Capítulo IV. La nueva vivienda

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- ¿Dónde está la chica? No puede haber ido muy lejos, aquí no hay salida.- Dijo uno de los policías.

- Se habrá escondido por alguna parte y cuando hemos seguido corriendo, habrá vuelto por donde hemos venido.- Propuso otro de ellos.

- ¡Tienes razón, vamos a por ella!

Cuando Azahara escuchó a los policías alejarse, suspiró aliviada, porque por el momento, se había librado del peligro.

Estaba todo a oscuras, Azahara no lograba ver nada. Así que empezó a caminar a ciegas por aquella habitación hasta encontrar el interruptor. Cuando lo pulsó, una luz despampanante alumbró toda la habitación. Era el sótano de una casa, que por su apariencia, debía ser muy antiguo.

El sótano estaba lleno de trastos viejos llenos de polvo. Lo que más le llamó la atención a Azahara, fue una estantería llena de figuras muy bonitas, a su lado había un precioso escritorio con un montón de hojas de pergamino y junto a ellas, una hermosa pluma dorada, también había un baúl de juguetes viejos y rotos, y un montón de reliquias tiradas por ahí. Las tablas del suelo estaban salidas, era perfectamente posible que si pisabas una saltase y te diese un golpetazo en toda la espinilla. Pero bueno, era un sitio cómodo y además había una pequeña cama de paja en la que se podía dormir bien. Así que Azahara decidió quedarse allí hasta que la pillaran, una idea estúpida, cierto, pero sería más estúpido quedarse en la calle y dejar que la maten, asi que así lo hizo.

La primera noche allí fue acogedora, Azahara había dormido bastante bien. Al despertarse, Azahara escuchó unos pasos que se dirigían hacia el sótano y rápida y silenciosamente, se metió en el baúl de juguetes para que no la descubrieran. Entró al sótano un hombre anciano, de unos 70 años aproximadamente, era alto, con poco pelo en la cabeza, pero una enorme barba blanca, e iba vestido con un chándal arrugado y unas deportivas con la suela rota. Entró, cogió una bicicleta, también muy vieja, y se marchó de la casa.

Azahara estaba sola. De repente, le empezó a entrar un hambre terrible, y se atrevió a subir a la cocina a por algo de comida. La nevera estaba casi vacía, aunque al fondo había un pequeño táper azul con hummus, que es una crema de garbanzos, tahini, limón y aceite de oliva.
Azahara tenía demasiada hambre, así que comió un poco, antes de que el anciano regresara.

Al cabo de un par de semanas viviendo allí, Azahara ya se sabía más o menos los horarios del anciano:
Se levanta todos los días a las 7 AM. Desayuna y hace sus labores. Los Martes y los Jueves, baja al sótano a las 8 AM a por la bicicleta, y se marcha hasta las 12 PM, que es cuando Azahara aprovechaba para comer, a veces ducharse, etcétera. Los Lunes y los Miércoles, no sale de casa por las mañanas, porque a las 9.30 AM viene su amigo a jugar al Backgammon, que es un juego de mesa que une el azar con profundos conocimientos estratégicos, el objetivo es conseguir sacar fichas del tablero antes que el jugador rival. Por la tarde, se va a dar un paseo de 3 PM a 5.30 PM, y ese es el tiempo que Azahara usa esos días para comer.
Los Jueves, a las 9.30 PM se va de casa y no vuelve hasta el Viernes a la misma hora, quizás se va a dormir a casa de un amigo o algo así.
Los Sábados, de 10 AM a 12 PM trae a todos sus amigos a consumir alcohol, Azahara lo sabe porque el anciano siempre baja al sótano y saca botellas de alcohol de un gran armario que allí hay. En Irán, el alcohol es ilegal desde la Revolución Islámica de 1979, pero a pesar de ello, muchísima gente lo consume a escondidas.
Los Domingos no sale de casa. Se pasa todo el día haciendo labores, como por ejemplo limpiar la casa, ducharse, ordenar su colección de figuritas, etc.
Así que los Sábados, Azahara aprovechaba para guardarse comida en el baúl de juguetes y así no arriesgarse a que el anciano la viese.
Por ahora, Azahara se las estaba apañando muy bien para vivir en la casa del anciano sin ser descubierta.

(Tiempo después...)

Azahara ya llevaba un mes en la casa del anciano, le iba todo genial. En todo el mes, el anciano no había sospechado ni una sola vez de su presencia, así que pensaba vivir allí durante mucho más tiempo. Un día, Azahara estaba tranquilamente durmiendo, de pronto, el anciano bajó al sótano inesperadamente y en cuanto vio a Azahara, la agarró del cuello.
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( La imagen de inicio de capítulo pertenece a www.dreamstime.es)

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