando con los cordones de hoodie del mayor.

— Mocoso, ¿cuántos años tienes? - consulto el adulto, acomodándolo en su regazo.

— ¡Muchos! - sonrío suavecito, aplaudiendo delicadamente.

— Necesito un número, Lix. - intento explicarle.

— No se contar.. - puchereo.

— No, no que cuentes, ¡tu edad! - exclamó.

Felix bufó, no entendía de que le hablaban, le estaban haciendo demasiadas preguntas y el tan solo quería dormir, tenía mucho sueño y el señor seguía cuestionándole cosas y hablando demasiado.

— ¡No sé! - chilló finalmente.

Cuándo Changbin llegó, corrió a su bebé, tomándolo rápidamente en sus brazos, causando la risa del pequeñito.

— ¿Por qué Lixie estaba gritando, papá? - preguntó el pelinegro, meciendo al menor.

— Solo le pregunte su edad, y empezó a balbucear, probablemente me estaba insultando en su idioma de bebé. - puchereo el adulto.

— Si no lo sabe entonces debe ser de dos a tres años.. - jugueteó un poco con el cabello del rubio, quién había empezado a mordisquear su hoodie.

La parejit se fue, luego de un largo día en el gimnasio, finalmente llegaron a su apartamento, dónde ya pudieron estar cómodos.

Amándose a su manera.

balletⴰ༢ ( hyunin )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora