catorce

389 51 8
                                    

—Supongo que es el único momento en el que podemos charlar cómodamente, ¿No?— comenzó éste, haciendo que su característica y grave voz resonara en mis oídos—

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


—Supongo que es el único momento en el que podemos charlar cómodamente, ¿No?— comenzó éste, haciendo que su característica y grave voz resonara en mis oídos—. O eso creo...

El chico tomó mi mano y apoyó con suavidad su frente en ésta. Una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo, haciendo que internamente, se me erizara la piel.

—Perdón por todo, Zenda... Sabía que dejarte aparte no era la solución. Tarde o temprano, caerías en ese caos, en el caos del mundo pandillero. Era lo que menos queríamos...— volvió a suspirar—. El alejarte hizo que te metieras de más... y acá estamos, tú estás en una camilla, pero yo estoy aquí, a tu lado, habiendo sido un completo inútil, ileso.

Sentí dolor en sus palabras. Aquel chico la estaba pasando mal, y aún sin saber quién era, deseaba abrazarlo.

—Prometo que nunca te volverás a sentir así, los chicos no deján que eso suceda, mucho menos yo. Zenda, eres parte de la familia, y nuestro error fue hacer de cuenta que no lo eras.

Alguna que otra lágrima se escapó de los ojos del muchacho. Pude asegurarme de eso porque un pequeño y casi inaudible sollozo se escuchó de su parte.

—Sí te amo, Zenda. Y fui un completo cobarde al no admitirlo— susurró, haciendo que mi corazón diera un brinco—. Aunque supongo que lo sigo siendo, porque sólo soy capaz de abrirme contigo cuando estás postrada en una puta camilla sin poder moverte ni abrir los ojos. Carajo... perdón, Zenda— sentí como el rubio apretó mi mano con algo de fuerza y a la vez, rabia—. Soy patético.

Él terminó por besar cálidamente mi frente y entonces, se retiró. Sentí un gran y repentino vacío en mi pecho. ¿Ese chico realmente me amaba? ¿Estaba recibiendo una confesión?

¿Quién era ese chico, y por qué causaba aquel revuelo de sentimientos en mí?

3 de Agosto

—¿¡Qué mierda hiciste, animal!?Ken tomó a Zenda entre sus brazos, completamente desesperado. Rápidamente, sus ropas se tiñeron de un rojo carmesí, proveniente de la abierta herida de la chica que tenía en brazos. Zenda ya estaba completamente debilitada y había perdido toda noción de tiempo y espacio—. ¡Es Zenda! ¡Zenda se desangra!

Hanagaki corrió desesperadamente hacia el rubio, el cual se enderezó, sosteniendo así a la casi albina. Colmado por los nervios, señaló el cuchillo enterrado en su espalda, el cual pintaba fatal. Kiyomasa aprovechó su oportunidad para escapar; había dado en el blanco equivocado, hecho del que no pretendía hacerse cargo. Nadie pudo atraparlo. La vida de Zenda importaba más.

—Ze-Zenda... Q-Quédate con nosotros, ¿No-Nos escuchas?— cuestionó, a punto de morderse las uñas. La única respuesta que obtuvo fue un débil susurro por parte de la chica, la cual intentó comunicarle algo. Takemichi se acercó—. Dime... T-Te escucho...

Rame [Draken] Tokyo RevengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora