Deseos Confusos 💔

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ANTHONY

Cuando pude calmarme recién me separé de él, respiraba emtrecortado. Me veía patético por dios, seguramente Gabriel debía estar más que confundido.

Suspiré profundo mientras nos sentábamos. Algo tenía que decirle, pero no me atrevía. Él tomó mi mano derecha entre las suyas con tanta ternura, que no pude evitarlo. Volví a llorar.

Gabriel me abrazaba con intenso amor, podía percibirlo. Lo necesitaba a más no poder. Él secó mis lágrimas con su pañuelo. Tenía que recuperar el control por dios ¿por qué me estaba costando tanto?

—Anthony calmate. Respira.
—No....no puedo....no puedo....
— Tranquilo. No pienses en él.
—¿En él?
— Es tu novio Mefis quien te causa tanto dolor ¿cierto?

No podía creerlo, me quedé mirándolo asombrado. Gabriel era único. Podía saber cómo me sentía y por qué. Aquello me desgarraba más por dentro debido a que era conciente de que se trataba de un imposible.

— Gabriel — cuando empezaba a llorar de nuevo él me abrazó.
—Podrías dejarlo, así te sentirías libre en verdad.

— No Gabriel, no me es posible dejarlo. Mefis tiene a toda mi familia de su lado. No me verían con buenos ojos. Y nadie me creerá si cuento algo de lo que él me hace.

Gabriel sin decir nada siguió abrazandome, recontruyéndome y volviendome otra vez una persona para dejar de ser un objeto.

Me costó bastante pero pude recuperarme en verdad. Me gustaba estar junto a él, y empezaba a ser conciente de que alejarme de su lado comenzaría ser muy doloroso para mí. Maldita sea mi suerte.

Pasamos un hermoso día al punto que luego del desayuno nos quedamos allí hasta el almuerzo conversando de todo un poco. Volvía a reír felíz.

Sorpresivamente descubrí que no me resultaba repulsivo ser tocado por Gabriel. Aquello en verdad me asombró y me gustó.

Concluído el almuerzo nos fuimos al ginmasio donde nos sacamos las calorías. Así llegó pronto la noche y ninguno de los dos supo darse cuenta.

Al concluir la cena él me dijo que debía volver a casa. Si bien eso me angustió, supe discimularlo. Nos despedimos y regresé a mi habitación. Ojalá Mefis no existiera en mi vida.

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