Capítulo 12:

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Capítulo 12: "ese amo, muerto"

Abrió con lentitud la puerta de estilo oriental. Por un lado, porque debía ser delicado con su material y liviana estructura, por otro porque no quería que su amo se diera cuenta de que estaba viéndolo.

Había sido echado de su mansión por Undertaker y su hermano, provocando que toda Inglaterra, y tal vez Gran Bretaña, buscaran encarcelarlo. Su familia lo había despreciado y no entendía qué tenía que ver la parca con su apellido. Se habían refugiado en los lujosos aposentos de su socio, operador del narcotráfico de opio, Lau, hasta que supieran qué hacer. Era tanto su casa como el subterráneo donde sus clientes se drogaban. Aunque dijo que no se quedarían gratis, el único precio era trabajar ahí. El irritante asiático podía ser un gran amigo cuando lo necesitaban.

El antiguo conde estaba en su habitación intentando pensar un plan. Lau le había dado todos los archivos que pudo conseguir sobre todo en lo que Undertaker estuvo involucrado y Ranmao le había dado papel y tinta para que se organizara. Sebastian sabía que su amo no estaba bien.

—Señor, creo que debería irse a dormir. Fue un día duro — no recibió respuesta. El muchacho siguió escribiendo como si no lo hubiera oído —. Joven amo, yo sé que quiere seguir con el plan, pero mañana podrá hacerlo más descan-.

—Tal vez no haya mañana, Sebastian. Puede que Scotland Yard descubra este lugar al día siguiente, castigue a Lau y nosotros nos tengamos que fugar a Alemania — con bronca dijo con la mirada clavada en su trabajo —. Entonces tendremos que huir de todo esto y sumar a nuestros problemas la línea de narcotráfico que probablemente quieran vengar a su sostén y distribuidor. ¿En serio tengo que decírtelo?

—No es probable que lo hagan cuando ya de por sí este sitio es ilegal y no lo descubrieron por años — dijo.

—Pues porque yo le dejaba comerciar cuando era un conde. Yo le di permiso para ser parte del bajo mundo — dejó de escribir por el descontrol de sus manos temblorosas —. Ahora... Ni siquiera sé porqué nos deja quedarnos con tanta confianza. No estamos completamente seguros en este lugar.

—Me pasé vigilando a Lau hasta ahora. Se fue a dormir y lo único que le ha dicho a la señorita Ranmao fue que se asegurara de sacar Earl Grey, ya que es su té favorito. Creo que su amabilidad es genuina — aseguró. El conde se giró sobre su hombro. No podía ver su expresión, pues era el ojo cubierto por su parche.

—No quiero perder el tiempo, y menos charlando con un sirviente. Déjame solo, es una orden.

Si bien Sebastian solía obedecer con gusto todas y casa una de sus órdenes, no pudo salir.

—Al menos déjeme cambiarlo a su ropa de dormir.

—¡No tengo ropa de dormir!

Una lástima, pensó en ese entonces el mayordomo al ver la tinta esparcida en la fina madera del suelo junto a su parche. Lo arrancó con tanta ira que se había rasguñado arriba de su ceja. No era grave y seguro no lo sintió.

—¡¿No ves que no tengo nada?!

—La señorita Ranmao dejó un camisón de estilo oriental para usted. En realidad, creo que es bastante corto...

—¡Odio cuando te haces el idiota! ¡Mira a tu alrededor! ¡He sido humillado y despojado de todo lo que construí estos años! Mi casa, mi empresa y mi título...

En un año se enteró de que su amo sufría de una condición que había heredado de su madre. Identificó el ataque de asma. Lo había visto así dos veces, pero no era solo por su enfermedad.

𝕷𝖆 𝕿𝖗𝖎𝖘𝖙𝖊𝖟𝖆 𝖉𝖊𝖑 𝕯𝖎𝖆𝖇𝖑𝖔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora