Capítulo 13:

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Capítulo 13: "Ese amo, mentiroso"

El año estaba acabando. Diciembre era una época de doble celebración para la familia Phantomhive, pues el catorce de diciembre era el cumpleaños de Ciel, antes de Navidad. Hasta entonces, él y Sebastian habían torturado a Rachel y a Vincent inconscientemente. Si bien Rachel quería ponerse contenta porque su hijo tuviera un amigo con el cual pasar buen rato, no le hizo tanta gracia cuando se ausentaba tanto para cubrir a su hermana y atenderla al mismo tiempo, pues su marido estaba en un viaje de negocios. No creían que pudieran ser más unidos de lo que eran, y menos de una forma tan sutil, pero lo eran.

Ellos sabían que su hijo era políglota, mas no que Sebastian también. Hubo una ocasión en la cual el señor Phantomhive fue anfitrión de una gran reunión laboral. Al acercarse a Ciel y a Sebastian, la pareja tenía un oído lo suficientemente entrenado para entender que estaban criticando a sus invitados en francés con tal de no ser entendidos con facilidad.

Sabían que Agni y Soma tenían una relación muy similar a la suya, además de ser viejos amigos de los dos. El primero en llegar era Vincent, y se solía encontrar muchas veces a la semana a la pareja hindú en su casa sintiéndola como suya. Podían estar rezando, compitiendo entre Sebastian y Agni para ver quién cocinaba mejor y quedar en un empate, comiendo el resultado de su competencia o haciendo tarea. Ah, también ambos mayores ayudaban con su tarea a sus niños; Agni los llamaba así. Por el momento, Sebastian no lo imitaba, o al menos no en presencia de los padres de Ciel. Sería su adiós si lo hacía.

La presencia de un violín fue lo que los hundió en la incertidumbre de si realmente conocían a su hijo. Fue el sonido lo que los guió una vez. Sebastian no estaba, pues ahora habían cambiado un poco el acuerdo y los findes de semana no trabajaba. Si no era Sebastian, debía ser Ciel. En efecto, al abrir su puerta con discresión, vieron al joven tocar cual músico el violín. No sabían cuándo había aprendido. Lo interrogaron y solo recibieron una respuesta desagradable.

—Sebastian me enseñó.

Sebastian le enseñó danzas, etiqueta e instrumentos. También había perfeccionado su habilidad con el idioma que más se le dificultaba: alemán. Todo eso en menos de un año.

Entonces solo les quedaba esperar. Una vez su sobrino naciera, Rachel se prometió cortar su horario, al igual que Vincent planeaba trabajar defintivamente desde el hogar. No podían por el momento, pero hablaron con Sebastian sobre eso. Querían ahorrarse un mal momento.

—Por eso solo solicitaremos tu servicio hasta entonces — fue Rachel la que habló. El azabache no se veía compungido ni sorprendido. Mantenía el mismo semblante impenetrable que el primer día.

—Estupenda idea — dijo él sin un tono forzado —. Ciel pasará más tiempo de calidad con su familia. Ya se está cansando de mí.

—Él te adora, Sebastian — fue honesta la mujer —. No se lo digas todavía, por favor. Falta bastante.

—¿Ya le dieron una fecha estimada a su hermana? — preguntó con amabilidad.

—A fines de enero — respondió Vincent, más aliviado que antes —. Te pagaremos cada centavo extra.

—Señor, en serio — insistió —. Ha sido un placer para mí cuidar de su hijo y lo seguiré cuidando como ahora hasta el último día — acostumbrados y enternecidos—aunque no quisieran—lo dejaron así.

Entonces el día llegó sin que Ciel se diera cuenta.

En el pasado, Sebastian sabía que era traumático para su joven amo, así que lo dejaba pasar como un día normal y con un dulce extra en el menú. No iba a repetir eso. Vio la oportunidad y deseó preparar la fiesta que merecía como un niño normal. No sabía cómo se sentía su amo, a pesar de todo. Su alma se había unificado, así que no era ignorante del significado: el aniversario de su nacimiento y el de la antigua muerte de su familia.

𝕷𝖆 𝕿𝖗𝖎𝖘𝖙𝖊𝖟𝖆 𝖉𝖊𝖑 𝕯𝖎𝖆𝖇𝖑𝖔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora