Capítulo 8: "Ese amo, aterrorizado"
Dos parcas y un demonio estaban en una cabina telefónica. Grell había intentado aprovechar la cercanía para tocar inapropiadamente a Sebastian, por lo que terminó con un brazo descolocado. Ahora se oían los gritos de dolor de la pelirroja mientras el azabache intentaba excusarse con su amo.
—Dígame que su madre no oyó — rogó Sebastian.
—No, no lo hizo — negó —. ¿Cómo vas con las compras?
—Le explicaré luego — prometió.
—Escúchame una cosa — dijo Ciel —. Quiero conocerlos. A todos ellos.
—¿A las parcas? Créame que no se pierde de nada — murmuró. Ronald estaba ayudando a su superior a recuperarse —. No tiene importancia.
—Sí la tiene cuando una de ellas me dio un primo — replicó. Dejó al demonio sin habla —. ¡Hazle caso a tu amo!
Y cortó la llamada.
Refunfuñando de la cólera, iba a abandonar la cocina, donde estaba el teléfono, pero volvió a sonar. No quería seguir discutiendo con su mayordomo. Había olvidado que su padre tenía pensado llamarlos a esas horas.
—Hola, hijo — dijo Vincent desde Alemania —. ¿Cómo estás?
—Bien — colocó su tono más amigable —. ¿Todo bien por allá?
—Sí. Te tengo una noticia: vuelvo el lunes — anunció. Ciel se extrañó por un cambio de fecha tan radical —. Sé que le darán licencia a la tía Ann y tu madre pasará más horas en el hospital, así que iré para trabajar desde la oficina y tener más tiempo en casa.
—Oh, papá. No hacía falta. Mamá arregló todo para que Sebastian se quedara aquí las veinticuatro horas — notificó —. No tiene problema en quedarse.
—Bueno, yo sí — dijo, sorprendiendo a Ciel. No se imaginaba qué problema podía haber —. Tu madre tuvo que consultármelo. ¿Puedes pasarme con ella?
—Uhm... Papá, a mí me agrada. Él es buen chico y en serio no me importa, si es por mí...
—Ciel, pásame con tu mamá.
Llamó a Rachel alzando la voz desde la cocina. La rubia respondió a la llamada y empezó una pelea pasiva-agresiva. Ciel sabía que su padre estaba imponiendo autoridad por medio de sus palabras con una voz calma, a lo que su madre respondería con indiferencia y un dulce tono que lo irritaría más. No se quedó a oírlo. Tenía sus propios problemas ahora.
Estuvo cinco minutos con las manos temblando a centímetros del teclado antes de buscar su nombre completo en Internet. La página salía en blanco con un texto de "Error". Buscó su apellido y pasó lo mismo.
Conde Ciel Phantomhive. Ese había sido él. No obstante, ese no era su nombre tampoco.
Elizabeth, su prima, llegaría pronto con su madre, hermano y su otra tía. No tenía ganas de lidiar con ellos.
(...)
Ronald le preguntó a Grell por qué estaban ahí, a lo que ella respondió que tenían que monitorear la distribución del mechón del guardapelo para ver si Sebastian hacía algo mal. No había mucha ciencia, pensó al ver al demonio dividiendo el cabello para dárselo a cada sirviente. Colgaron los relicarios en sus cuellos. La parca rubia creyó que se verían más felices por estar en esa fase del plan.
—¿La casa se desmoronará sin nosotros? Digo, cuando tengamos que encerrar los cinematic records en los dijes — se preocupó Bard. Les habían dicho con antelación que, antes de llegar a diciembre, tendrían que canalizar los recuerdos que estaban alrededor de la mansión en el dije que los mantendría vivos fuera. Sebastian miró a un costado.
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𝕷𝖆 𝕿𝖗𝖎𝖘𝖙𝖊𝖟𝖆 𝖉𝖊𝖑 𝕯𝖎𝖆𝖇𝖑𝖔
Humor⚠️NO ES SEBACIEL⚠️ Luego de dos siglos, la reencarnación ha sido exitosa y Sebastian Michaelis se reencuentra con su amo, quien goza de una vida normal y saludable. Ahora que el demonio se ha dado cuenta de la importancia del niño, su único objetivo...