El equipo que conforma el DPD es amplio, muy amplio. Día a día en la estación se dan a conocer las personalidades de la ley; algunas calmadas y otras no tanto. En virtud de los distintos temples, no se puede clasificar de manera precisa los tipos de personas que la policía de Detroit tiene. Pero si llegaran a convivir con ellos, podrían darse cuenta que hay una característica que suelen compartir: meten sus narices donde no les llaman. ¿Pero es que acaso merecen culpa? ¿No es esto parte de su trabajo?
Era previsible, entonces, que los murmullos y el chisme no se hicieran esperar cuando en una jornada normal, uno de los personajes apareciera con una marca en el cuello. De hecho, esta personalidad ya había estado en boca y boca hace poco tiempo, a consecuencia de una boda. ¿De quién se habla, pues? Del mismísimo detective Gavin Reed. Y es que sí, Gavin había entrado a la estación, —y no crean tampoco que los oficiales no hacen nada más aparte de chismear—, en aquel momento, como todas las mañanas, ellos se encontraban en constante movimiento... archivos, casos, llamadas, etcétera. Por eso mismo, el rumor no se expandió hasta después del medio día, cuando algunos de ellos pudieron advertir una singularidad en el detective.
La primera en hacerlo fue, casualmente, la agente Chen, con quien acostumbra intercambiar palabras. Gavin se encontraba fumando cuando ella llegó por un café, y se fijó en que la típica indiferencia de Reed iba adornada por una señal purpúrea.
—Ese moretón dice mucho de tu compañero de plástico.
—¿De qué mierda hablas?
Pero no se dijo nada más, puesto a que Tina se marchó tras haber terminado de servirse la bebida.
¿Moretón? ¿Compañero de plástico? No recuerda haberse dado un golpe que produjera enrojecimiento. Y suponiendo que Nines era «su compañero de plástico» a quien hacía referencia, ¿qué tenía que ver la hojalata con eso? Gavin rodó los ojos, no sabía a qué se refería y tampoco le importaba demasiado.
La segunda persona en notarlo, y a quien se hace responsable de haber esparcido el rumor, fue el oficial Brown, que si bien es cierto no comparte amistad con Gavin, no resistió lanzar un comentario sobre el detalle en cuestión.
—En tu situación las personas suelen utilizar una bufanda.
Eso fue lo que dijo, Gavin ni siquiera pudo contestarle, ya que se levantó y encaminó a quién sabe donde. ¿Bufanda? ¿De qué hablaba ese inútil?
Poco sabía él que esos comentarios serían el principio de una conmoción. Durante el resto de la tarde sintió varias miradas, desde recepción hasta la zona de trabajo. Fue tal la situación que incluso los guardias no tuvieron disimulo en observarlo.
Nadie fue indiferente al tema, mucho menos su compañero, el RK900, que esbozó una sonrisa altiva ante la confusión en el rostro del humano.
—Métanse sus miradas por el culo —Se pronunció el protagonista.
Sus palabras tuvieron efecto. Nadie más lo volvió a contemplar, y el auge del asunto quedó atrás. No fue hasta que terminó su día hábil cuando se dio cuenta de qué era aquello que acaparó tanta atención. Fue sentado en su auto, con el RK a su lado, donde a través del retrovisor se enfocó y vio que en efecto, algo morado destacaba en su cuello. Era una mancha violácea con un rastro de mordedura a su alrededor. Gavin sabía perfectamente lo que era. Y se entiende que habiendo dado a conocer el aspecto de aquella marca, todos sabrán lo que ese hematoma es en realidad: una sugilación, o, en vocabulario más simple, un chupetón...
No es necesario aclarar la clase de comentario que salió de la boca del detective, porque además, él sabía quién era el autor. Evidentemente, Nines fue el causante que él se convirtiera en la comidilla de los cotilleros de la estación.
Porque los agentes eran chismosos, y ese día, la marca de Gavin fue su habladuría principal.
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Simplemente Reed900
Fanfic𝘖𝘯𝘦 𝘴𝘩𝘰𝘵𝘴 𝘣𝘢𝘴𝘢𝘥𝘰𝘴 𝘦𝘯 𝘪𝘮𝘢́𝘨𝘦𝘯𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘢 𝘱𝘢𝘳𝘦𝘫𝘢. • 𝘗𝘰𝘳𝘵𝘢𝘥𝘢 𝘩𝘦𝘤𝘩𝘢 𝘱𝘰𝘳 @0H-C34S3R. • 𝘋𝘦𝘳𝘦𝘤𝘩𝘰𝘴 𝘢 𝘭𝘰𝘴 𝘳𝘦𝘴𝘱𝘦𝘤𝘵𝘪𝘷𝘰𝘴 𝘢𝘶𝘵𝘰𝘳𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘤𝘢𝘥𝘢 𝘢𝘳𝘵𝘦.