Parte 9: La ráfaga

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Para Lincoln era complicado acostumbrarse a nuevas sensaciones una vez ya estaba cómodo con las costumbres de siempre, por lo que era muy extraño para él estar recibiendo tantos mensajes en sus notificaciones. Literalmente solo había recibido tres mensajes en los años que llevaba jugando: dos eran de actualizaciones importantes en el sistema, y el otro era de su madre, quien emocionada con los mensajes, le había mandado uno diciendo que era hora de comer.

Por eso se le hacía muy extraño recibir mínimo veinte mensajes al día, todos de gente desconocida tratando de invitarlo a sus respectivos clanes. Lincoln aún no tenía un nivel muy alto, por lo que cualquier persona que tuviera un rango mayor al suyo podía mandarlo máximo tres mensajes al día. El spam era inagotable, y Lincoln estaba más que cansado de estar rechazando invitaciones una tras otra. Bueno, al menos no lo acosaba un negociador bajito y narizón con problemas al hablar tratando de obtener su corazón, pero no dejaba de ser una molestia.

Aparentemente, Lincoln era un tema bastante candente del cual hablar, pues los líderes de los clanes más famosos del mundo, junto con unos de los mejores jugadores del globo habían estado discutiendo sobre su negativa a unirse a un clan y de participar en algún grupo. Como NoobMaster69 había declarado que eventualmente Lincoln se uniría a su clan, todos los clanes trataban de reclutar a Lincoln antes que nadie. Claro, nadie lo había logrado... de momento.

Lincoln se estaba sintiendo cada vez más nervioso con la cantidad de dinero que le estaban ofreciendo con tal de unirse a un clan. El albino trataba de explicar que ni siquiera era demasiado fuerte de momento, pero nadie le hacía caso: parecía una subasta que sobrepasaba las decenas de millones de Shirks, con las intenciones de poseer a una posible leyenda de "El Sueño" en sus filas.

Incluso la propia familia de Lincoln lo incitaban a que los dejara.

- Nada nos haría más orgullosos que verte formar parte de algún clan famoso, Lincoln -le insistían sus padres- ¿No tienes siquiera el mínimo interés de unirte a alguno?

- Lo haré... En cuanto sea del nivel máximo y no pueda ganar más experiencia -contestaba Lincoln, cansado de que todos le estuvieran diciendo de a cosas.

Nadie entendía muy bien sus negativas, pero como todos estaban muy bien cuidados de no ser baneados del juego, poco más intentaban para ganarse la lealtad del albino. La única que se quedaba a su lado más tiempo de lo normal era Lana, quien había cesado desde hacía mucho tiempo sus intentos de que Lincoln cambiara de opinión. Aún cuando ambos viajaran juntos, los del bando enemigos siempre estaban divididos en dos, uno enorme del que emanaba Lincoln, y otro mucho más pequeño en el cual estaba Lana. La mecánica no tenía nada de la experiencia que tenía Lincoln de combatir varios monstruos a la vez, por lo que se limitaba a llamar la atención de uno que otro para que al menos no perdiera el tiempo.

Se estaban acercando peligrosamente al nivel treinta del calabozo principal, lo cual hacía que Lincoln dudara ligeramente de sí mismo. Aún con todo el nuevo equipamiento que había conseguido, los enemigos seguían siendo una amenaza. Sin importar lo mucho que Lincoln subiera de nivel, los monstruos se resistían a su veneno. Lincoln tenía que llegar al nivel ciento cincuenta, y pronto. No le hacía ninguna gracia llegar a un nivel del calabozo que fuera un múltiplo de diez, pues garantizaba un difícil batalla contra algún jefe poderoso.

Sin embargo, a pesar de que todo lo que pasaba a su alrededor era importante, y aunque tuviera que ver con los calabozos, lo único que le importaba a Lincoln de momento era que los enemigos ahora eran mucho más difíciles de vencer que antes. La resistencia que los enemigos presentaba a su veneno era bastante notoria, e incluso Lincoln empezaba a tener dificultades para vencerlos. No obstante, esta vez Lincoln no se desanimó. Estaba convencido de que sus habilidades mejorarían lo suficiente ahora que su vida era mucho más perjudicada por los nerfs que le dieron.

Lincoln sentía que tendría muchos problemas, pero no se desanimó. Después de todo, en algún momento tendría que obtener alguna recompensa por permitir que los enemigos tuvieran cierta ventaja sobre él.

- Creo que ya es hora de que pares, ¿no crees, Lincoln? -suspiró Lana, después de casi tres horas de intensa lucha solo para cambiar de habitación. 

- ¡Tonterías, Lana! -jadeó Lincoln, cansado como muy pocas veces había estado- Lo único que falta es ese pequeño buff y...

- ¿Por qué estás tan seguro de que tendrás un buff, Lincoln? -preguntó nuevamente Lana- Tan desesperado estás por creer que puedes lograrlo... Siento que te estás engañando a ti mismo. Es cierto que no recibes mucho daño, eres escurridizo, y envenenas a los enemigos. Eso está bien: Casi nadie puede hacer esas cosas de manera natural. Pero... Creo que ya es hora de que veas que no siempre tienes la razón.

Que le hablaran con tanta franqueza hizo que Lincoln dudara por primera vez. ¿Acaso Lana tenía razón y estaba perdiendo el tiempo? ¿Y si lo único que quedaba de sus habilidades era obtener cada vez más y más vida, defensa, y una mísera cantidad de ataque y velocidad? Lo único normal en sus estatus era la suerte de obtener objetos.

- Te lo suplico, Lincoln... Es suficiente. Tenemos que volver. Sé que te gusta mucho tener algo nuevo, pero.... No siempre es algo muy especial.

Lincoln sintió una repentina oleada de tristeza. Sintió que todos sus esfuerzos eran en vano y que nada valía la pena. Sin previo aviso, derramó unas cuantas lágrimas.

- Oh, no... Lincoln, lo siento -se apresuró a decir Lana- No era mi intención lastimarte, solo me preocupo porque cada vez es más difícil y...

- Está bien, Lana -susurró Lincoln, con la voz algo quebrada- Sé mejor que nadie que no quieres que me lastime. Pero... Creo que tienes razón. Incluso el nombre resulta ridículo: Slime. A nadie les importa, todos creen que son débiles, y ni siquiera soy capaz de matar a los enemigos tan rápido... No sé como el Señor Neil logró llegar a ser tan fuerte...

- ¿Neil?

- ...Pero es posible que hasta aquí haya llegado. No estoy seguro de querer seguir haciéndolo solo, así que tal vez me anime a una que otra misión en grupo.

- ¿A quién te refieres al decir Neil?

Pero antes de que Lincoln pudiera responder, el camino que ambos habían estado siguiendo mientras caminaban comenzó a circular una fuerte ráfaga de aire. Sin que ninguno de los dos pudiera hacer nada para evitarlo, se vieron arrastrados al interior de la cueva.

- ¿Qué pasa? ¡¿Lincoln, qué está pasando?! -gritó Lana, confundida.

- ¡Es... Debe ser la sala final del jefe! ¡Nos adentramos demasiado! ¡Ya nos vio y quiere luchar!

El viento se detuvo, y ante ellos pudieron ver una enorme sombra imponente ante ellos. Antes de poder planear alguna idea, o de recuperar sus puntos de vida, Lincoln y Lana se vieron arrastrados a la batalla contra ese jefe final.

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