El Secreto 💔

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ANTHONY

Cuando me desperté al día siguiente me sentía tan descompuesto que corrí al baño y vomité hasta las tripas. Cuando acabé tirando todo lo que llevaba dentro recién respiré aliviado.

Me lavé, luego salí a la sala y fue cuando me percaté de su ausencia. Gabriel no estaba allí.

—¿Gabriel? — lo llamé y nada. Me desesperé ya que le había pedido que no se fuera de mi lado — ¡Gabriel!

Ví una nota sobre la mesa, la abrí y allí me decía que tuvo que irse debido a una emergencia. Arrugué el papel y lo arrojé a la chimenea furioso.

Caminé por la habitación como animal enjaulado, no podía creer lo que veía. La angustia empezó a asfixiarme. ¿Por qué tuvo que irse Gabriel?

Luego recordé lo que me hizo Mefis y lo que padecí a manos de mi tutora, y lo entendí todo. ¿Por qué alguien como Gabriel se fijaría en un objeto usado como yo? Carece de sentido.

Los golpes de la puerta se sucedieron en esos momentos seguidos de los intensos gritos de mi novio.

No pude evitar de temblar pero me force a abrirle. Después de todo, Mefis era el único que se fijó en mí. ¿Cómo pude ser tan ingenuo al imaginar que Gabriel me iba a amar de verdad?

Cuando abrí la puerta él entró echo una fiera y de una patada cerró la puerta. Me sujetó con esa fuerza monstruosa para arrojarme al suelo.

—Maldito ¡¿Cómo es eso de que ya no soy nada tuyo?! ¡¿Acaso perdiste la cabeza Anthony?!
— Mefis....por favor....

—¡Cállate! ¡Maldita basura! ¡Tendré que enseñarte como debes actuar! — aquello me lo dijo quitándose el cinto.

Me arrastré lo más lejos que pude de él, mirando aterrado el cinto. Me golpearía una vez más solo que ésta vez usaría el cinto. Pero ¿qué otra cosa me merecía yo?

— P-por f-favor....M-Mefis n-no me hagas ésto...
— ¡Eres un desagradecido Anthony! ¡¿Quién más te va a amar a tí basura inmunda?!

Lloraba del terror que sentía, además sabía que sus crueles palabras eran ciertas. Me cubrí la cara y la cabeza sin dejar de tiritar.

— ¡Me traicionaste basura inmunda! ¡Denigraste mi nombre! — Mefis se veía monstruoso en verdad.

Cuando sentí el primer golpe de su cintó grité de dolor, el volvió a golpearme con el cinto una y otra vez. La tela del pijama se rasgó y mi piel fue lastimandose. Empecé a suplicarle que se detuviera, pero él estaba ciego de furia.

Sin embargo en un momento se detuvo, dejó de golpearme. Pero cuando sentí la voz de Gabriel abrí los ojos. Ahí estaba él defendiendome. Golpeó a Mefis alejándolo de mí.

—¡Maldito! ¡Aléjate de Anthony para siempre!
— Muy gracioso Gabriel, ahora alejate de aquí y de mi propiedad. Porque te recuerdo que Anthony es mío.

Aquellas palabras me asustaban tanto que lloraba a más no poder. No quería pertenecerle a ese monstruo.
Por más temor que sentía me incorporé y miré a Mefis de frente. Allí estaba Gabriel defendiendome. Él me daba el valor.

— ¡No eres mi dueño Mefis! ¡No le pertenezco a nadie! —luego me quité el anillo que me había dado y se lo arrojé a la cara — ¡No quiero saber nada contigo! ¡Maldito enfermo!

— Esto no se acabará así Anthony. No te librarás de mi tan facilmente.
— Conozco a los enfermos como tú. Y sé que terminan mal. ¡Alejate de mí!

— Me perteneces Anthony.
— Dejalo en paz y vete de aquí y de su vida

Gabriel lo sacó de mi habitación y luego cerró la puerta. Ví que ambos salieron del lugar unos momentos. Cuando me acerqué y ví.

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