se desvanece

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Hyunjin no era idiota, por más que lo aparentase.

Había indagado en los horarios de Jeongin hasta dar con las horas exactas en las que el pelirrojo se aparecía por la academia, no fue muy difícil averiguarlo, Yang se pasaba la mayor parte de su día encerrado en esas cuatro paredes repletas de espejos.

Y cómo buen espía, tituló que el mismo había autoproclamado para su tarea, se dió cuenta de cada detalle.

Jeongin iba en decadencia, cada día traía dos grandes bolsas negras bajo sus ojos, sus huesos empezaban a remplazar la carne, sus labios estaban resecos y llenos de piel muerta rogando por ser sacada.

Hyunjin estaba preocupado, si bien, ya era consiente de que los comportamientos del menor no eran normales, confiaba en que Jeongin conocía sus límites.

Pero algo, o más bien alguien, estaba sobrepásanos esos límites y llevando a Jeongin a la autodestrucción.

Con una lata de cerveza en la mano, yacía sentado afuera del taller, esperando por un nuevo cliente, o eso aparentaba, estaba en realidad, listo para que Jeongin llegará de la mano de Seungmin, cómo cada miércoles a las doce del día.

Pero para sus sorpresas, el pelirrojo venía solo, caminaba a pasos lentos, tambaleándose, cómo si estuviera borracho, Hyunjin dudaba que esa fuera la razón de tal desorientación.

Yang llegó hasta las escaleras y se detuvo un segundo allí, intentando regularizar la respiración luego de tanto esfuerzo por caminar hasta allá.

Si bien, no se llevaba a la perfección con el mecánico, aceptó su ayuda cuándo este le extendió la mano.
Hyunjin le ayudó a sentarse en la escalera, poniéndole cuidado a cada movimiento que realizaba, pareciera que en cualquier momento Jeongin se rompería en pedacitos.

— ¿Que haces? - se quejó el menor cuándo Hwang le acarició el cabello. — quítate. - le empujó sin fuerza.

— ¿Por qué estás así de mal?, ¿que mierda te pasó? - bien, Hyunjin no era el rey del tacto, pero le estaba haciendo el intento.

— No te interesa. - exclamó Yang, viéndole con desagrado.

— Créeme que si no me interesara ni siquiera hubiera hecho el esfuerzo de abandonar mi cómoda silla y mi deliciosa cerveza para venir a ayudarte. - gruñó.

— Estoy bien, sólo dejame en paz. - bufó, queriendo acabar la conversación.

— Siendo honesto, te ves terrible, pareces estar más muerto que vivo. - se encogió de hombros.

Jeongin solo rodó los ojos y se levantó dispuesto a irse, pero apenas dió un paso y cayó desmayado en los brazos de Hyunjin.

— Que cliché. - Hwang quería burlarse, pero la situación era algo seria. Agarró al chico en sus brazos y lo llevó hasta su casa.

Recostó al pelirrojo en su cama, mientras comprobaba su respiración, le puso un par de pañitos con agua en la cabeza para que se llevarán el sudor que bajaba por todo su rostro, abrió las ventanas para que tuviera un poco de aire y le dejó descansar mientras se dirigía a la cocina.

Una vez llenó el plato de comida se dirigió hacía su habitación otra vez, Jeongin frotaba una de sus ojos despacio, deseando espabilar luego de tanto alboroto.

— Despertaste. - la voz del pelinegro lo hizo elevar su cabeza hacía el.

— ¿Que hago aquí? - fue lo primero que soltó el menor.

— Caíste desmayado hace unos treinta minutos y te traje a mi casa. - se encogió de hombros dejando el plato con pastas a su lado. — ahora, necesito que comas.

— No. - se negó el menor de inmediato, viendo la comida con pavor.

— Jeongin, estás horrible, come un poco, por favor. - suspiro el mayor. — aún que sea para que puedas caminar sin caerte.

— No.. no yo, yo no puedo, no entiendo porqué mierda quieres que coma, cuándo fuimos follamigos no te interesaba mi vida, ¿por qué ahora sí?, solo déjame en paz.. no comeré nada de eso, ¿te imaginas cuántas calorías tiene ese plato de comida?, ¡más de mil!, estás loco, no comeré eso. - finalizó negando desesperadamente.

— Sí, cometi un millón de errores hace unos meses y no te pediré que me perdones por tratarte cómo basura porqué para empezar no perderé dignidad en eso, pero hablando del presente, ahora mismo; me interesas, me interesa tu vida, tus intereses y sobretodo tu salud, por eso, necesito que te comas estás mil calorías para que puedas si quiera moverte cómo una persona normal.

Jeongin empezó a llorar y Hyunjin a perder la paciencia.

— ¡No!, ¡no!, ¡aleja eso de mi! - sollozaba el pelirrojo mientras el mayor intentaba alimentarlo con las pastas.

— La mitad.. aún que sea la mitad.. - pidió Hwang, viéndole con tristeza.

— Un cuarto. - negoció.

— Bien, un cuarto, pero come.

Cuándo las pastas fueron dejadas sobre su regazo, Jeongin empezó a apartar la carne, la salsa que los cubría hasta los dividió para saber lo que comería exactamente.

— ¿Cómo caíste en esto?.. - murmuró Hyunjin, viéndole ingerir fideo por fideo.

— Fue hace varios años.. tenía once en ese momento. - empezó a contar. — yo no nací siendo delgado, siempre fui un niño de talla grande.. pero tampoco tenía un problema con eso, hasta que mis padres me inscribieron en ballet. - continuó, sin darse cuanta que comía más de un cuarto. — por ser el más gordito de todos los niños de ballet, me ponían papeles patéticos, fui un árbol, una piedra, hasta me pusieron a hacer de telonero siendo que yo era bailarín. Pero un día.. me dieron un solo.. la maestra vió potencial en mi y me dejó hacer una variación.. a ella le gustaba cómo bailaba, pero no le agradaba mi cuerpo, ella también conocía la situación con mis padres, sabía que aunque les pidiera que me pusieran a dieta, ellos no harían caso porqué les daba igual. Así que decidió hacerlo ella por su propia cuenta, tres meses antes de la presentación me dió el traje que usaría, era nueve tallas más pequeño que yo.. dijo que si no entraba en ese traje para el día de la presentación, yo no bailaría.. pero yo realmente quería bailar, sería la primera presentación a la que asistirían mis padres, quería brillar en el escenario, era mi momento, luego de siete años escondido tras las cortinas.. así que hice hasta lo imposible.. me mate de hambre durante tres meses, para que al llegar el día, nadie fuera a verme..

— Jeongin..

— Fue tan frustrante.. luego de eso, empezó a hacerse costumbre o más bien una obsesión, ya era delgado, pero no lo suficiente.. seguí bajando de peso, nadie se daba cuenta.. y creo que se volvió parte de mi vida, mi rutina se basa en pesarme al menos tres veces al día, medir mis muñecas, cintura, brazos y piernas, contar y contar calorías.. siento que es un bucle sin final.

— Voy a ayudarte Jeongin, no estás sólo. - Hwang se acercó lentamente, entrelazando sus manos con preocupación. — esta vez es en serio, no estás solo, tus padres se pueden ir a la mierda al igual que tu maestra, y tu novio, el también se puede ir al infierno, pero yo voy a estar contigo y vas a salir de esto.

— Sí y mañana me botas de tu casa o algo parecido, no gracias, prefiero a mi novio, el si me entiende, no cómo tú.

— ¿Ajá? - alzó una ceja. — ¿en que te entiende tu novio que yo no?

— El sabe que estoy gordo y me lo dice cuándo es necesario, el me abre los ojos cuándo como demasiado y me cuida mucho. - expresó de brazos cruzados.

— Eso no es cuidarte Jeongin te estás muriendo. - bufó el de cabello largo.

— ¡Eso a ti no te interesa!

— ¡Se que hice mal, joder!, ¡pero estoy hablando en serio ahora!, se un adulto por una jodida vez y déjate ayudar antes de que termines en un ataúd.

Yang tragó duro, viendo al de ojos oscuros con seriedad.

Entre la muerte y la vida, para Jeongin tan solo existía un solo paso.

balletⴰ༢ ( hyunin )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora