📰07📰

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20 días antes de la desaparición.

Aoi se encontraba terminando de entrenar, esta vez era ella sola en un parque cercano a su casa, ignoraba todo el gentío que había cerca de su burbuja de confort y en lo único en lo que se concentraba en esos momento era beber toda el agua en su botella azul con estampas de muñecos de nieve, ¿cual era el afán de su mejor amigo en comprarle cosas con esos dibujos?
No es que le moleste la atención que él le da, sino que...se siente fuera de lugar; él es alguien especial que esta con ella desde la infancia, que ella recuerde, jamás hizo algo por el chico...incluso en la primaria, nunca se separó de su lado, siempre la ha cuidado.

¿Que puede hacer por su mejor amigo?

Suspirando pesado al momento de sentarse en la banca, casi se ahoga con el agua por el susto que se metió, había aparecido de la nada un hombre bajito, con mostacho desaliñado, gafas con diseño de tuercas y sobre todo su notoria calvicie. El aura de desconfianza que en ella se desprendía la hacía poner incomoda, mucho mas cuando el pequeño hombre giró levemente el rostro hacia ella, observándola fijamente en silencio, como si la juzgara por algún crimen que hizo o algo por el estilo. 
Tomando su toalla y pequeño bolso, se puso de pie con intenciones de irse de allí, pero la voz de aquel ''anciano'' la hizo quedarse quieta, pues él había dicho unas palabras que la puso tensa y a la vez curiosa. 

-Tienes los ojos de tu padre, o bueno, la mirada salvaje pero hipnotizante que lo caracteriza. 

-¿Conoce a mi padre? -preguntó ella volviendo a sentarse, mirando a su contrario fijamente- 

-¿Que si lo conozco?, por supuesto, trabajo para él. -Sonríe levemente al ver que logró llamar la atención de la joven- Me ha contado de que tenía una hija y hace unos días me dijo que te había visto pero no tuvo el valor de acercarse. 

Mirando fijamente al hombre, dudó por unos segundos más pero cuando escucho la descripción del hombre que lleva por título ''papá'', no pudo evitar sonreír en grande, escuchando relatos pequeños que al hombre se le ordenaron decir cuando se topase con ella. 

De lejos, dos encapuchados observan a la joven hablar con el Dr. Daruma, un hombre que trabaja para el cabecilla de su organización. 
Ojos rojos como la sangre observa fijamente a la chica, rascando con lentitud su cuello mientras que una sonrisa va apareciendo en sus labios, la llevarían con ellos de alguna u otra forma, si su maestro la quiere a su lado, lo harían. 

Pero ahora que lo piensa, ¿Eso no le quitaría el puesto de sucesor a él?

Con dicho pensamiento en mente, su rascado comenzó a hacerse mas fuerte, teniendo un ataque de nervios en ese instante, aunque quien lo acompaña comenzó a tranquilizarlo, o mas bien tratar de que entrara en razón antes de que se desate una catástrofe que llamaría la atención de los héroes cercanos a la zona, y lo menos que quieren ahora es ser descubiertos. 
Gruñendo con enojo, uno de los encapuchados se dio media vuelta, pensando que tal vez era mejor retirarse de allí lo mas pronto posible antes de que alguien sospechase de ellos o cualquier otro malentendido en el cual no quieren verse envueltos. 

Aoi, atenta a los relatos del hombre, siente muchas ganas de volver a ver a su padre, pero también existe la variante negativa en su ser ¿sería capaz de tener el valor suficiente de estar parada delante de él? ¿y si no la quiere?; bajando la mirada, frunce levemente el ceño, dudando muchas cosas. 
Cuando tenia ganas de preguntar algo, su mirada se levantó, escuchando su nombre ser dicho por un compañero suyo, Aoyama. El rubio, al ver a su compañera sola en la banca, no dudó en acercarse; aunque por otro lado, ella estaba desconcertada ¿dónde había ido aquel trabajador de su padre?, lo único que encontró en el lugar en el que el Dr. estaba era un papel con algo escrito. 

📰MISSING🗞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora