Primeras sospechas

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El edificio de Ishigami WN era muy limpio y pulcro, pero lleno de diseños interesantes, robots volando por aquí y por allá y personas mirando con la boca abierta a las tres féminas caminando hacia la oficina principal de camino a reunirse con la junta directiva.

Kohaku estaba increíblemente incómoda, sabiendo que no solo Senku la odiaba, sino casi todos en Tokio, y sobre todo sus empleados.

Cuando llegaron al último piso, la secretaria de Senku las miró con la boca abierta y pareció querer decirle algo grosero a la rubia, pero basto una mirada llena de amenazas mortales de Tsukiku para que la mujer mantuviera la boca bien cerrada.

—¿Dónde está la sala de reuniones? —preguntó con voz firme, intentando dejarle en claro que no quería ninguna tontería o no terminaría nada bien.

—Allá —contestó de mala gana, señalando la puerta a la izquierda.

Tsukiku se encaminó a la puerta a paso decidido, seguida muy de cerca por su incómoda madre de otra realidad y su nerviosa hermanita.

Le dio su maletín a Shizuku y abrió las puertas dobles con las dos manos, entrando a la sala de reuniones desbordando confianza en sí misma, con la barbilla muy en alto y pasos fuertes y seguros. Le daba igual que la creyeran arrogante o maleducada, quería dejar en claro que nadie iba a pasar por encima de ella y menos por encima de su madre. Su padre siempre la llamó una "mini-leona" y vaya que sí lo era, aunque no le gustaba la parte de "mini", pero esta leona tenía garras y estaba muy dispuesta a usarlas.

Todos en la habitación clavaron sus miradas en ella, que miró a los ojos de todos y cada uno de los presentes, reconociendo a varios de los que estaban allí: su abuela Lillian acompañada del que parecía ser su manager, sus tíos Gen y Ryusui (que como siempre estaba junto a su mayordomo Francois), la detestable Nagashima Maiko, el Dr. Xeno y sus adorados tío Tsukasa y tío Ukyo. Había otras personas que no reconoció, probablemente socios de la empresa y todo eso, sentados a lo largo de una extensa mesa de roble pulido.

Su padre estaba en la cabecera de la mesa, por supuesto, y luego de que todos quitaran sus incrédulos ojos de Kohaku, los posaron directamente en él y luego en Lillian.

—Sí Senku está de acuerdo con la presencia de Hizashi Kohaku aquí, entonces todos debemos respetar eso —dijo Lillian, con voz ahogada y tensa.

Kohaku fue incapaz de siquiera mirarla. A pesar de todo, jamás había podido odiar a Lillian, no cuando la pobre mujer no hacía otra cosa más que llorar en el juicio que arruinó su vida y la de su padre.

—La presencia de la señorita Hizashi no es algo que deba preocuparnos. —Senku rascó su oído con fastidio—. Es la Dra. Shichimi la que vino a presentar su proyecto, así que adelante, por favor.

Tsukiku tomó el maletín otra vez y lo dejó en la mesa alargada, abriéndolo y sacando su invento.

Era una tiara con orejas de conejo, y la colocó de inmediato en la cabeza de su madre.

—Vamos al grano, mi nombre es Shichimi Yukiko y soy la creadora de la tiara de proyección holográfica 3D capaz de crear la ilusión óptica de cambiar el color de ojos, cejas y cabello de las personas. —Tomó la única silla libre en la sala bien iluminada por los grandes ventanales que se extendían por toda una pared—. Siéntate por favor, querida prima —le dijo a su madre, con toda la intención de que todos supieran que estaban a punto de ser maravillados por un pariente de alguien a quien odiaban.

—Claro. —Ella tomó asiento y Tsukiku le hizo una seña a Shizuku para que se acercara.

—Sostén esto y graba todo lo que te indique. —Le dio un celular para que pudiera grabar y luego preparo un proyector para que los socios pudieran ver la grabación tamaño gigante en la blanca pared opuesta a los ventanales—. Como pueden ver en la pantalla, esta tiara está diseñada con varios botones pequeños difíciles de ver, porque queremos que tengan un diseño elegante y a la moda, ya que serán un accesorio obligatorio. Con este botón, la tiara hará un mapeo instantáneo de la persona portadora. —Presionó el primer botón—. Y con este otro botón, cambiará el color del cabello, ¡así de fácil, así de sencillo! —Cuando presionó el botón, el cabello rubio de su madre cambió a ser castaño rojizo, haciéndola ver muy parecida a ellas dos (que seguían con el mismo disfraz del principio).

Última EsperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora