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Día de la desaparición

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Día de la desaparición.

Cuando terminó el festival deportivo, Aoi no estaba por ninguna parte, los profesores pensaron que tal vez se fue a casa por no sentirse bien de ánimo, dejaron llamadas y mensajes de voz pensando que tal vez en el transcurso del día ella respondería...

Pero no fue así, ella no respondió ese día, ni el siguiente ni el otro.

Dos días después, Aizawa fue en persona a la casa de Fuyuka con la esperanza de la pudieran encontrar y hablar con ella, pero ni siquiera alguien le abrió.

-Tal vez... salió de viaje o simplemente no está -dijo para si mismo mientras se marchaba-

En el segundo piso, la joven lo observaba por una abertura de la cortina, viendo a su profesor marcharse, eso le aliviaba, no quería que nadie la vuelva a ver.
Cerrando su cortina, se acercó a su cama y cerró la mochila que tenía lista con su ropa y unas cuantas cosas necesarias.

Iba a marcharse.

Con sus cabellos sueltos hasta por los tobillos, esperó sentada, viendo fijamente la hora mientras el sonido de las manecillas iba sonando uno tras de otros, siendo un hipnotizante tic-tac.
Se mantuvo allí por horas, viendo las horas pasar, el sol pasaba por el cielo como un caballero hasta finalmente encontrarse en su entrada en el horizonte, coloreado el cielo en tonos anaranjados mientras que la dama de la noche salía para desfilar su manto negro con bellas estrellas que pronto cubrirá el cielo entero.

Un golpe... dos...tres fueron suficientes para hacer salir de su trance a la joven, viendo como piedritas iban impactando contra su ventana, ella se acercó y abriendola observó a su mejor amigo en su patio trasero, haciéndole señas de que venga.
Asintiendo rápidamente, nuevamente se dirigió hacia su cama, agarró una chamarra con capucha larga, se la colocó y se llevó a la espalda su mochila, viendo una vez más su habitación, frunciendo el ceño al escuchar los constantes gemidos en la otra habitación, al menos descansaría de esa tortura.

Su ventana se abrió más y con cuidado fue bajando, impulsandose hacia un árbol para al menos poder sujetarse de las ramas más gruesas, uno que otro rasguño se llevó pero logró no hacer casi ruido...bueno, sus quejidos solo fueron audibles para Monoma.
A duras penas pudo cruzar la muralla, y dejándose caer al otro lado fue sostenida por Neito, quien la atrapó de manera nupcial, viéndose por unos instantes a los ojos.

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