De Nuevo 🧡

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ALICE

Con muchas dudas Alice bajó del carruaje encontrándose en una calle totalmente diferente a las que solía frecuentar estando en el orfanato.

Ésta era en extremo lujosa, cuyos edificios tenían magníficas fachadas, la limpieza era notoria ya que se respiraba deliciosos aromas. Los transeúntes vestían elegantemente como el señor Von Fisher lo hacía.

Repentinamente se sintió fuera de foco por sus humildes ropas.
— Sigueme Alice.
Le dijo el señor Von Fisher y empezó a caminar. Alice era conciente de las lascivas miradas que todas las mujeres de diversas edades le lanzaban al señor Von Fisher

Sabía perfectamente el significado oculto tras esas odiosas miradas, pero al adulto parecia no importarle. En verdad era extraña su actitud.

Así llegaron a un lugar donde vendían ropas para damas y niñas.

Entraron y el señor Von Fisher le pidió a la mujer, que se les acercó, que le tomase las medidas a Alice porque pensaba comprarle unas cuantas prendas de vestir.

Aquello tomó por sorpresa a la niña pero nada dijo.

Inmediatamente pasaron al interior del local donde estuvieron más de tres horas eligiendo las ropas. Más bien era Orfen Von Fisher quien elegía, ya que Alice permanecía en silencio dejándo que elijan y opinen por ella.

En verdad no estaba acostumbrada a eso, por tal razón no le importó.

Cuando se desvistió para probarse las nuevas prendas, el señor Von Fisher frunció el ceño al ver las cicatrices que Alice tenía en su espalda, pero nada dijo.

Cuando hubo elegido las suficientes prendas de vestir, el señor Von Fisher le dijo:
— Elije las prendas que quieras y pontelas. — luego dijo a la empleada de la tienda que esperaba — Tire esas ropas que ella traía puestas.
— Bien señor.

Cuando Alice salió del probador tenía un aspecto totalmente diferente. Vestía un vestido de porcelana azúl, una capa azúl oscuro. Zapatos negros.

Orfen Von Fisher tenía dos paquetes en la mano que se los dió a ella para que los lleve.

Al salir del lugar entraron en otra tienda de venta de ropas y se repitió el mismo proceso.

Solo que en esta ocasión, Alice salió vestida con las mismas ropas que tenia tras salir de la primera tienda.

Más tarde compraron un baúl para guardar las ropas nuevas que iban comprando, haciendo que el cochero, tras llenarlo, lo lleve al carruaje.

Concluída la renovación del guardarropa de Alice, se fueron a un lujoso restaurante para almorzar.

Alice en verdad estaba hambrienta y prácticamente devoró todo lo que pidió, pero con los finos modales que su madre en el pasado le había enseñado. Eso ni el orfanato pudo arrebatarle.

El señor Von Fisher la miraba con una sonrisa en su rostro. Sonrisa sincera, hecho que incomodaba a la niña.

— ¿Puedo saber cómo te llamas o debo decirte señor Von Fisher nomás?
— Soy Orfen Von Fisher
— ¿Cuántos años tienes Orfen?
— 30.
—¿Estás casado? ¿Tienes hijos?
— No y no.

Alice tenía millones de preguntas por hacerle, sin embargo no se animaba a formularlas.

Pero al menos ahora sabía el nombre de quién la salvó de ese infierno y le estaba dando la posibilidad de tener una exisitencia digna.

Porque lo que hasta el momento tuvo en el orfanato no se podía llamar vida.

— Gracias Orfen
—¿Por qué me agradeces?
— Me salvaste de ese maldito infierno donde me encontraba.

Orfen sonrió mirándola unos momentos. Aquello en verdad incomodaba a Alice, ya que no sabía qué pensaba su interlocutor.

— Debes agradecerle al señor Archer — dijo al cabo de unos momentos.
— ¿Quién es? ¿Dónde está?
—¿Terminaste de alimentarte ya? — le preguntó Orfen cambiando abruptamente de tema.
— Si pero....
— Bien, es hora de irnos entonces.

Sin prestarle atención a lo que le decía Alice se levantó, tomó su tapado se lo puso, se colocó su galera y tras sujetar su bastón se dirigió a la puerta. Alice tras colocarse su capa también lo siguió frustrada.

Un mozo les abrió la puerta de calle. Fuera empezaba a nevar pero el carruaje estaba a dos pasos.

Ambos fueron hasta el vehículo en silencio. Una vez dentro, Orfen se quitó la galera y dejó a un lado su bastón para sacar del interior de su tapado un cuaderno cuya tapa era de un azul aterciopelado y decía: "Diario".

Alice estaba molesta con Orfen por no responder sus preguntas. Ella tenía derecho a saber quién era su nuevo tutor y hacia dónde estaba siendo llevada.

Quería saber sobre Orfen mismo incluso, pero él parecía no importarle nada de nada. Solo obedecía órdenes al parecer.

Frunciendo el ceño lo miraba. Orfen abrió el cuaderno y empezó a leer en voz alta:

"Mi nombre es Ian Duncan y aquí plasmaré mi historia intentando no perderme en detalles ya que necesitaría más de un cuaderno si asi lo hiciera. Este diario personal ayudará a que entiendas muchas cosas..."

—¡¿Qué demonios es eso?! — rugió Alice indignada al oír aquello, de repente estaba hecha una fiera — ¡¿Ian Duncan?! ¡Es broma! ¡¿Cierto?! — Orfen se detuvo limitándose a mirarla con una ceja levantada. Pero al volver a empezar con la lectura en voz alta, Alice volvió a interrumpirlo — ¡Ya callate! ¡¿No me interesa nada que tenga que ver con Ian Duncan?!

— Sin embargo tendrás que escuchar toda la historia — fue la calmada respuesta de Orfen.
— ¡¿Por qué?!

— Digamos que tenemos demasiado tiempo hasta llegar a destino, y como no podremos hacer otra cosa qué mejor que disfrutar de una lectura para hacer más entretenido el viaje ¿no lo crees así?

—¡No! ¡Para nada!
— Pero no tendrás otra opción Alice, así que tendrás sí o sí que escuchar.
— Tsk — Alice hizo un gesto despectivo.

"Este diario personal ayudará a que entiendas muchas cosas y a mi me ayudará a dejarlo todo atrás. O al menos eso quiero creer..."

— No me interesa nada de esa basura — interrumpió Alice una vez más mirando por la ventana cruzada de brazos.

Orfen miró a la niña sin dejar de sonreír, movió la cabeza y prosiguió con la lectura en voz alta.

Un Amor De Chocolate Donde viven las historias. Descúbrelo ahora