Adiós Alice 💔

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GABRIEL

Esa noche amé a Anthony con cada fibra de mi ser, no dejaría que se sienta abandonado ni mucho menos solo. Quería poder llenar aquel vacío que el terco de su padre dejó.

Me aseguré de que descansara en mis brazos. Al llegar la mañana mi amado dorado despertó nucho más animado, hecho que me encantó. Desayunamos juntos con mi padre y su esposo, luego nos dirigimos a nuestras obligaciones cotidianas.

Anthony volvió a Recreación donde pasaría gran parte del día estudiando ya que tenía una materia que rendir dentro de poco.

En tanto yo debía ocuparme de un par de asuntos que mi padre me había pedido, sobre ciertos aristócratas que lo molestaban en su camino a la grandeza.

Si bien pude haberme negado, no lo hice porque en verdad esos aristócratas no eran buenas personas. Se merecían perderlo todo, y eso mismo haría que suceda. Solo el apellido les quedaría.

Por supuesto que para hacer ésto ocultaba mi parte angelical que mostraba solo a mi amado dorado, permitiendo que aflore mi lado demoníaco y letal. Esa tarde, cuando Anthony hubo partido a Recreación, me encontraba con mi padre en su despacho quien me entregaba una carpeta con los documentos necesarios para culminar mi misión.

— Ésta noche me quedaré en recreación padre — fue más bien un informe que un pedido.

— Sabes mi decisión al respecto hijo.
— Padre, no te estoy pidiendo permiso. Solo te estoy notificando.

— Gabriel eres mío, mi hijo.
— Lo sé padre, adiós.
— De acuerdo, adios hijo.

Salí más que satisfecho de la mansión, al fin había logrado liberarme parcialmente de él. Pensando en nada me perdí al interior del carruaje y me alejé de la mansión de mi padre.

Llegué al centro donde me bajé y me dirigí a las oficinas de mis futuras víctimas, fue cuando ví a mi amigo Rafael. Sonreí con cierta dureza mientras me acercaba a él. En cuanto me vió empalideció.

—¡Rafael! — exclamé a viva voz, él me miró algo asustado hecho que me divirtió — Menos mal que te encuentro.
— G-Gabriel — murmuró él

Su continuo sentimiento de inseguridad lograba despertar al ángel que habita en mí. Me recordaba a Anthony.

Sabía que padecía de intensos abusos por parte de su padrastro, su madre acababa de morir. Eso lo dejó desolado y a manos de su padrastro que no era nada benévolo con él.

Sin embargo nadie podía hacer nada si Rafael seguía callando, él tenía tan solo que denunciarlo. Eso era todo, pero sabía que era algo imposible de lograr debido al intenso terror que Rafael sentía.

— Llamame Rafael, por favor te lo pido. Solo llamame. Puedo ayudarte.

— Gracias Gabriel pero yo...yo no tengo ningún problema....yo....no necesito que me ayudes.

Suspiré hondo sintiendome inútil e ingenuo, había víctimas que no se dejaban ayudar. Víctimas que estaban totalmente manipuladas por sus victimarios. Y por más que me duela reconocer, eran artífices de sus propios destinos.

— Al menos llamame para tomar algo amigo ¿qué te parece? — dije intentando sonar casual.
— Si, está bien Gabriel.

Seguí mi camino porque necesitaba ocuparme de éstos asuntos de mi padre antes del anochecer. Pero al haber visto a Rafael, despertó en mí el anhelo de poder ver a mi amado Anthony, esta noche la pasaría en Recreación en sus brazos. El solo imaginarmelo desnudo a mi lado me encendió a mil.

ANTHONY

Esta tarde recibí una nota de mi padre pidiendome regresar a casa, de lo contrario me quitaría su apellido. Cerré los ojos con pesar, imaginaba aquello solo que no me lo esperaba tan pronto.

Dejé su nota sobre el escritorio sintiéndome en extremo dolido. Si él iba a despreciarme así, solo por no dejarme violar y golpear por el monstruo de Mefis, era su error. Sintiendome ahogado tomé mi tapado negro y tras colocarmelo, me fuí.

Necesitaba caminar y despejarme pero lejos de Recreación, ya que ese lugar empezaba a hacerme sentir un paria. Muy elitista de repente.

Sin embargo al dirigirme al carruaje de los Archer, mi hermana Alice me interceptó. Estaba furiosa por lo visto.

—¿Qué crees que haces Anthony? ¡Aléjate de ese carruaje!
—¿Alice?

— Tienes el descaro de disfrutar de los privilegios de los Archer cuando le diste la espalda a papá ¡Hipócrita!

—¿Qué dices Alice?
— ¡No tienes derecho a ser un Archer! — Ella me empujó alejándome del carruaje familiar para subirse ella — ¿Deseas usar un carruaje? ¡Consiguete uno de alquiler!

Luego cerró la puerta y se alejó, dejandome entre furioso y dolido.

ALICE

El carruaje se puso en marcha conmigo dentro, en verdad me sentía muy decepcionada con Anthony por enamorarse del hijo del demonio de Fausto, sabiendo lo que ese monstruoso ser le hizo a nuestro amado papá.

Encima fue capaz de calumniar a un excelente chico como Mefis. Pensaba en esto cuando escuché un misterioso sonido similar a un reloj y ví un sobre con la palabra Anthony escrita.

Lo abrí y descubrí una nota dirigida a mi hermano.

Anthony

Debiste seguir a mi lado en vez de dejarme por Gabriel. Fue demasiado fácil engañar a tu padre, a tu hermana y a mi tío Orfen. Con tan solo decirles que Gabriel es el hijo de Fausto fue más que suficiente para destruir tu tan hermoso nido de amor. Vuela en mil pedazos maldito, así aprenderás que a mí nadie de deja.

Tu dueño Mefis

Mi corazón latío a mil por segundo. Estsbamos esquivocados. Anthony tenía razón, después de todo el auténtico monstruo aquí era Mefis. Pero fue tarde ya para mí.

Intenté salir del carruaje y para mí desesperación, ambas puertas estaban trabadas del lado de afuera. Quise advertirle el chofer y fue cuando lo descubrí.

El carruaje andaba solo. ¡No había ningún chofer! Supe que estaba muerta. Voltee para ver a Anthony por última vez.

Lo siento hermano. Adios papá.

ANTHONY

Maldita sea con Alice, se tragó la mentira de Mefis. Busqué con la vista un carruaje de alquier, cuando sucedió aquella explosión que me arrojó al suelo debido a la onda expansiva.

Todo estaba destruído en ese sector del jardín de Recreación. ¿Qué había pasado? Me sentí confundido y atontado por unos instantes.

Pero al instante vi el carruaje de mi padre vuelto en llamas.

—¡Pronto traigan a los bomberos!
— ¡El carruaje estalló de pronto! ¡Llamen a la policía!

Aquellas palabras llegaban a mi como ecos. Cuando fuí consciente de lo ocurrido lo supe. Alice iba dentro del carruaje que había explotado.

Carruaje al que tenía pensado subirme yo mismo, de no haberme detenido ella.
— Alice ¡Alice! — grité con desesperación.

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