Primeros cambios

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Después de lo que había hecho, tomó mucho valor para Shizuku el presentarse delante de su hermana, pero era necesario para el paso dos de su plan.

Desactivó el anti-rastreador y su hermana pronto llegó al parque, con una mirada asesina.

Juntando todo su coraje, Shizuku desactivó el aparato de invisibilidad.

—¡TÚ! —Tsukiku corrió a tomarla de los hombros y sacudirla—. ¡¿Desde cuándo sabes usar un maldito anti-rastreador y por qué no me lo dijiste antes?! ¡¿Por qué hiciste esta locura?! ¡¿Querías matarme?!

—Lo siento... —Le puso sus mejores ojitos arrepentidos—. Nee-chan, ya tengo un plan para juntar a nuestros padres. Por favor, por favor, escúchame. ¡No podemos rendirnos! Confía en mí, yo creo que no es necesario hacer un milagro, ¡ellos ya sienten algo! ¡Solo tenemos que hacer que se den cuenta! —Su hermana la miró con escepticismo—. Por favor, tengo ojo para estas cosas. Confía en mí.

—Pulga, incluso si te creyera, eso no quita que lo que hiciste fue increíblemente estúpido y me preocupaste a mí y a todos. ¡¿En qué estabas pensando?! —Cruzó los brazos con molestia.

—Aceptaré todo regaño y castigo que quieras darme, pero ahora tienes que seguir mi plan. —Se llevó las manos a la cadera—. Por favor, esta podría ser nuestra única oportunidad. —Por una vez, no uso su tono suplicante manipulador, sino que su mirada estaba llena de seriedad y determinación.

Y Tsukiku sabía muy bien que tenía razón.

—Bien. —Bufó—. ¿Cuál es tu plan?

Estuvieron hablando varios minutos en el parque hasta que un trabajador de su padre las vio. Casi de inmediato Senku y Kohaku empezaron a acercarse a sus posiciones.

Bien, hora de empezar con el loco plan de la menor de las hermanas.

Sin perder tiempo, Shizuku se pellizcó el estómago y las lágrimas se deslizaron por sus mejillas, y ella sollozó dramáticamente, abrazándose a su hermana mayor, que no se molestó en disimular su cara de que no estaba nada contenta con esta tontería.

Menos mal que al menos una de ellas sabía actuar.

—¡Ja, la encontraste! —Kohaku se unió al abrazo, y las dos hermanas sonrieron inconscientemente al sentir los brazos de su madre rodeándolas—. ¡Estaba muy preocupada cuando se escapó de nosotros!

—Sí, la estaba regañando porque no debió haber hecho esa estupidez —murmuró Tsukiku.

—No seas tan dura con ella, está pasando por un mal momento. —Senku de esta realidad no era muy diferente al padre que Tsukiku recordaba, pidiéndole a su madre que dejara que Shizuku de dos años siguiera mordiendo la ya arruinada mejor foto de su boda, aunque a ambos atesoraban la foto, todo porque no era capaz de regañarla o negarle un capricho.

Sonrió al pensar que, de haber seguido vivo, probablemente Shizuku sería todavía más mimada de lo que ya era.

—Es mi culpa —dijo Kohaku, haciendo que la atención de las hermanas se fuera a ella, mientras la menor seguía abrazada a la mayor—. No debí haber dicho que me iría a Londres, yo... ya no quiero irme, no pronto, al menos. —Se mordió el labio, abrazándose a sí misma—. Y también... Senku y yo ya hicimos las paces. —Miró al científico con una sonrisa incomoda, una sonrisa que él devolvió de forma mucho más sincera—. Es en serio, no volveremos a pelear, no tiene sentido. Nunca lo tuvo.

—La leona tiene razón.

—¡No soy una leona! —Le lanzó una mirada asesina—. ¡Eso es algo en lo que seguiremos peleando hasta la muerte, bastardo!

Última EsperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora