📰05📰

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30 días antes de la desaparición.

Los constantes entrenamientos de Aoi junto a su amigo comenzaron a dar frutos, ya no se lastimaba tanto la boca ni sus cuerdas vocales, pareciese que todo iba bien en ella.
Sus trotes mañaneros fueron su tortura más grande, puesto que, a pesar de tener una figura normal, su resistencia siempre fue pésima, aunque, gracias a él, pudo mejorar.

Incluso lograba ponerle frente en una pelea cuerpo a cuerpo, o bueno, eso siempre intentaba, ganarle a un muchacho tan escurridizo como él, es un trabajo muy difícil.
Cayendo una vez más al suelo, siente el peso extra caer en su espalda, provocando un jadeo de pesadez en dicha zona, se le había salido el aire como un globo que no fue asegurado con un nudo.
La risa traviesa del muchacho se escuchó y ella lo único que pudo hacer fue ocultar su rostro en el césped del lugar en donde se encontraban entrenando, sintiendo una suave caricia en su cabeza, una seña de que debe esforzarse más.

Él, tomándola por los brazos la alzó como muñeca de trapo, viendo la mirada decepcionada de ella, ¿y si le dejaba ganar?, no, eso no sería lo correcto y a ella no le gustaría.
Colocándola sobre una roca, se puso algo pensativo, tenía un leve cosquilleo en la garganta pero era normal, le ayudaba a pensar y estar en los zapatos de la contraria.

Pero antes que nada, debe hacerla reír.

Poniéndose firme, se puso las manos en la cadera y la observó, comenzando su show de caras raras, las mismas que hacia antes en su niñez cuando Fuyuka tropezaba y se lastimaba, jamás fallaba para hacerla reír en momentos desmotivadores.

Al poco tiempo, la risa animada de la joven hacia eco en todo ese lugar, tal vez aún esa actitud infantil seguía en ella y cualquier cosa que haga su mejor amigo la hace reír. Dando pequeñas palmadas, ríe sin parar, dejando que sus lágrimas se deslicen por su mejillas, lágrimas de felicidad y risa, no de tristeza, ese sentimiento no estaba en esos momentos.

Ya más animada, su entrenamiento siguió, con un toque especial de por medio, cosquillas, trucos y groserías inocentes, haciendo más agradable el ambiente entre los dos.
Cuando el sol estaba en su punto mas bajo, ambos, sudorosos, cansados y agitados, observan el cielo anaranjado de la tarde, escuchándose el piar de los pájaros, el viento entre las ramas y el sonido insistente de sus estómagos en un rugir pesado.
Sin decir palabra alguna se observaron y una última serie de risa comenzó, se habían divertido y habían hecho un buen entrenamiento.

Él se puso de pie primero y como todo caballero, la ayudó a ponerse de pie, invitandola a comer algo antes de acompañarla a su "hogar".
Gustosa aceptó y los dos partieron de allí, sin imaginarse que un espectador especial los observaba, o más bien, mantenía la mirada saltona sobre la joven.

Su camino duró poco, el negocio los recibió y con un buen tazón de ramen ya en sus estómagos, los dos caminaron por la calle en la que viven, escuchándose ladridos, maullidos y uno que otro borracho paseando mientras canta sus delirios.
Los dos detuvieron su andar cuando llegaron al hogar de la joven, viendo la casa de aspecto deplorable, con el jardín delantero feo por malezas y fachada mal pintada, se despidió de él, diciéndole o más bien agradeciéndole por la cena y que se verían en la mañana.

📰MISSING🗞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora