Llegando hasta la cima

Parte 16: El premio

Lincoln y Lana subieron al cuarto piso por medio de un elevador. La pared de enfrente era transparente, por lo que podían ver las paredes mientras eran elevados. Veían datos interesantes o curiosos de anuncios mientras subían lentamente.

- Nunca mates a un dragón antes de sacarle unas cuantas escamas. ¡Su valor aumenta si siguen frescas...! El color de las alas de las mariposas gigantes determina el tipo de magia que poseen... ¡El estómago del pez globo púrpura es considerado un manjar! ¡No lo tires...!

La calidad de los pisos que veían por la transparencia de las paredes aumentaba conforma subían. El cuarto piso estaba lleno de mayordomos que se movían con sutileza y atención, mucamas con vestidos negros y delantales blancos, tomboys vestidas de mayordomos y femboys vestidos de mucamas. En cuanto les enseñaron la tarjeta oficial que les había dado la cajera, todos les ofrecieron algún producto o servicio gratuito. Ninguno aceptó muchas cosas, pero Lana se quedó con unas cremas para el cuerpo, mientras que Lincoln tomaba una muestra de loción. Ambos continuaron el camino hasta que llegaron a una puerta, detrás de la cual había solo una mesa en lugar de múltiples. Debía de ser porque eran muy pocos los que conseguían objetos tan valiosos. Ninguno de los dos podía ni imaginarse la calidad del quinto piso, pues la del cuarto parecía ser la mejor. Incluso Lana se alegró de haberse arreglado decentemente para ese lugar, pues era probable que no los aceptaran si hubieran simplemente llegado en atuendos casuales, sucios o dañados.

- Buenas tardes, dama y caballero -saludó una nueva cajera- ¿En qué puedo servirles?

- Bueno -comenzó Lincoln, entregando la tarjeta que la primera cajera le había dado- Su compañera nos informó que este objeto no podía ser intercambiado en el lugar habitual. Si pensáramos venderlo, nos dijo que tendría que ser en este piso.

- En efecto -concedió la cajera, verificando la tarjeta- ¿Sería tan amable de mostrarme el objeto, por favor?

- Será un placer.

Lincoln le dio la escama dorada. Supuso que la cajera ya estaba acostumbrada a ver objetos de ese calibre. La chica usó el mismo aparato que la otra cajera había utilizado para checar la escama. Después de unos minutos, la cajera asintió.

- Es verídica. En un momento la traigo su recompensa, señor. Además, podemos ofrecerle una actualización de sus estatus, si gusta...

- Sería magnífico -sonrió Lincoln.

La cajera asintió y se marchó temporalmente. Lincoln se quedó quieto, pensando en lo mucho que ya había mejorado. Lana no se podía quitar de la cabeza la manera tan casual en la que varias personas trataban de acercarse a su hermano. Minutos después, la cajera regresó.

- Aquí tienen su pago, señores -dijo la cajera, entregándoles un diamante azul de buen tamaño. El diamante azul tenía un valor menor al del rojo, negro, plateado, dorado y puramente blanco; pero eso no quitaba el hecho de que el pago era exorbitante para ser solo un objeto.

- Si me permite la audacia, se me hace curioso que quiera vender un artículo de tan buena calidad, señor...

- Tenemos reservas -comentó Lincoln- Solo queríamos vender uno, el resto sí son para nosotros. Podemos usarlos en algunas otras cosas.

- De acuerdo -concordó la cajera- Bueno, ahora tengo sus estatus listos, si gustan verlos...

Lincoln vio con gusto que seguía mejorando incesantemente.

Lincoln Loud: NV: 185

HP: 1350+15

ATQ: 12+3

DEF: 1300+15

VEL: 167+3

PM: 34+5

Subclase: Slime

- Todo parece marchar sobre ruedas -comentó Lincoln, satisfecho con su desempeño- ¿Cómo te fue a ti, Lana?

- Bastante bien, la verdad creo que estoy mejorando bastante.

Lana Loud: NV: 205

HP: 710+5

ATQ: 580+20

DEF: 405+5

VEL: 930+20

PM: 405+5

- ¡Wow! Tienes un nivel bastante alto, Lana. Estoy seguro de que con estos stats podremos adentrarnos en mejores mazmorras, obtener mejor equipamiento, nuevas habilidades, permitirnos aceptar misiones con mejores recompensas... ¡Oh, las posibilidades se abren ante nosotros!

Lincoln abrazó a Lana, contento de que su vida no hiciera otra cosa que mejorar. La rubia disfrutó cada segundo en el que su hermano tan voluntariamente le daba ese contacto físico que la volvía loca. Le sorprendía que Lincoln no sintiera el calor que manaba de ella, pero eso no importaba.

Lana sintió que su intimidad se mojaba ligeramente al tener tan cerca de sí a ese ser que era el motivo de sus desvelos. Lana sintió un calor en su pecho y en su rostro, incitándola a voltear su rostro y besar apasionadamente y sin descanso a la persona que amaba tanto. Ni siquiera pudo negarse las ganas que tenía de quitar cuanta capa de ropa hubiera entre ellos para montar sin piedad al hombre que quería que fuera el padre de...

- ¡Ok, basta! -gritó Lana en su mente, escandalizada de su propia fantasía- ¡Es tu hermano, por amor de Dios! Sé que está mal, sé que hay muchísimas consecuencias de mis acciones... Pero si lo sé... Entonces, ¿por qué se siente tan bien pensar en la pasión que puede surgir entre una chica y su ardiente hermano? 

Pero no podía evitarlo. Simplemente su corazón ansiaba tener por pareja a un individuo que, por desgracias del destino, estaba emparentado con ella... Desgraciadamente también, mientras ambos salían con planes para los próximos días, ese pensamiento poco a poco perdía poder en su interior. Una nueva habilidad en Lana despertaba en Lana. En realidad no era una mala habilidad, y hasta era útil en combate... Pero sería la clave de su éxito o fracaso de la nueva empresa que se estaba formando en su mente: enamorar a como diera lugar a su hermano.

- Bueno, Lana -comentó casualmente Lincoln- Estoy muy cerca de alcanzar tu nivel, algo que sinceramente ya deseaba lograr. Ya tendré el nivel de todos en la familia y obtendré todo lo necesario para empezar a subir en los rangos mundiales. ¿Seguirás combatiendo conmigo?

- Sí -asintió Lana, casi en un suspiro- Claro que estaré contigo.

Y con eso, Lana siguió a su hermano hacia su casa, donde sus nuevas vidas estaban a punto de comenzar. La habilidad empezó a tomar forma en la mente de Lana, haciéndola sonreír para sus adentros, por mucho que dudara en usarla... por el momento.